Todo comenzó con la llegada de Lenin al liderazgo de un imperio en transformación. La primera guerra mundial sometió a tensiones brutales a la sociedad rusa y provocó la revolución, que acabó con la autocracia zarista, transformándose en una república federal socialista; una sociedad de campesinos empobrecidos se elevó a la condición de gran potencia industrial.
Por Víctor Arrogante
Rusia ha invadido Ucrania, violando todos los principios del derecho internacional y el sentido común, con el objetivo de derrocar al Gobierno y desmilitarizar la zona. A estas alturas de los tiempos, provocar una guerra total como lo ha hecho la Rusia de Putin, es una salvajada a la que se la pueden poner todos los adjetivos posibles.
Los países de la OTAN condenan el ataque injustificado de Rusia que pone en riesgo la seguridad de Ucrania, de Europa y la estabilidad global, respondiendo junto con la Unión Europea de forma coordinada, con unidad y firmeza. La OTAN desplegará Fuerzas de Respuesta Rápida para aumentar defensa de los aliados. Putin no pone las cosas fáciles. Ha justificado la invasión porque EEUU y los países de la OTAN siguen enviando toneladas de armas a Ucrania, y hace un llamamiento al Ejército ucraniano a asumir el poder por la fuerza ante la incapacidad de las autoridades ucranianas. Advierte a Finlandia y a Suecia de consecuencias si se unen a la OTAN.
Voy a referirme a otro acontecimiento. Me refiero a la revolución de 1917. Todo comenzó con la llegada de Lenin al liderazgo de un imperio en transformación. La primera guerra mundial sometió a tensiones brutales a la sociedad rusa y provocó la revolución, que acabó con la autocracia zarista, transformándose en una república federal socialista; una sociedad de campesinos empobrecidos se elevó a la condición de gran potencia industrial. La economía fue centralizada por el Estado y el poder político quedó en manos del Politburó, estableciéndose como régimen totalitario.
El fracasado levantamiento que siguió a la guerra ruso-japonesa de 1905, trajo la Revolución de Octubre de 1917. Todo comenzó el domingo sangriento el 9 de enero (22 del calendario actual) en San Petersburgo (después llamada Leningrado), cuando 140.000 hombres, mujeres y niños, la mayoría campesinos, se manifestaron ante el Palacio de Invierno. Demandaban una asamblea constituyente, reducción de la jornada laboral a 8 horas y un salario mínimo diario de un rublo. La manifestación se desarrollaba ordenadamente, portaban iconos y entonando el himno Dios salve al zar. La represión a los manifestantes desarmados dejó cientos de muertos y miles de heridos. Lo sucedido indignó a millones de trabajadores que se declararon en huelga y en muchas ciudades brotaron consejos locales del pueblo (soviets).
La reacción del zar fue despiadada. Al principio buscó el apoyo popular de los soviets, luego arrestó en masa al Soviet de San Petersburgo y aplastó un levantamiento armado en Moscú. Intentó pacificar Rusia con El Manifiesto de Octubre (Decreto Imperial de 30 de octubre de 1905), que concedía a la población la libertad civil, establecía la inviolabilidad personal, las libertades de conciencia, de reunión y de asociación». Y declaraba no obstaculizar las elecciones a la Duma Imperial, estableciendo que cualquier ley no será efectiva sin la sanción de la Duma.
Lenin fue el artífice de la revolución. Adaptó la tesis de Marx a la realidad rusa, y organizó las bases del Estado. En abril de 1917, Vladimir Ilyich Ulyanov llegó a Rusia de incógnito desde Finlandia. El líder bolchevique llevaba tres demandas: El final de la guerra; Toda la tierra para los campesinos; Todo el poder para los soviets. El zar había abandonado el trono, víctima de su propia política y Lenin consideró que era el momento de tomar el poder. El movimiento obrero, en nombre de la paz y el socialismo alcanzó la victoria y cumplió su misión, comenzando la era de la Revolución Socialista.
El creciente protagonismo de los consejos locales, creó en Rusia una dualidad de poderes: el del Gobierno Provisional; y el de los soviets liderados por Lenin. La caída del Gobierno Provisional de Kerensky se consumó tras el Asalto al Palacio de Invierno. Los soviets se habían apoderado de los puntos estratégicos de la capital. El crucero Aurora, anclado en el puerto, bombardeó el palacio. Se constituyó un Consejo de Comisarios del Pueblo, formado por bolcheviques y presidido por Lenin, que sustituyó al gobierno derrocado. La revolución soviética comenzaba.
Los vientos de cambio que soplaban desde el verano, comenzaron a plasmarse en poder institucional. Bolcheviques, socialrevolucionarios de izquierda y mencheviques internacionalistas tomaron el control de los diferentes sóviets de Petrogrado, que el 25 de septiembre, eligió una nueva dirección de izquierda radical, y León Trotski, que había salido de la cárcel el 4 de septiembre, se convirtió en su presidente.
En noviembre, los bolcheviques tenían el control de las principales ciudades de la región industrial del centro, norte y este de Moscú, en los Urales, en las partes más cercanas al frente y entre los marinos de la flota del Báltico. Derrotados sus adversarios militares, asegurados los principales centros de poder, Lenin y los bolcheviques pudieron dedicarse a temas apremiantes: conseguir la paz, atender a las reformas radicales que había reclamado el movimiento de los sóviets y reorganizar el poder.
A la revolución, siguió una cruenta guerra civil, en la que las potencias occidentales se implicaron para frenar el avance de la revolución bolchevique. La desorganización y desunión de las fuerzas contrarrevolucionarias, el poco o nulo apoyo social y la capacidad del ejército bolchevique que lideraba Trotsky, acabó por darles la victoria. Tras tantas batallas (Primera Guerra Mundial, Revolución rusa y guerra civil), la pobreza hizo acto de presencia y el país necesitaba medidas económicas capaces de levantar la economía y estimular la actividad industrial y agrícola.
Ante la difícil situación económica, Lenin aplica unas leyes conocidas como Nueva Política Económica (NEP). La revolución había logrado sobrevivir, pero a costa de un enorme coste. La emigración al campo y el despoblamiento de las ciudades era galopante y el nivel de vida de la población estaba bajo mínimos. El invierno de 1920 y 1921 se caracterizó por su extremada dureza y junto al hambre causaron más de dos millones de muertos. La rebelión de la guarnición de la fortaleza de Kronstadt (Báltico), descontenta con la situación económica y política imperante, supuso un serio aviso para los bolcheviques, cuyos líderes vieron necesario un cambio de tendencia.
La NEP constituía un sistema transitorio y mixto, en el que la economía permanecería bajo la dirección y planificación del Estado, secundada por la iniciativa privada. Cesaron las incautaciones de granos y a los agricultores se les concedió la libertad de cultivar y vender libremente. Se flexibilizaron las relaciones laborales. Se contrataron técnicos extranjeros y se permitió la propiedad privada de pequeñas y medianas empresas. El Estado mantuvo bajo su control los transportes, el comercio exterior, la banca y las grandes empresas. La NEP sobrevivió a Lenin, hasta que Stalin puso fin al Sistema en 1928-1929, siendo sustituido por la estatalización de la economía.
La diversidad en el seno del partido bolchevique quedó restringida a una sola línea oficial y los partidos quedaron abolidos. La URSS quedó constituida en diciembre de 1922 como una federación de repúblicas socialistas soviéticas integrada por Rusia, Ucrania, Bieolorusia y Transcaucasia (Georgia, Azerbaiyán y Armenia) con capital en Moscú. En 1924 se adhirieron Uzbekistán, Turkmenistán y Kirguistán y en 1929 Tadzikistán. Se trataba de un Estado plurinacional y multiétnico, regido por el PCUS como partido único. El Soviet Supremo era el órgano legislativo y elegía al Presidium, cuyo presidente era el jefe del Estado.
Lo que pudo haber sido un modelo a implantar universalmente, quedó marcado por el pasado de Stalin, los campos de concentración y el KGB. Por el contrario se produjeron logros espectaculares. Los ciudadanos no eran dueños de los bienes materiales, a cambio, contaban con una gran red de transporte público eficiente y de calidad. Desde el primer momento, la educación fue una pieza fundamental y de calidad, garantizada para todos y sin discriminación. La salud fue un derecho, quedando cubiertos la mayoría de procedimientos y medicamentos. Especialmente importantes fueron las políticas de vacunación y de desarrollo de la salud infantil.
Las ideas políticas provocaron que la URRS ayudara a muchos países en vías de desarrollo con el objetivo de que se enfrentaran a la ocupación colonial y se consolidasen como estados independientes. Destinó mucho tiempo y dinero a proyectos de cooperación que les permitiera establecer ayudas y relaciones diplomáticas. La Revolución de Octubre fue desde su primer momento un referente del movimiento obrero internacionalista y de las organizaciones socialistas que no claudicaron al belicismo y las ansias de conquista de los poderosos. El criterio para valorar los hechos históricos, debería ser por la bondad o maldad de su esencia. Y la esencia de la Revolución Socialista fue mejorar la suerte de los parias de la tierra.
Mijaíl Gorbachov, trató de reformar el Estado con la perestroika y glásnost, por salvar a la URSS de una grave crisis social, económica y política. Vladimir Putin añora a la antigua Unión Soviética sin socialismo y con todo el poder en sus manos, sin dar cuentas al pueblo. Un 25 de diciembre de 1991, Gorbachov anunció el fin de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Se disolvía un coloso que parecía eterno. La bandera roja fue arriada en el Kremlin e izada la tricolor de Rusia. Fin de la historia.
En un conflicto como la invasión de Rusia a Ucrania, deben mantenerse abiertos los canales diplomáticos para lograr una solución pacífica en el marco de Naciones Unidas. La invasión de Rusia a Ucrania, debe cesar. Esta agresión se debería haber evitado si en lugar de la tensión militar impulsada por Rusia, EEUU y la OTAN, se hubiese optado por defender una Seguridad Continental Integrada, como se aprobó en 1990 en la Carta de Paris para una nueva Europa. La Cumbre de París fue la conferencia de paz de la Guerra Fría: la perestroika había puesto fin a la división ideológica del Telón de Acero.
Son otros tiempos, pero la violencia no cesa. Hay que movilizarse por la paz y para que frente a los ataques militares, se mantengan los canales diplomáticos para parar esta guerra deshumanizada, como todas, y sin sentido.
Mi rechazo a Putin, contra los nazis de Ucrania, y mantengo mi grito de siempre !No a la guerra!, ni esta ni ninguna otra. ¡No a la OTAN!
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