Sus ingenuos votantes son hábilmente manipulados al hacerles creer que la crítica a la falta de honradez en la cúpula de la organización es en realidad un ataque de los que quieren destruir España
Por Lucio Martínez Pereda
Una de las promesas más demagógicas de Vox, repetidas con entusiasmo ingenuo por sus burlados votantes, fue la de terminar con los “ chiringuitos”.
No creo incurrir en exageración afirmando que una de las características que mejor definen el perfil común del votante de Vox es su ingenuo apasionamiento sobre las promesas de lucha contra la corrupción. Creo que la cúpula dirigente del partido ultraderechista se equivoca pensando que el intenso españolismo que alimentan en sus vehementes seguidores es motivo suficiente para que estos miren para otro lado ante la falta de ética en la gestión del presupuesto público y los sueldos que se auto asignan.
Sus ingenuos votantes son hábilmente manipulados al hacerles creer que la crítica a la falta de honradez en la cúpula de la organización es en realidad un ataque de los que quieren destruir España contra la única fuerza política que defiende con pasión y coraje a España.
Cuando leo sobre la falta de transparencia en la Fundación Disenso y los casos de corrupción en los aparatos provinciales de Vox, no puedo dejar de pensar en aquella frase que decía que en bastantes ocasiones el patriotismo sirve para convertirse en el último refugio del canalla.
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