Las extremas derechas han evolucionado de desear desmantelar la UE a intentar ocuparla, transformándola en una confederación de estados soberanos donde el poder central quede vaciado de significado
Por Dani Seixo | 2/12/2024
La democracia, en su elegante y permanente fragilidad, siempre ha caminado en el filo de una navaja, oscilando entre promesas incumplidas y un ideal lejano de igualdad y fraternidad. En Democracias en extinción: el espectro de las autocracias electorales, Steven Forti despliega una mirada dolorosamente certera sobre el actual estado de salud de las democracias burguesas, dibujando un mundo en el que este concepto, como un viejo barco a la deriva, se encuentra zarandeado por nuevas olas de autoritarismo que no solo aumentan tras cada comicio, sino que se además logran organizarse, se afinan y se institucionalizan en cada vez más pueblos.
Forti no se detiene en la mera enumeración de los síntomas del problema que acutalmente nos afecta, aunque los datos que ofrece son lo suficientemente contundentes como para helar la sangre. Hace veinte años, el 50% de la población mundial vivía bajo autocracias, pero hoy esa cifra asciende al 71%. De las 91 democracias reconocidas, solo 32 pueden considerarse liberales, un declive alarmante desde las 43 de hace quince años. Bajo estas preocupantes cifras, se encuentra el sufrimiento humano y la amenaza de un bota indolente dispuesta a aplastar nuestras voces. Figuras como Donald Trump, Viktor Orbán o Jair Bolsonaro se empeñan en configurar y hacer realidad un orden más siniestro, apoyado en los recortes, la precariedad y la traición de la socialdemocracia a la clase trabajadora.
Pero este libro, publicado por la editorial Akal, no es una elegía derrotista o una profecía autorrealizada. Si algo se percibe en cada una de sus páginas es la necesidad, la urgencia por entender cómo llegamos hasta este preocupante escenario y cómo podemos escapar de este callejón oscuro. Forti nos recuerda que las raíces de este retroceso democrático están profundamente vinculadas a las desigualdades económicas y sociales exacerbadas por la crisis de 2008. La ruptura del ascensor social y el aumento de las desigualdades no solo alimentaron la frustración, sino que ofrecieron un terreno fértil para los discursos de odio y la radicalización política. Las condiciones actuales son la consecuencia de un sistema que ha privilegiado el capital por encima de las personas, dejando a las mayorías navegando en un océano de incertidumbre.
Las extremas derechas han evolucionado de desear desmantelar la UE a intentar ocuparla, transformándola en una confederación de estados soberanos donde el poder central quede vaciado de significado. Es una estrategia que recuerda al proverbial lobo vestido de oveja: detrás de una fachada de aparente legitimidad fruto de unos procesos electorales totalmente viciados, se esconde hoy un proyecto para desmantelar cualquier progreso hacia la integración y el respeto a los derechos humanos. El lobo avanza hoy en las redes, las fake news y discursos cargados de odio que se cuelan en unos hogares extenuados por cada lucha diaria para intentar llegar a final de mes.
Forti concluye con una advertencia que no deja lugar para la indiferencia, la democracia está en retroceso y este no es un problema que pueda solucionarse con optimismos ingenuos o políticas superficiales. La única respuesta viable pasa por la organización colectiva, por recuperar los lazos que alguna vez unieron a las clases populares y por construir un nuevo contrato social que devuelva a la democracia su capacidad transformadora. La esperanza, aunque hoy demasiado tenue, todavía brilla en las manos de quienes estén dispuestos a luchar por ella.
Democracias en extinción no es solo un título sobre política, es también un retrato del alma herida de nuestro tiempo, una obra que nos recuerda que la lucha por la democracia no es un lujo, sino una necesidad vital para la supervivencia de la clase trabajadora. En su prosa fluida y profundamente comprometida, Forti nos ofrece no solo un diagnóstico sombrío, sino también una llamada a la acción. Un recordatorio de que, aunque las sombras sean largas, aún queda tiempo para encender una luz de la organización popular.
Se el primero en comentar