Derechos | Feminicidios: nos están asesinando

Por Daniel Seijo

De nuevo el miedo en la cara de una mujer, la impotencia, los gritos, la frustración ante los golpes recibidos y finalmente, la sangre sobre el asfalto de una nueva víctima del terrorismo machista en nuestro país. A los llantos y la consternación les seguirá la realidad de dos mujeres asesinadas en veinticuatro horas, treinta y una en apenas seis meses, ochocientas sesenta y seis en trece años… tan solo fríos números que añadir a las estadísticas que provocarán horas de rabia en sus barrios, minutos de silencio en las instituciones y probablemente apenas segundos de difusa atención en los grandes medios. Dos nombres que añadir a la larga lista de mujeres asesinadas por sus parejas, sus compañeros o simplemente por hombres que se creyeron con un derecho enfermizo sobre ellas hasta el extremo de arrebatarles la vida. Un sentimiento de dominio que hunde sus raíces en una sociedad funestamente patriarcal que todavía hoy, se muestra incapaz de reconocer la barbarie en el día a día de gran parte de sus mujeres. Mujeres que son golpeadas, maltratadas y finalmente asesinadas simplemente por su sexo.

Al dolor y a la rabia pública por los asesinatos machistas les seguirán sin excepción los comentarios jocosos en las redes sociales, el continuo menosprecio a la lucha feminista  e incluso sin ruborizarse, los arrebatos machistas en nuestro propio parlamento. No existe casualidad entre el asesino y la sociedad que lo acoge, sino que son una infinidad de pequeñas causalidades las que moldean desde la cuna al hombre que finalmente derramara la sangre de «su» mujer sobre nuestras calles. Los chistes machistas, el acoso entre adolescentes en el despertar de su sexualidad, la desigual repartición de los trabajos domésticos, la discriminación en el trabajo, la excesiva sexualización de la mujer en la publicidad, las estúpidas preguntas tras una violación, la justificación de aquel primer golpe… Toda una serie de causas detrás de cada una de las mujeres asesinadas a manos de un hombre que como sociedad no podemos seguir ignorando. Resulta necesario decir basta, basta de impunidad para quienes indistintamente tras la pantalla de un ordenador o la barra de un bar fomentan directamente la violencia contra las mujeres, basta de promesas políticas sin una dotación presupuestaria suficiente para garantizar la seguridad de las víctimas de malos tratos y especialmente, basta ya de tratar como una sucesión de casos aislados la realidad del terrorismo machista en nuestro país. En poco más de una década, las mujeres asesinadas por la violencia machista superan a las víctimas de la sin razón de la violencia etarra, durante toda la existencia de la organización terrorista vasca. La obscena diferencia entre los medios materiales y humanos destinados a la lucha contra una y otra lacra, resulta simplemente ignominiosa.

No podemos permitir que a los compromisos políticos alcanzados por los diferentes partidos, para sacar adelante las 25 medidas que las ‘mujeres de Sol’ consideraban debían tratarse en la subcomisión sobre violencia de género impulsada por el Congreso, les  siga simplemente el silencio y el vuelva usted mañana tan típico de nuestro país. No hay lugar para más prorrogas, ni para eternizar nuevamente las negociaciones. Perdonen ustedes, pero nos están asesinando. No hay cabida para esperar a un nuevo 25 de Noviembre, ni nos interesan las fotos o las palabras grandilocuentes de sus señorías en los escaños de la que debería ser la casa de todos y todas, incluidas las mujeres para las que ya llega demasiado tarde una solución. La paciencia tienen un límite y en el caso de la lucha feminista, este se ha rebasado con la sangre de tantas mujeres asesinadas.

En poco más de una década, las mujeres asesinadas por la violencia machista superan a las víctimas de la sin razón de la violencia etarra durante toda la existencia de la organización terrorista vasca

Hoy resulta más necesario que nunca hacer un llamamiento a las diversas organizaciones feministas, sindicatos, partidos y al conjunto de la sociedad civil, para lanzar un pulso al patriarcado que impera en nuestro país con la firme intención de poner fin a la atrocidad de los feminicidios. Al igual que el 24 de octubre de 1975 en Islandia tuvo lugar el conocido como «El Día Libre de las Mujeres» con el que se estableció el primer paso para la emancipación de las mujeres de ese país, hoy en España resulta más necesario que nunca un paro femenino que ponga de manifiesto la fuerza de un colectivo que no piensa permitir ni un segundo más que las sigan asesinando. Un «Viernes Largo» como también se conoce al paro islandés, que debe suponer en nuestro país un antes y un después para una sociedad que no termina de abrir los ojos ante una situación que tiene su máxima expresión de insensatez y locura en los asesinatos machistas, pero que también extiende sus raíces prácticamente a todos los ámbitos de la vida de las mujeres.

No podemos permitirnos un nombre más en la lista de asesinadas, no podemos permitirnos un golpe más, ni un homenaje vacuo o un minuto de silencio que no cambiará nada. Un paro nacional de mujeres es un reto complicado, pero precisamente por eso resulta más necesario demostrar que sí se puede, que es hora de decir basta. No permitamos ni por un segundo más que la sangre de las mujeres siga escribiendo gran parte de nuestra historia.

«Amurallar el propio sufrimiento es arriesgarte a que te devore desde el interior»

Frida Kahlo

 

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