Cruzcampo y la identidad andaluza: Despidos con acento

Por Carmen Romero 

Desde un vídeo con deepfake donde Lola Flores habla de acento y poderío, hasta tuits con letras del grupo Califato ¾ escritos en andaluz. A la vez que estos contenidos se viralizaban en redes, Heineken, la compañía cervecera holandesa propietaria de Cruzcampo, despide en plena pandemia a 106 trabajadores en toda Andalucía.

No sorprende a nadie, claro, es una empresa que busca sacar el mayor beneficio. El problema viene cuando hay quien toma a Cruzcampo como referente a la hora de hacer política. Cuando ven ese uso de la identidad andaluza como una ventana electoralista. Mientras, entre acento, bandera anudada a la cintura y palmas, Cruzcampo también hace política a golpe de externalización y despidos.

No nos engañan, Cruzcampo es Holanda

En 1999, la multinacional holandesa Heineken compraba el 88% de Cruzcampo por 145.000 millones de pesetas (871 millones de euros). Sí, las empresas también hacen política. A través de la externalización y la deslocalización de empresas a otros países y rompiendo las grandes plantillas, lo que se busca y se acaba encontrando es romper con la acción colectiva. A través de esa acción colectiva y los sindicatos es la forma mediante la cual se le hace contrapeso al poder de la patronal. Vamos, que es la forma de decirle a la patronal que frene, que los trabajadores son más que mercancía y que hay una cosa llamada derechos laborales.

A la hora de convocar una huelga es más fácil organizarte con el resto de compañeros si afecta a una única plantilla con los mismo problemas y un único pagador. Si los trabajadores no pertenecen a la misma empresa y encima cada día van a currar a diferentes instalaciones, es mucho más difícil organizar el movimiento.

Es por esto por lo que las empresas están optando por establecer nuevas formas de trabajo a través de la uberización de la economía como pasa con Glovo, Uber o las empresas de mensajería. Los trabajadores de estas empresas no tienen un lugar de trabajo real donde organizarse más allá de la propia calle. Pero vayamos al grano. 

La publicidad recurre al activismo para hacer sus productos más atractivos. Cada 8 de marzo vemos a las grandes marcas teñidas de morado, por ejemplo. Esto es lo que hace Cruzcampo con la identidad andaluza y por esto es un error garrafal que ciertos grupos políticos andalucistas les tengan como referentes. Porque Lola Flores y el video del acento, por mucha Lola Flores que sea, no salva los despidos. Porque la identidad andaluza existe, pero la clase trabajadora también. Y la clase trabajadora debe existir tanto en sí misma como para sí misma para construirse como sujeto político del cambio.

Que no nos vendan el discurso identitario y simbólico como la panacea de la enfermedad andaluza que ha significado la entrada de Vox en el Parlamento al igual que está pasando en el resto de España. Después pasa lo que pasa, que la bandera y el acento lo puede sacar tanto un andalucista como un candidato del PP. Bendodo, consejero de Presidencia andaluza afirmaba que el Gobierno de PP y Cs es el «más andalucista de la historia”. ¿Sabéis de lo que no se puede apropiar ni el Partido Popular ni Ciudadanos? De un discurso andalucista de clase. Porque estos señoritos son los que se anudan la bandera a la cintura, montan a caballo y dan palmas al calor de los cortijanos de turno que explotan a los trabajadores andaluces.

El nuevo andalucismo es homeopatía

El andalucismo sin discurso de clase es cultura popular. Que está muy bien y es necesaria, pero no cambia directamente lo material. Es homeopatía política para niños bien, porque es muy bonito y necesario, pero no da de comer. Porque como canta Carlos Cano:
”Lo primero los obreros

Los lindos aceituneros

Los bonitos jornaleros

La morrallita señó” 

Dicen que hay un “Nuevo Andalucismo” que surge a través de esas manifestaciones en redes sociales como las de Cruzcampo.
En ese nuevo andalucismo incluyen al rapero Delaossa, un joven de El Palo (Málaga). El artista andaluz sacó en 2019 un Album titulado Un Perro Andaluz, haciendo referencia a la obra de Luis Buñuel. Nada más empezar el álbum, en la Intro, Delaossa rapea así:

“Yo crecí en aquel sitio humilde

Del culto a la virgen

De gente llana aunque no simple
En casa de la yaya comida de plato hondo, niño

Nada de Yankees, ni Burger King ni My Combo”
Habla de la virgen, de comer de plato hondo en casa de la abuela como esa forma bonita que tenemos en Andalucía de decirle a los nuestros que los queremos al juntarnos, y rechaza lo yankee como consecuencia de la globalización. Sí, identidad andaluza, pero ¿saben qué es lo que une a cada canción del álbum si lo escuchan? Delaossa narra lo difícil que lo tienen los chavales de El Palo para prender un futuro digno. Lo que une a cada canción del álbum es la pertenencia a una clase social. 

Porque la creación de un sujeto político debe contar con la clase trabajadora. Más en medio de esta catástrofe neoliberal donde el sistema se hace con cualquier identidad para domesticarla. Porque Cruzcampo utiliza la identidad andaluza para seguir haciendo caja mientras despide a trabajadores, pero la política útil debe centrarse antes que nada en mejorar la vida de la gente. Porque la cosa está en que Curro Jiménez a caballo es un sí rotundo, pero Abascal es un no.

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