Reflexiones sobre la huelga general educativa del 9 de marzo

Por Juana Navarro

Lo vemos en el aula todos los días. Lo notamos en los huesos cuando nos levantamos de la mesa después de una tarde corrigiendo, nos vamos arrastrando al final de la semana y llegamos al final de cada trimestre sacando fuerzas de donde no las hay e intentando controlar esa mala baba que te recome por dentro, porque la culpa no la tienen las alumnas ni los alumnos, porque por ellas/os es por quienes aguantas.

Que no se nos olvide que lo importante siempre son las personas, que no se nos olvide que trabajamos con material humano, con la responsabilidad última de hacer de las y los estudiantes, nuestro futuro, las personas adultas sobre las que se sostendrá este país.

Es por esto por lo que la política de los gobiernos del PP es tan perversa. El experimento popular para conseguir que los servicios públicos sean el próximo negocio de la oligarquía caciquil de amiguetes a la que nos tienen acostumbrados se está haciendo con personas.

Objetivo: privatizar la educación.

Cómo conseguirlo: haciendo que la educación pública pierda calidad, y que así lo perciban “los clientes” (las familias), con el fin último de generar una demanda. Se está utilizando la lógica de mercado, pero no con cosas, se está haciendo con personas.

La inestabilidad y precariedad laboral del personal interino, el aumento de la ratio en las aulas, el aumento de las horas lectivas, la no cobertura de las sustituciones, los recortes presupuestarios en infraestructuras, la reducción salarial, la penalización económica por enfermedad, la desaparición de los CPRs y el práctico abandono de la formación docente más allá de bilingüismo, TICs y estándares de evaluación, el abandono de las políticas de conciliación de la vida laboral y personal, la eliminación de puestos de trabajo entre el personal no docente, el abuso de las subcontratas, la sobrecarga de trabajo… todo esto incide directamente en la calidad educativa.

En centros donde más del 30% de la plantilla se renueva cada año, donde las bajas no se cubren hasta pasado medio mes, donde hay más estudiantes por aula de los que caben, donde el profesorado no tiene tiempo de coordinarse ni de preparar las clases, donde falta personal laboral, donde se cierran líneas (convenientemente cedidas a algún centro concertado, es decir un centro privado subvencionado con dinero público), donde no hay dinero para calefacción o papel higiénico, centros cada vez más alejados para las y los estudiantes del ámbito rural, o las personas adultas, o para acceder a la Formación Profesional. ¿Alguien no lo ve claro? 

Y sí, sobran los motivos para que toda la comunidad educativa esté unida el 9 de marzo. Contra la LOMCE y los recortes, contra las reválidas, el encarecimiento de las Universidades, la falta de becas y ayudas… Pero sobre todo porque esta no es la educación que queremos. La educación que queremos es para todas las personas y es por un mundo más justo, una Educación que garantice que vengas del entorno que vengas, se te van a ofrecer las mejores oportunidades, garante de justicia social, inclusiva, diversa.

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