Coronavirus y crisis capitalista

El precio promedio de un contenedor estándar chino hoy cuesta más del doble que en 2016 y las tarifas del transporte para ciertas rutas aumentaron fuertemente.

Rolando Astarita

El jueves 26 de octubre di una charla-debate organizada por el Programa La Argentina Reciente – IESAC, Universidad Nacional de Quilmes, y convocada bajo el título “Coronavirus y crisis capitalista”. Con ese fin, redacté un texto para la intervención inicial. En esta nota lo reproduzco, con algunas correcciones y cambios. La intervención oral puede escucharse (aquí). Empezamos señalando la magnitud de la crisis y caída de la economía capitalista en 2020.

Hasta el estallido de la pandemia la crisis de 2008-09. había sido la más profunda y geográficamente extendida desde el fin de la Segunda Guerra. En 2009 el producto global cayó 0,5% y el de los países adelantados 3,4%.

La crisis de 2020 fue, sin embargo, más profunda: el producto global cayó 3,1% y el de los países adelantados 4,5%.

Las causas de las crisis también fueron distintas. La de 2008-09 fue de sobreproducción y sobreacumulación, y tuvo como principal disparador a EEUU. La sobreproducción se centró en la construcción residencial y el sector inmobiliario, y fue alimentada por masas dinero que no se volcaron a la inversión productiva luego de la recesión de 2001. El crédito, sobre-extendido, fue crucial para que la crisis se difundiera al resto de la economía, primero en EEUU y luego a nivel mundial. Las crisis de realización, como fue la de 2008-09, remiten a la contradicción entre una producción que tiende a desarrollarse por encima de todo límite; y un mercado que no puede absorber ese producto. Cuando la sobreproducción y sobreacumulación ocurren en las ramas que han sido las más dinámicas durante la fase de ascenso del ciclo económico, en su caída arrastran, inevitablemente, al resto de la economía. Analizada desde el punto de vista del circuito del capital, las crisis de sobreproducción tienen su raíz en la contradicción entre el proceso productivo y la realización del valor. Siendo, en el circuito capitalista, D: dinero; M: mercancía; MP: medios de producción; FT: fuerza de trabajo, y …P… el proceso productivo, la contradicción se establece entre este último y M’ – D’ (mercancía valorizada y dinero acrecentado por la plusvalía).

Circuito capitalista

                 MP

D – M               … P…  M’ – D’ 

                  FT

También fueron crisis de sobreproducción, entre otras, las de 1847-8;1873; 1930; y 1974-5. Son las más frecuentes en el capitalismo. Por eso Marx les prestó mucha atención (por ejemplo, a la crisis de 1847; véase aquí).

La crisis de 2020, sin embargo, no fue una crisis de realización (aunque hubo problemas de realización). Es que el estallido de la pandemia afectó de lleno al proceso productivo, arrastrando a las economías de decenas de países a una profunda recesión. En términos del circuito capitalista, se interrumpió … P…. Por eso, en marzo de 2020 (aquí) señalábamos: “la expansión del virus está afectando, de forma directa, a la fuerza de trabajo, la fuerza productiva imprescindible –al menos, dado el grado actual de desarrollo tecnológico- para poner en movimiento a las fuerzas productivas de conjunto. (…) si la fuerza laboral está obligada a quedarse en casa por cuarentena, o enfermedad, no hay posibilidad de poner en movimiento a las fuerzas productivas de conjunto. Ni de hacer circular el producto social. Pero esta situación lleva a la caída del producto”. Se desató entonces una crisis por caída tanto de la oferta, como de la demanda. Esta última caía debido a las restricciones que imponía la propia pandemia (por ejemplo, derrumbe del turismo, espectáculos, entretenimiento, etcétera) y por la caída de los ingresos.

Destacamos también el carácter global de la crisis: “en la medida en que la producción se ha globalizado, la espiral descendente se hace global. Ningún país capitalista puede escapar de esta dinámica. Las cadenas internacionales de valor, en particular, hacen sentir los efectos negativos de la caída en cualquiera de sus eslabones, afectando al resto de la cadena”. Cuando hablamos de la internacionalización de la producción nos referimos a la fase … P… del ciclo capitalista. Es la característica específica de la llamada globalización. Internacionalización de la producción que se plasma en las cadenas globales de valor. De ahí la rapidez con que se expanden las convulsiones económicas en el capitalismo globalizado.

La interrupción del proceso productivo generó entonces dificultades globales no solo para la realización del valor (M’ – D’), sino también para la renovación del ciclo del capital. Esto último significa que también afectó a la primera fase del circuito, D – M. Lo cual actualiza el interés por una segunda causa de crisis que visualizó Marx, a saber, por la imposibilidad de realizar D – M. En el siglo XIX la más representativa de esta forma de crisis fue la del algodón, de 1861 a 1865, cuando se interrumpió, por la Guerra de Secesión el suministro de la materia prima a la industria inglesa. Se trata de un aspecto de las crisis al que se le ha prestado poca atención, por lo cual dedicamos el siguiente apartado a presentar su tratamiento por Marx.

Crisis por dificultades en el proceso de reconversión del dinero en medios de producción

El tema es analizado por Marx en el capítulo 6 del tomo 3 de El capital. Sostiene que en todos los ramos el elemento más importante -haciendo abstracción del capital variable- es la materia prima (incluidas las materias auxiliares) y que dificultades de producción y aprovisionamiento dan lugar a violentas oscilaciones: “Si aumenta el precio de la materia prima, puede ser imposible reponerlo por completo a partir del valor de la mercancía [se refiere a M’] luego de deducido el salario. Por ello, violentas oscilaciones de precios acarrean interrupciones, grandes colisiones y hasta catástrofes en el proceso de reproducción” (p. 145, edición Siglo XXI, énfasis agregado). Afirma que las materias primas provenientes de la naturaleza orgánica están sujetas a esas oscilaciones de valor, como consecuencia de los cambios en los rendimientos de las cosechas, o por condiciones naturales incontrolables, u otros factores. Por caso, el aumento de los precios de las materias primas puede dar lugar a una ampliación de la producción (y un abastecimiento desde regiones más remotas) y a la disminución de la demanda, procesos que a su vez dan lugar al colapso de esos precios elevados (véase ibid., p. 147).

El análisis de Marx tiene una sorprendente actualidad. Por ejemplo, en lo referido a la producción de petróleo, gas y otros energéticos; o alimentos. Así, la lentitud en la respuesta a un aumento de la demanda –las inversiones en exploración y eventual puesta en marcha de nuevos pozos de petróleo pueden demandar mucho tiempo; algo similar ocurre con la puesta en cultivo de nuevos terrenos- pueden explicar las fuertes oscilaciones de precios: subas pronunciadas cuando la demanda supera a la oferta, y luego de algunos años, descenso de los precios cuando el nuevo output llega al mercado, satisface a la demanda primero y luego la supera. La caída de los precios (y las ganancias) lleva entonces al descenso de las inversiones; hasta que se inicia el nuevo ciclo, con escasez de oferta (ampliamos sobre esta dinámica en el petróleo más abajo). Marx escribe: “la esfera de la producción de las materias primas solo se modifica de manera intermitente, ora ampliándose de manera súbita, ora volviendo a contraerse violentamente” (ibid., p. 149).

También en Teorías de la plusvalía En Teorías de la plusvalía trata el tema: “Una crisis puede surgir: 1) durante la reconversión [del dinero] en capital productivo; 2) por cambios en el valor de los elementos del capital productivo, en especial de las materias primas, por ejemplo, cuando hay una disminución de la cantidad de algodón cosechado” (p. 441, t. 2, edición Cartago). Cuando hay que invertir más en materias primas la reproducción no puede repetirse en la misma escala, una parte del capital fijo queda ociosa, una parte de los obreros es arrojada al desempleo, se reduce la tasa de ganancia, en tanto el interés y la renta que se habían establecido permanecen iguales, y en parte no es posible pagarlos (véase p. 442). “Esta es entonces una perturbación del proceso de reproducción debida al aumento del valor de la parte del capital constante que debe reponerse con el valor del producto” (ibid.). De nuevo aparece el tratamiento dinámico -y anárquico- de la acumulación capitalista. Sostiene que las crisis originadas en la reconversión del dinero en capital productivo pueden deberse a una mala cosecha pero también a una sobreproducción de capital fijo, y por lo tanto a una subproducción de capital circulante (véase 442-3). Poco más adelante señala que la circulación del capital “contiene las posibilidades de interrupciones” y se refiere a dos posibilidades: si los instrumentos de producción aumentan con más rapidez que el volumen de materias primas, y segundo, por el carácter variable de las cosechas (véase p. 455, ibid.).

Si bien el análisis de Marx se focaliza en las materias primas, también puede haber interrupciones en el suministro de insumos industriales, con fuertes repercusiones en otras ramas. Un ejemplo son las dificultades que existen hoy para elevar rápidamente la producción de los semiconductores (un insumo vital, dado el actual desarrollo tecnológico) y satisfacer los nuevos niveles de demanda que conlleva la recuperación económica.

Para terminar este punto, precisemos que las crisis de sobreproducción pueden agravarse, o potenciarse, con crisis que afectan a la reproducción del capital, incluidas las incidencias de catástrofes naturales, o conflictos políticos. Por ejemplo, si bien Marx y Engels consideraron que la crisis de 1847 fue de sobreproducción, no dejaron por ello de lado el agravamiento de la misma debido a la plaga que afectó a la patata -en primer lugar en Irlanda- desde 1845 (ocasionó una tragedia que pasó a la historia como la “hambruna de la patata”, o la “hambruna irlandesa”). Otro ejemplo es la duplicación de los precios del petróleo en 1973, cuando la OPEP decretó el embargo para los envíos a Occidente. Si bien la causa central de la crisis de 1974-75 fue la sobreproducción y sobreacumulación -y caída de la tasa de ganancia en el largo plazo- la suba de los precios del crudo agravó la crisis de rentabilidad del capital industrial, y el estallido de la recesión. Desde el punto de vista del método, el análisis debe ser concreto -esto es, considerar las múltiples determinaciones que explican una situación dada (remito, de nuevo, a la nota sobre la explicación de Marx de la crisis de 1847).

La crisis de 2020 en datos y hechos

Caída de la fuerza de trabajo, de la oferta y la demanda

Según OIT, en 2020 se perdió el 8,8% del total de horas trabajadas. Equivale a las horas trabajadas por 255 millones de personas a tiempo completo. Aproximadamente la mitad se debió a reducción de las horas trabajadas por aquellos que seguían empleados. La otra mitad fue por despidos. En relación a 2019 el empleo disminuyó en 114 millones de trabajadores (81 millones se retiraron de la fuerza laboral). Se produjo por lo tanto una ruptura en el proceso productivo, directamente asociado al brusco descenso de la fuerza laboral activa.

Una consecuencia inmediata fue la caída del ingreso global del trabajo. Descontadas transferencias de los gobiernos, la disminución fue de 3,7 billones de dólares; una caída del 8,3%. Lo cual afectó negativamente a la demanda de consumo. También se detuvieron o cayeron inversiones en las ramas afectadas por los cierres de actividades y por la caída del consumo. Hubo, por lo tanto, una caída de la producción que afectó tanto a la oferta como a la demanda. Para terminar este punto, señalo que es absurdo negar la importancia de la pandemia en la crisis (algunos marxistas sostienen que aunque no se hubiera desatado la pandemia, la economía capitalista habría sufrido una caída de magnitud similar a la ocurrida). .

Aumento del hambre

Según el “Estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo” (informe conjunto de FAO; FIDA; OMS; PMA y Unicef) el número de personas subalimentadas aumentó, entre 2019 y 2020, en 118 millones (el total de subalimentados en el mundo, en 2020, fue 811 millones). Casi 150 millones de niños sufrieron retraso de crecimiento en 2020. Y habría aumentado el número de personas que no acceden a una dieta saludable. En 2019 eran, a nivel mundial, 3000 millones.

Dinámica de la crisis

En la primera parte de 2020 la caída fue vertiginosa. Por ejemplo, en EEUU en el primer cuatrimestre de 2020 la economía cayó 5,1%; y en el segundo cuatrimestre 31,2% (tasas anualizadas). En otros países, adelantados o atrasados, se registraron cifras similares. La nota de marzo de 2021, que he citado, está escrita con la idea de que el escenario pudiera ser una depresión global de años. Sin embargo, la situación mejoró sensiblemente en el segundo semestre. Por ejemplo, en Estados Unidos la economía creció 33,8% en el tercer trimestre, y 4,5% en el cuarto. Esta dinámica se repitió en otros países capitalistas. De manera similar, el volumen del comercio mundial de mercancías en el segundo trimestre de 2020 cayó 15%. Pero en la segunda mitad del año se recuperó, y para el conjunto de 2020 la caída se redujo al 5,3%. La OMC pronostica que en 2021 el volumen de comercio de mercancías crezca 8%.

Por otra parte, no se produjo la crisis financiera que muchos consideramos probable. En 2020 no hubo un Lehman. En algunos países los paquetes de ayuda fiscal (transferencias a los hogares, seguros de desempleo) fueron superiores al 10% del PBI: compensaron, al menos parcialmente, la caída de ingresos salariales. Muchos bancos centrales disminuyeron las tasas de interés e instrumentaron programas de compras de activos financieros. Los bancos atravesaron la recesión de forma bastante suave; hubo bajas tasas de insolvencia. La mayoría había entrado en la pandemia con balances mejorados (después de la crisis financiera de 2008-09 muchos aumentaron su capitalización).

La recuperación económica progresó a medida que avanzó la vacunación. En el tercer trimestre, cuando se aflojaron los encierros en muchos países, el gasto de los hogares recuperó una parte importante del terreno perdido. Se volcó liquidez acumulada a la demanda de bienes de consumo, como equipos electrónicos y vehículos a motor (generando ahora tensiones por el lado de la oferta, véase más abajo). También comenzaron a recuperarse los viajes internacionales y el turismo. Las condiciones crediticias en el sector corporativo mejoraron y se fortalecieron los balances. Los ratios ganancias / acción en septiembre 2021, en EEUU, zona del euro y Japón son más elevados que antes de la pandemia. Subieron los precios de las acciones y las tasas de default en los mercados de bonos especulativos están contenidas; disminuyeron los spreads de crédito. En muchos países adelantados bajaron los defaults por préstamos hipotecarios; y subieron los precios de las viviendas. Bajó en consecuencia la relación deuda /patrimonio de los hogares. Se recuperaron los flujos internacionales de capitales.

Para terminar este apartado, un tema a estudiar son los efectos a más largo plazo de la pandemia y los cambios ocurridos, o acelerados, por ella. Por ejemplo, el aumento de las transacciones comerciales por internet, ¿significa una reducción de gastos improductivos? ¿Cómo incide en la rentabilidad del capital? De la misma manera, con el trabajo a distancia, ¿disminuyeron gastos improductivos? ¿Aumentó la presión del capital sobre la fuerza laboral (ritmos de producción, horarios de trabajo, etcétera)? ¿Aumentó la productividad en la fabricación de medicamentos? ¿Aumentó el campo de su comercialización?

Vulnerabilidades que permanecen

La recuperación en de la economía global no debería disimular que sigue habiendo importantes vulnerabilidades. Globalmente, hay dudas sobre la fortaleza de la recuperación. Por un lado, porque la pandemia no está superada. Centenares de millones de personas no recibieron la vacuna, y nada asegura que en algún momento el virus no mute de manera muy peligrosa para las vidas humanas. Por otra parte, crecen los desastres naturales derivados del cambio climático.

Pero además, aumentaron significativamente las deudas externas de los países atrasados. En vísperas de la pandemia los stocks de deuda externa de los países en desarrollo alcanzaban 10,6 billones de dólares. Era más del doble del nivel de 2009 (4,4 billones), y más de cuatro veces el nivel de 2000 (2,3 billones de dólares). Dado el débil crecimiento posterior a la crisis financiera 2008-09, la deuda externa pasó de representar el 23% del PBI en 2008 (el punto más bajo en 20 años) al 31% en 2020. Pero si se excluye China, el promedio de deuda externa / PBI es 44% en 2020.

Por otro lado, debe anotarse la complicada situación del sector financiero (existe una extendida shadow banking, esto es, por fuera de balances) e hipotecario en China. Y es posible que en los países adelantados las políticas monetarias durante la pandemia hayan impulsado la sobrevaluación de acciones y otros activos financieros.

Dificultades por el lado de la oferta, cuellos de botella 

A esos problemas más bien estructurales, agregamos que en el corto plazo existen muchas dificultades para la reproducción del capital productivo. Las mismas se manifiestan en el aumento de los precios de insumos esenciales, en cuellos de botella para el abastecimiento industrial y consiguientes caídas de la producción. Señalamos las más significativas.

Los precios del petróleo

La evolución de precios, producción y demanda del petróleo es ilustrativa de las oscilaciones violentas a la que está sometida la economía capitalista, gobernada por las fuerzas ciegas del mercado y la lógica de las ganancias (e ilustra el planteo teórico de Marx reseñado más arriba). Repasemos brevemente esta historia.

Luego de tocar, en abril de 2020, los 16 dólares el barril, los precios se recuperaron y hoy están por arriba de los 80 dólares (el Brent, 82 dólares, principios de noviembre). Los observadores del mercado calculan que la demanda supera a la oferta en un millón de barriles diarios, y que continuará produciéndose el cambio del gas al petróleo para la generación de electricidad. Por lo tanto, tendería a agravarse el déficit. Esto significa que se necesita aumentar la inversión. Debe tenerse en cuenta que la industria petrolera necesita una constante reinversión, ya que a nivel global es necesario reemplazar 3 millones de barriles / día que es lo que se pierde por los pozos que llegan a su madurez. Equivale a reemplazar un Mar del Norte cada año. A lo que se agrega la necesidad de cubrir el crecimiento de la demanda. Pero en los años previos a la pandemia la inversión se mantuvo  débil, preparando el escenario actual (véase informes anuales IEA, International Energy Agency; también para lo que sigue).

En este punto, las fluctuaciones de la inversión, producción y demanda, juegan un rol crucial. Así, en 2014, cuando el precio del barril superaba los 100 dólares, la inversión global anual rondaba los 750.000 millones de dólares. Pero entonces hubo sobreproducción y caída de precios: en  2016 el precio del barril fue de 43 dólares y en 2017 de 53. Bajaron las ganancias y la inversión disminuyó 25% en 2015 y 2016. En 2017 permaneció débil; los nuevos descubrimientos cayeron a un nivel históricamente muy bajo. Se redujo entonces la capacidad ociosa global. En 2018 los precios se recuperaron a 64 dólares el barril, debido principalmente a los recortes de la producción de la OPEP y la caída de la producción de Venezuela e Irán. En contrapartida, la producción shale de EEUU se mantuvo fuerte. Pero en 2019 el precio cayó a 57 dólares, debido principalmente al aumento de la producción de EEUU. Sin embargo, la demanda se mantuvo débil, en consonancia con el crecimiento económico débil de muchos países europeos. En 2019 hubo un aumento modesto de la inversión, que no aumentó sustancialmente la producción.. En 2020 la debilidad de la oferta no se sintió por la caída de la demanda. “Pero una vez que comenzó a recuperarse la demanda, era cuestión de tiempo para que comenzara a sentirse el faltante” (The Economist, 4/10/2021). Y si bien subieron los precios, la inversión todavía se mantiene débil. “Aunque los precios suben, la inversión en petróleo no da señales de aumentar” (ibid.). Entre los factores que estarían incidiendo figura la presión por descarbonizar; y la inclinación de países de la OPEP de mejorar los presupuestos fiscales antes de expandir la producción de petróleo (ibid.).

Semiconductores

Hoy también hay escasez mundial de semiconductores; la producción no alcanza a satisfacer la demanda. Además de la explosión de la demanda relacionada con la apertura post-Covid, y el aumento del trabajo a distancia, con los avances tecnológicos aumenta el número de chips utilizados en automóviles, celulares, cámaras fotográficas, computadoras y similares. También requieren cada vez más semiconductores tecnologías como inteligencia artificial, 5G y el desarrollo de la robótica. Por lo tanto, son muchos los sectores que están teniendo problemas. Una de las más afectadas es la industria automotriz (los automóviles utilizan más de 100 microprocesadores). Muchas empresas se vieron obligadas a reducir la producción; Toyota, por ejemplo, anunció en septiembre que disminuirá su producción un 40%. La consultora AlixPartners calcula que a nivel global esta crisis costará al sector 210.000 millones de dólares; la caída de la producción, con respecto a lo estimado previamente será de 7,7 millones de vehículos. Fabricantes de electrodomésticos y otros sectores industriales también sufren la falta de chips. Por ejemplo Apple tuvo problemas para cumplir con la producción prevista de iPhone 12, Mac, e iPad. Dell y HP también informaron cuellos de botella que están afectando su producción. Lo mismo dicen fabricantes de pantallas.

Todo indica que adecuar la oferta a la demanda incrementada llevará tiempo y grandes inversiones. Según la consultora Bain & Company, agregar 10% de capacidad de producción de semiconductores en las plantas existentes costaría 40.000 millones de dólares. Construir una planta de producción de semiconductores puede demandar entre 12.000 y 20.000 millones de dólares. Y se necesitan entre dos y cuatro años para montar una fábrica. Una máquina que utiliza la técnica de litografía ultravioleta extrema, que permite desarrollar chips de un tamaño de menos de 10 nanómetros, vale unos 200 millones de dólares.

Transporte y logística

También se están produciendo importantes dislocaciones en el mercado de contenedores, las rutas de navegación, puertos, carga aérea, transporte por camiones, ferrocarriles y almacenamiento. Hay atrasos en las entregas y alza en los costos de transporte. Todo esto agravado por los procesos productivos “justo a tiempo”, que operan con pocos stocks (una manera de reducir el capital constante circulante y aumentar la rentabilidad). Los cuellos de botella e interrupciones en los suministros tienen por lo tanto efectos inmediatos en toda la cadena productiva.

El telón de fondo son años de inversiones débiles en el transporte. Por caso, la construcción de barcos se mantuvo débil o semi estancada durante años. Ahora, con la recuperación del comercio, se necesitan más barcos de carga (el 90% del comercio mundial de bienes se hace en barco, combinado con ferrocarriles y camiones). Existen nuevas órdenes para la construcción de barcos, por un equivalente a casi el 20% de la capacidad instalada, pero no estarán disponibles hasta 2023 y 2024. Por otra parte, la tendencia a barcos cada vez más grandes crea desafíos de infraestructura no solo en los puertos, sino en áreas conectadas a ellos. Por ejemplo, se requiere más capacidad de camiones, trenes y almacenamiento para cargarlos y descargarlos. Cuando esa capacidad no existe, surgen atascos y cuellos de botella. Por lo tanto, se hace más lento el giro de contenedores, lo cual, sumado al aumento de los volúmenes de carga, genera mayor desnivel entre oferta y demanda. El precio promedio de un contenedor estándar chino hoy cuesta más del doble que en 2016. Las tarifas del transporte para ciertas rutas aumentaron fuertemente.

De conjunto, estos factores pueden comenzar a afectar seriamente las ganancias del capital, y la producción. De hecho, en su última revisión (octubre 2021) el FMI bajó la previsión de crecimiento de la economía global para 2021. Pero por ahora la revisión es marginal. En todo caso, se trata de un proceso en desarrollo, que será preciso seguir con atención.

Para bajar el documento: https://docs.google.com/document/d/1uNONUdbvbB-KxQsg4qHb-3aLTKSqKIQ27HQbIPiia08/edit?usp=sharing

Rolando Astarita. Profesor de economía de la Universidad de Buenos Aires.

Fuente: https://rolandoastarita.blog/2021/11/05/coronavirus-y-crisis-capitalista/

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