Decir Concordia cuando se quiere decir Amnesia

La concordia política solamente tiene existencia real mediante el reconocimiento de la verdad y la reparación de las víctimas, no sobre la dilución de su memoria en un marco legal que las neutraliza señalando la existencia de otras víctimas de una violencia política contraria.

Por Lucio Martínez Pereda | 2/04/2024

La concordia es un concepto de ética política con un gran valor moral, pero también es un concepto- eufemismo que intenta blanquear la Dictadura Franquista, ocultar la gran extensión temporal y dimensión numérica de su represión y reactivar la vieja idea del denialismo anti histórico del “todos fuimos culpables”. La concordia se emplea para ocultar las responsabilidades históricas en el inicio de la Guerra Civil, confundir la relación causa y efecto que da origen al conflicto bélico, y frenar las investigaciones sobre el conocimiento de los mecanismos de represión empleados por la dictadura para imponerse socialmente.

El PP quería hacerlo pero no se atrevía, la imagen pública creada por su trade mark -partido liberalconservador- se lo impedía, y ahora, empleando a Vox como excusa, se puede dedicar a hacer aquello que nunca se ha atrevido abiertamente a hacer: blanquear la dictadura que mayores asesinatos ha producido en sus con nacionales, más que el nazismo alemán y muchos más que el fascismo italiano.

La concordia política solamente tiene existencia real mediante el reconocimiento de la verdad y la reparación de las víctimas, no sobre la dilución de su memoria en un marco legal que las neutraliza señalando la existencia de otras víctimas de una violencia política contraria, que además ya han sido reconocidas y resarcidas por el régimen político que durante casi medio siglo se identificó con ellas.

El relato de la memoria histórica es un instrumento de transmisión de valores que sirve para fortalecer la identidad de una comunidad política. En las contemporáneas sociedades de la memoria la víctima se ha situado en el centro del discurso ético de las democracias. La condición de víctima es clave en la construcción y legitimación de una memoria y los valores que ella recuerda e institucionaliza, por eso la segunda ley de memoria en España se llamó Ley de Memoria Democrática.

La idea de las perversamente llamadas leyes de concordia no es poner en circulación otra memoria que complemente la anterior y permita permeabilizar socialmente el recuerdo y reconocimiento de otras víctimas no incluidas en la primera, abriendo así el abanico de la opción democrática a una justa diversidad de reparaciones morales, sino desencadenar una replica de desgaste haciendo estallar un conflicto entre ellas para que una ponga en descrédito a la otra. Hay en estas perniciosamente llamadas leyes de la concordia de la ultraderecha una clara intención de re-significar el concepto memorialístico de victima, de tal forma que se convierta en sí mismo en confuso y conseguir así que sea rechazado por la sociedad que lo ve conflictivo.

Pero detrás está también un intento por reactivar el empate de silencios usado en la etapa de la Transición. La transición no fue solamente un diseño político. Llevaba aparejada la necesidad de eliminar el conocimiento de los aspectos más oscuros de la dictadura. Esa tergiversación del pasado ya venía ensayada de atrás. Los historiadores del Régimen de la década de los 60 con Ricardo de la Cierva trabajando a las órdenes de Manuel Fraga inventaron -acuciados por los resultados de la investigación extranjera independiente- la teoría das responsabilidades simétricas- lo que ahora la ultraderecha llama Concordia- basada en la tesis de la culpabilidad colectiva de una sociedad incapaz de gobernarse a si misma, base histórica, a su vez, para la teoría de la reconciliación que iguala la responsabilidad de víctimas y verdugos. Algo así -decía Habermas en tono irónico- como si la responsabilidad del Holocausto se repartiese entre Hitler y los judíos. El relato da la equidistancia, del todos fuimos culpables, la tesis da la simetría de culpabilidades, permitió a los franquistas reformistas trasladar su capacidad para mantenerse en el poder desde el régimen dictatorial al nuevo régimen democrático. Estas leyes de concordia son las leyes de sus nietos.

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