Cultura | La política económica clásica ante la crisis de 1929

Por Eduardo Montagut

La crisis de 1929 fue tan intensa y extensa que puede decirse que las políticas liberales clásicas hicieron que sus efectos se agudizasen, especialmente el paro, el más importante de todos. No era la primera crisis, y la de 1873 fue una depresión muy importante pero la de 1929 fue especialmente grave. El capitalismo es un sistema económico que evoluciona en ciclos, unos de expansión y otros de crisis o depresión. Terminaron por ser aceptados por los economistas liberales que se dedicaron a medir y estudiar estos ciclos y a no plantear intervenciones importantes porque el mercado tenía sus propios mecanismos y recursos para garantizar la superación de las crisis. En los ciclos negativos las empresas menos sólidas sucumbían y los supervivientes se fortalecían poniendo las bases del ciclo favorable siguiente. Pero 1929 trastocó todo este planteamiento clásico.

Hemos aludido a que en el liberalismo económico el Estado no debía intervenir. En realidad siempre ha intervenido, como lo demostraría el auge del proteccionismo después de la crisis de 1873 y en plena Segunda Revolución Industrial, superando la etapa librecambista pura que se dio con la Primera Revolución Industrial. Pero es cierto que el Estado, según los presupuestos ideológicos del liberalismo económico, debía tener un papel claramente secundario. La política económica ante una crisis debía limitarse a la deflación, que se conseguiría con una moderación o reducción salarial, un presupuesto del Estado sin déficit, es decir, equilibrado, y la defensa del valor de la moneda.

Ante la crisis del 29, los gobiernos occidentales siguieron el patrón marcado por esta política descrita, pero el proteccionismo y la devaluación hicieron inútiles las medidas. El paro creía de forma evidente y la economía no se recuperaba. Las consecuencias políticas fueron evidentes. En Estados Unidos la política económica tradicional de Hoover llevó a la derrota republicana en 1932 frente al demócrata Roosevelt que apostaba por un cambio radical de la política económica. En Francia, sin lugar a dudas, la crisis y la política seguida favorecieron el triunfo del Frente Popular, también con alternativas para afrontar la crisis. En democracias menos estables, como la alemana, propició el ascenso del nazismo. En el plano teórico, la crisis provocó la llegada de una nueva teoría económica, el keynesianismo.

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