Yo también quiero vivir

Por Susana Gómez Nuño

Caso real

A María le diagnosticaron Síndrome de Alport a la edad de 7 años tras dos biopsias renales. Esta enfermedad está causada por una mutación en el gen que codifica una proteína, llamada colágeno, y entra en el grupo de enfermedades raras. A la larga produce insuficiencia renal y problemas visuales y auditivos.

María se sometió a exhaustivos controles y pruebas durante toda su infancia hasta que, con 15 años, inició el tratamiento de hemodiálisis. En los 80, el trasplante renal en niños de corta edad no siempre era exitoso. Durante el tiempo que duró su tratamiento, perdió a algunos de sus jóvenes amigos que fallecieron por complicaciones post-trasplante. Dos años y medio después, un joven de 20 años fallecía en un accidente de moto. La generosidad de sus familiares que donaron todos sus órganos, le proporcionó a María la oportunidad de llevar una vida prácticamente normal durante 24 años, previo trasplante renal.

En los últimos tiempos, la medicina ha evolucionado mucho. Si antes los trasplantes eran, en su mayoría, procedentes de donantes que habían perdido la vida en accidentes de tráfico, ahora, con las nuevas normas de circulación y la seguridad que ofrecen los nuevos vehículos se evidencia un bajo índice de siniestralidad. Y, aunque es una buena noticia, lo cierto es que repercute negativamente en las donaciones. Ante esta perspectiva, los donantes vivos abren una nueva vía de esperanza a estos pacientes.

El caso de María es una prueba de ello. Su riñón trasplantado empezó a darle problemas debido a la nefrotoxicidad provocada por tantos años tomando inmunosupresores. Así que volvió a someterse a un tratamiento renal sustitutorio, esta vez en forma de diálisis peritoneal, en el que se mantuvo durante un año y medio, con una pésima calidad de vida. A su vez, el esposo de María se sometía a las pruebas de compatibilidad como posible donante. Ser aceptado como donante requiere tener un excelente estado de salud y una función renal perfecta.

Se conocen casos en los que en los minuciosos controles y pruebas realizadas a los donantes, se les han localizado tumores o diagnosticado algún tipo de enfermedad, de las que inmediatamente han sido informados y, en muchos casos, esta detección precoz ha favorecido la cura de estos aspirantes a donantes. Sin duda, podríamos considerarlo como una especie de recompensa a su acto de generosidad. En el caso de María, su esposo no solo cumplía con creces los requisitos de salud requeridos, sino que había coincidencia en el grupo sanguíneo e incluso en algunos alelos genéticos.

El trasplante fue un éxito desde el principio y, a día de hoy, tanto María como su esposo llevan vidas prácticamente normales. Los controles para ella son mucho más frecuentes y a él se le hace un seguimiento, con controles anuales.

Estadísticas

Según el informe estadístico de 2000-2014 del Registro del donante vivo renal de Catalunya, hay más mujeres donantes que hombres (51,2 mujeres y 49,7 hombres) y el parentesco entre donante y receptor está distribuido de la siguiente manera: el 36% son marido/mujer, el 27% padre/madre, el 25% hermano/hermana, el 3% hijo/hija, el 2% familiares con consanguinidad, el 1% familiares sin consanguinidad y el 6% restante son personas no relacionadas (trasplantes  cruzado, en cadena y donante altruista).

La técnica más habitual de nefrectomía suele ser la laparoscopia por ser una técnica mínimamente invasiva y que apenas deja cicatriz, y suele extraerse el riñón izquierdo. La estancia en el hospital para el donante es corta, un par o tres de días como mucho, a no ser que surjan complicaciones. Las más habituales son las reintervenciones derivadas de diferentes problemas cuyo tiempo medio de ingreso oscila sobre los 14 días.

En Cataluña los donantes residentes pueden ser son sometidos a controles de manera regular para prevenir futuras complicaciones. Las análiticas posteriores a la nefrectomía nos indican una elevación moderada de la creatinina sérica, que muestra una tendencia a la baja en el transcurso de los 12 meses posteriores a la intervención, tiempo necesario para que el riñón del donante aumente de tamaño, asuma todo el trabajo renal y la creatinina se normalice. Con respecto a la mortalidad de los donantes, el informe nos indica una supervivencia mayor al resto de la población, debido a la conciencia de su estado de salud y los hábitos de vida saludables que ello conlleva, siendo las causas de la muerte ajenas a complicaciones derivadas de la nefrectomía.

Por otro lado, cabe destacar, respecto al receptor, una mayor pervivencia en el tiempo del injerto procedente de donante vivo. Aunque los receptores siempre están expuestos a muchos riesgos, las estadísticas indican que la supervivencia del injerto 15 años después del trasplante es del 80%.

La importancia de las donaciones

La labor de concienciación social sobre el tema de las donaciones nunca es suficiente. No solo debemos quedarnos en el acto de generosidad que conlleva la donación, sino en la nueva vida que inician todas aquellas personas que dejan atrás el infierno de pasar por una insuficiencia renal. Una donación de vivo permite acortar el tiempo de espera a pacientes sometidos a los duros tratamientos renales sustitutivos, que de otra forma, y debido a la disminución de donaciones cadáver, deben aguardar su turno en las interminables listas de espera, con una calidad de vida que deja bastante que desear, y con la incertidumbre de no saber cuando llegará el nuevo riñón. Todos estos factores propician, además, un estado anímico que puede llegar, incluso, a la depresión.

Para aquellos más escépticos respecto a los donantes vivos, las estadísticas le darán una respuesta clara. Es obvio que siempre hay riesgos cuando se entra en un quirófano, pero la opción ganadora para ambos, receptor y donante, se evidencia en los datos estadísticos.

Cataluña batió el récord el año pasado con 1.050 trasplantes realizados, con una subida del 23% en donante cadáver, todo un logro teniendo en cuenta los datos de años anteriores. A nivel estatal, nuestro país vuelve a ser líder de trasplantes, como lo lleva siendo durante los últimos 25 años.

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