Crisis política en Túnez

 

El 25 de julio último hubo un cataclismo en Túnez. El presidente Kais Saied decidió echar al premier Hichem Mechichi y congelar el parlamento, generando una ola de críticas de la oposición. Kais Saied fue acusado de “golpista”, mientras que algunos ven la mano de los saudíes, los emiratíes y egipcios en este escenario complejo.

Tunecinos se manifiestan en las calles. Foto: EFE

Por Mauricio Piñero

A Túnez le está yendo muy bien en los actuales Juegos Olímpicos de Verano en Tokio, Japón, obteniendo medallas históricas. Pero en lo político las cosas no van tan bien. Tras una jornada de manifestaciones en numerosas ciudades del país, el presidente Kais Saied anunció la suspensión de la actividad del parlamento durante 30 días y anticipó que se haría cargo del poder Ejecutivo. ¿Golpe de Estado en Túnez? Sus contrincantes políticos dicen que sí. Otros hablan de injerencias de Arabia Saudí, Egipto y Emiratos Árabes Unidos.

Kais Saied además anunció que cesaba de sus cargos al ministro de Defensa, Ibrahim Bartaji; y a la vocera del gobierno, ministra de la Función Pública y ministra interina de Justicia, Hasna Ben Slimane. Todo un batacazo para un país aún con vestigios inestables de la llamada “Primavera Árabe” de 2011. De hecho, todo empezó en Túnez y se desparramó por Egipto, Yemen y Libia.

La única persona de las tres depuestas en estas 48 horas que hizo declaraciones públicas fue Mechichi, quien publicó una nota en Facebook, en la que analizó su accionar y anunció que aceptaba la decisión del mandatario. Llamó a que la gente se calme y que no haya un baño de sangre.

Kais Saied impuso un toque de queda, para frenar movilizaciones y alertó a las fuerzas armadas. Pero la gente no le hizo caso y salió a las calles, con fuegos de artificio y haciendo sonar las bocinas de sus autos en la capital Túnez y otras ciudades.

Una manifestante iza la bandera nacional durante una manifestación contra el gobierno frente al parlamento. Foto: Fethi Belaid / AFP.

Rached Ghannouchi, líder de Ennahdha y presidente del parlamento, llamó a la movilización y estuvo casi 12 horas frente a la puerta cerrada de la institución, a la que no pudo acceder porque los militares desplegados para custodiarla se lo impidieron. Ghannouchi y Saied se hallan inmersos en un pulso político desde hace seis meses, que paralizó el gobierno y perturbó a los poderes públicos en plena ola de contagios de coronavirus que sacude al país desde principios de julio. Además de Ennahdha, las formaciones de su coalición, Qalb Tounes, y el movimiento islamista nacionalista Karama, también condenaron las decisiones del mandatario. En la oposición, la Corriente Democrática, un partido socialdemócrata que apoyó a Kais Saied en varias ocasiones, también rechazó la medida. En tanto, la Unión General de Trabajadores Tunecinos, una influyente central sindical, apoyó implícitamente las decisiones indicando que eran conformes a la Constitución, aunque pidió la continuación del proceso democrático.

A la mayoría de la población civil tunecina se le vino el recuerdo del año 2011, cuando movilizaciones inmensas pusieron fin al larguísimo gobierno de Zine el Abidine Ben Alí.

La Liga Árabe, organismo regional del que Túnez forma parte, espera que el país supere rápidamente el actual período de turbulencias y vuelva a la estabilidad y la tranquilidad. El canciller estadounidense Antony Blinken, habló por teléfono con Saied y lo “alentó a apegarse a los principios de democracia y derechos humanos que son la base del gobierno en Túnez”. Por su parte, Turquía, aliada de Ennahdha, pidió que se restaure la “legitimidad democrática”, Alemania reclamó el regreso del orden constitucional lo más rápidamente posible, y Francia pidió un retorno, lo más pronto posible, a un funcionamiento normal de las instituciones.

Parece que Túnez empieza a pesar en la geopolítica del Mediterráneo africano, muy cercano a Europa. Además, la Unión Europea teme una oleada de inmigrantes magrebíes desde Cirenaica y hasta una peligrosa balcanización en el país, que se sumaría a la que ya existe en Libia.

La situación social es más que crítica. Hay un desempleo del 30 %, una pobreza del 45 % y las luchas tribales en el sur parece que abren un escenario de “guerra de señores rurales”. Y como si fuera poco, con casi 18.000 muertos por Covid-19, el país, de 12 millones de habitantes, presenta una de las peores tasas de mortalidad del mundo.

Presidente de Túnez, Kais Saied. Foto: EU Today.

Kais Saied, para mantenerse en el poder, buscó ayuda en Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Egipto. En una nota publicada el lunes, el portal Saudi Leaks, citando a fuentes bien informadas, reveló el soterrado apoyo del príncipe heredero saudí, Muhamadbin Salman Al Saud, a la jugada política osada de Kais Saied.

Según la información facilitada por las fuentes, Bin Salman llamó en secreto a Kais Saied y le incitó a disolver el parlamento para aislar al partido Ennahda en la escena política. De hecho, el gobernante de facto del reino árabe, prosigue el reporte, prometió su apoyo personal a las gestiones del mandatario tunecino si tomaba medidas firmes contra el partido Ennahda.

También se ha revelado que una red de medios de comunicación tunecina y árabe, con la gestión entre bastidores de los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí y Egipto, estaba involucrada en la conspiración del “golpe”. El objetivo es terminar con Ennahda, que es un movimiento islámico muy asociado a los Hermanos Musulmanes de Egipto y el Movimiento Hamas de Palestina. También tiene buenas relaciones con la Siria de Bashar Al Asad y hasta con los iraníes y los yemeníes huthi. Todo un clímax.

Kais Saied ha movilizado a su militancia, sobre todo a la juventud. Además, culpó al premier destituido de todas las erróneas decisiones sociales y económicas en tiempos de pandemia. Se había creado, pues, un gobierno bicéfalo. Un caos.

Pero no hay que olvidar a los intereses de Francia, Turquía y Estados Unidos, entre otros países para injerir en los asuntos internos de Túnez. Estas naciones están aprovechando la moribunda situación política que se vive en esta nación norteafricana, muy rica en gas natural y yacimientos petrolíferos.

Revista Trinchera

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