De la partícula de Vox y otros errores de la naturaleza

Javi Ranvich


La mecánica cuántica es, sin duda, una de las ramas de la física más complejas y sorprendentes. Y también una de las más difíciles de entender. Prueba de ello son algunos descubrimientos que, desde hace décadas, dejan boquiabierto al mundo científico. Así ocurrió, por ejemplo, cuando se valoró la posibilidad de que una partícula pueda estar en dos lugares al mismo tiempo. Una cualidad verdaderamente extraordinaria, aunque nada comparable con las propiedades de la recientemente descubierta partícula de Vox. Estas unidades de materia suelen congregarse en estado natural, formando organismos mononeuronales que adoptan la apariencia de un hombre, blanco, heterosexual y con recursos económicos suficientes; aunque, también pueden adoptar otras formas. Las características distintivas en todos los casos son la ineptitud para la convivencia pacífica, la tendencia a la mentira y la alimentación del odio. Pero si hay algo por lo que estas partículas destacan por la capacidad para invertir la propiedad anterior; es decir, pueden estar en dos tiempos diferentes pero de manera simultánea. Esto permite a los organismos que forman desarrollar una ubicuidad selectiva. De esta forma, pueden llevar a cabo varias acciones simultáneas, como presentar su candidatura municipal en la plaza mayor de Villafacha de Arriba (España) al tiempo que participan en la ejecución de herejes en ese mismo lugar pero cuatrocientos años antes.

El problema aparece cuando estos organismos se ven incapaces de diferenciar un momento y otro, de tal forma que convergen ambos estados en uno solo. Es decir, son incapaces de identificar el punto temporal en que se encuentran. De esta manera, ya se han dado varios casos de colapso al descubrir que nos encontramos en 2019, que el imperio español no existe, que la armada invencible fue vencida, o que ya no se quema a los pelirrojos en las hogueras. Es preciso, por tanto, tener sumo cuidado con estas excepciones a la evolución natural. Tienden a la violencia como forma de expresión de su pobre desarrollo intelectual y pueden llegar a ser peligrosas. Lo recomendable en estos casos es siempre enfrentarlos a la verdad, con serenidad y palabra; sin violencia pero sin miedo. Si esto no funciona, siempre se les puede plantear un sencillo acertijo. Tal vez no se calme, pero su digestión intelectual el mantendrá ocupado un par de meses.

La ineptitud de Vox para integrarse en el sistema democrático reside en el nulo respeto a los Derechos Humanos que practica.

Realmente la ironía y la sátira son armas poderosas para efectuar una crítica certera sin incurrir en una retahíla de descalificativos. Pero también es precisa cierta seriedad en este punto. Nos encontramos ante posiciones ideológicas, por desgracia, nada nuevas en este país. Conocemos su funcionamiento y consecuencias, aunque algunos pretendan imponer la amnesia por decreto. La ideología de Vox comparable con la peste negra: se extiende por toda Europa, sus efectos negativos son sufridos principalmente por personas con pocos recursos, y ambas encuentran su contexto ideal en el siglo XIV.

El primer paso para la erradicación de esta lacra está en la identificación correcta. Las cosas tienen un nombre; y este debe ser utilizado con libertad, porque lo que no se nombra no existe. Basta ya de este absurdo complejo Voldemort (aquel que no debe ser nombrado); esta ideología puede y debe ser reconocida por lo que es: fascismo. Este concepto puede resultar amargo de pronunciar, y a menudo provoca silencios boquiabiertos. Pero insistir en su dicción es sano para la democracia, pues solo así se puede identificar a los verdaderos enemigos de la libertad. Se ha de repetir cuantas ocasiones sean necesarias para que los medios de comunicación y las personas dejen de tratarlos como “nostálgicos”, “patriotas” o “nacionalistas”. Son fascistas, simples y llanos dinamiteros de la democracia. Blanquear su comportamiento y declaraciones es una forma tácita de colaboración, pues cuando se trata de lucha antifascista el silencio es siempre cómplice.

Son fascistas, simples y llanos dinamiteros de la democracia. Blanquear su comportamiento y declaraciones es una forma tácita de colaboración

La ineptitud de Vox para integrarse en el sistema democrático reside en el nulo respeto a los Derechos Humanos que practica. Declaraciones de odio que tachan la homosexualidad de enfermedad mental curable, que ningunean a las víctimas de la violencia de género aduciendo a porcentajes de denuncias falsas que no existen, que niegan el genocidio nazi. Proposiciones para ilegalizar partidos de izquierdas o independentistas al más puro estilo fascista. Y todo ello pretenden ampararlo bajo una libertad de expresión que ellos mismos quieren dilapidar. El fascismo fue combatido y vencido en Europa el siglo pasado; y así ha de seguir. No debemos tolerar que estos sujetos desfoguen sus complejos con la idea de un resurgimiento en las próximas elecciones. Una vez más: no pasarán.

1 Comment

  1. Estamos en plena guerra semiótica! Los neo fascistas, a que se les dice erróneamente imbecilizados, están articulados en vários países aplicando lo que nos ensena Chomsky y Herman en su libro Manipulación del Público. Y están pasando, llegando al poder por golpes mediáticos, como en la gringolandia y en Brasil.

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