Por Norelys Morales Aguilera
La intensa y descomunal campaña comunicacional contra el pueblo de Cuba probadamente orquestada y alimentada desde Estados Unidos continúa, a pesar de la derrota popular de los disturbios, que no estallido social como aspiran y esperan los odiadores.
Después del montaje y desarrollo de una operación comunicacional de alto estándar, salida de Estados Unidos, digna de estudio por teóricos y académicos no hay dudas de que los gestores y operadores se emplearon a fondo. Mensajes robotizados y medios concertados hicieron correr las matrices de opinión por el mundo a una velocidad inusitada.
Supuestamente, han dicho y siguen diciendo, el «pueblo perdió el miedo», «se ha levantado contra la mala gestión del gobierno a la pandemia», «pide libertad» y «cese de la represión».
Una mirada sobre la situación en Cuba la tiende el músico británico George Roger Waters:
‘Si le interesa mi casa y no me la puede comprar, es porque no se la quiero vender, ni tampoco se la quiero alquilar o arrendar… Entonces usted me encierra en mi casa, y no me deja salir para ir al supermercado, ni a la farmacia, ni al banco, y tampoco deja que me vendan los repuestos del carro o la moto, y aunado a esto me cancelan las cuentas y tarjetas de crédito y ahorro… Al cabo de un tiempo mis familiares se van a desesperar, algunos escaparán por la ventana… y usted desde afuera empezará a vociferar que soy un inepto para conducir las riendas de mi casa y que soy un dictador, que hago sufrir a mi familia… y entonces van a comenzar a decir que el gobierno de mi casa está en CRISIS y que los vecinos tendrán permiso para INTERVENIR y ECHARME con el propósito de atender la CRISIS HUMANITARIA de mi familia. Eso si… nunca usted dirá que lo que le interesa es quedarse con mi casa. Y que por eso fue que usted me puso a mí en esta situación tan CRÍTICA ante mi familia’.
En la misma medida que se esclarecen los hechos y los personeros de Estados Unidos hablaron, los vándalos (probados en su actitud) pasan a ser víctimas en medios y redes sociales.
Era de esperar que la derecha miamense se pronunciara con su odio visceral, que al pedir un corredor o intervención humanitaria mostraba la oreja peluda. Pero el aliento vocinglero llegó hasta la Casa Blanca. Se querría que Joe Biden cumpliera sus promesas electorales respecto a Cuba, y no fuera lo peor de Trump con sus 243 medidas añadidas al bloqueo, ni de Obama con su «poder inteligente», pero no hay señales a su favor.
«Nos unimos al pueblo cubano y a su clamoroso llamado por la libertad y alivio de las trágicas garras de la pandemia y de las décadas de represión y sufrimiento económico a las que ha sido sometido por el régimen autoritario de Cuba», dijo Biden en un comunicado. «Estados Unidos pide al régimen cubano que escuche a su pueblo y sirva sus necesidades en este momento vital en lugar de enriquecerse», agregó.
No es momento de conceder a Biden aliento humanitario: solo con una firma podría traer alivio a Cuba.
Vale recordar que toda intervención de Estados Unidos en guerra contra otros países estuvo antecedida siempre de la «preparación» del desinformado pueblo estadounidense, el único que en algo interesa al establishment de Washington. Y, de eso se trata: Estados Unidos siempre estaría preparado para la intervención humanitaria que no es más que destrucción inhumana.
El pueblo cubano sabe bien lo que se juega en la puja. La gente de Cuba está ocupada y preocupada con la pandemia y poder dar aire a la economía. La población está tranquila y en alerta. No se necesitó la orden de salir a las calles para que los vándalos fueran repelidos por la población y la autoridades. El llamado a las calles es el refuerzo a la convicción.
Los instigadores, los financistas y la derecha mediática y factual deben saber que para derribar la obra de generaciones y la Patria que los padres nos ganaron de pie, tienen que pasar por encima de la voluntad o de los cadáveres llegado el caso, de millones de gente patriota.
Contamos con la solidaridad internacional. Cuba no está ni estará sola. El mundo lo ha demostrado bien y eso molesta al Imperio y sus acólitos, como molesta la solidaridad cubana con otros países y con nosotros mismos. Como molesta el impecable desempeño del gobierno frente a la pandemia y la obtención de nuestras soberanas vacunas y medicamentos.
En estos momentos de la Patria podemos decir con los evangelios que llevamos tesoros en vasos de barro, que son el alma de la nación, y que estamos en apuros pero no seremos derrotados.
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