Algunos apuntes biográficos para entender cómo se forjó el pensamiento de Karl Marx que, junto a Friedrich Engels, fueron los padres del socialismo científico.
Por Redacción NR
Nacido en la ciudad de Treveris, en aquel entonces Prusia, el joven Karl Marx fue un joven rebelde y caótico. Un tipo con una audacia intelectual fuera de lo común y a la vez muy autocrítico y exigente consigo mismo. En lo cotidiano era un declarado enemigo del orden y la limpieza. Le gustaba frecuentar cafés y tabernas donde discutía con estudiantes sobre literatura y política de manera acalorada y en medio del humo del tabaco. Fue precisamente en esos círculos que terminó rodeándose y conociendo a figuras influyentes de la época: escritores, periodistas y filósofos, quienes definieron a Marx como «un almacén de pensamientos, una colmena de ideas, un joven león».
Sus primeros estudios universitarios fueron en Bonn y posteriormente se trasladó a Berlín. Sus reuniones en el conocido como Doktor Klub (Club de los Doctores), ubicado en la capital alemana, terminarían forjando una interpretación del mundo desde una nueva perspectiva.
Sin embargo, su etapa allí se caracterizó por la frustración inicial: lo intentó con la poesía y la novela pero no tuvo éxito. Su mente era un hervidero intelectual, llegando a quedarse hasta altas horas de la madrugada escribiendo. Tal fue su desorden de sueño y alimentación que terminó marchando por prescripción médica a Stralau, en aquel momento una pequeña península de pescadores en Berlín.
Marx quería cambiar un mundo que consideraba injusto pero para desarrollar su teoría debía sumergirse en la filosofía. Fue allí donde se introdujo en la filosofía hegeliana.
Tras su doctorado, Karl trató de dedicarse a la docencia universitaria pero fue vetado por motivos políticos. Esto lo llevó al periodismo. En 1842 entró como redactor en el Rheinische Zeitung (la Gaceta Renana), periódico de tendencia liberal sostenido económicamente por la burguesía de Renania. Es a partir de esta etapa, cuando se trasladó a Colonia, que Marx desafió la censura del régimen prusiano y se convirtió en una persona realmente influyente. Como redactor en jefe, Karl imprimió una nueva tendencia a la gaceta: la denuncia política. En apenas un año, esta nueva línea triplicó el número de lectores, que pasó de 1.000 a 3.000.
Su amigo Moisés Hess lo definiría como «el mayor y sin duda el más auténtico filósofo vivo; muy pronto dará a la política y a la religión medievales el tiro de gracia». Karl tenía en aquel entonces apenas 24 años.
Contrario a lo que se pudiera pensar de un brillante filósofo, pocas fueron las veces en las que apareció en público, ante grandes auditorios. Eludía las reuniones masivas. Habitualmente pronunciaba conferencias ante un pequeño auditorio de trabajadores. El momento histórico fue clave para Marx: vivió la revolución industrial, el auge de la burguesía y la explotación obrera.
Karl partía de la premisa que «los hombres no están determinados por Dios, ni por el destino ni por la naturaleza, sino condicionados por las circunstancias materiales en que producen». De esta manera enunciaba un nuevo sistema de relaciones entre los hombres, un nuevo funcionamiento para la sociedad, en definitiva, el surgimiento de un nuevo sistema.
Alrededor de 1844 Marx viajó a París donde se unió a La Liga de los Justos, conformada por emigrados alemanes. Publicaban el periódico Vorwärts (Adelante) donde Marx colaboraba. La publicación se convirtió en un órgano de expresión de las ideas más radicales de la época con escritos de Engels, Bakunin o G.Weber. La Liga de los Justos terminó erigiéndose como el núcleo socialista más fuerte del momento.
Fue en el parisino Café de la Régence donde entabló una entrañable amistad con Friedrich Engels, hijo de una acaudalada familia que poseía una fábrica de hilados en Manchester y en Barmen. Engels conocía de primera mano las condiciones de vida de la clase obrera, sumida en la miseria, sometida a una explotación feroz con jornadas laborales de entre 14 a 16 horas y malviviendo en casas hacinadas de barrios insalubres donde las mujeres y los niños trabajaban por salarios miserables. Su experiencia como comerciante en Manchester le permitió conocer a fondo el sistema económico que regía la vida de los obreros. Allí estudió en profundidad la sociedad industrial que se estaba gestando y la situación de la clase obrera inglesa.
Marx buscaba construir el socialismo científico. Y para ello era consciente de que hacía falta un instrumento político para el proletariado, por lo que decidieron transformar La Liga de los Justos en la Liga de los Comunistas. Así es como surgió el Manifiesto Comunista, que se publicó en 1848 y comenzaba de manera demoledora:
«Un espectro vaga errante hoy sobre Europa: el espectro del comunismo».
Redactaron sin duda alguna un documento de una trascendencia sólo comparable a ciertos escritos religiosos que impactaron a múltiples generaciones. En el momento en el que el Manifiesto Comunista salió a la luz, Europa se encontraba sacudida por una ola de sublevaciones fruto de una pujante industrialización que puso en crisis la producción agrícola. La lucha de clases se convirtió en el concepto central y en el instrumento principal del análisis histórico.
El avance fue notable: se pasó de la consigna de conciliación de la Liga de los Justos: «Todos los hombres son hermanos», a la consigna marcadamente de clase y de lucha de la Liga de Los Comunistas:
«Proletarios de todos los países, uníos».
La última etapa de su vida la pasó en Londres, donde se trasladó en 1849 y se dedicó a escribir junto a Engels la obra de El Capital.
Lo cierto es que podría considerarse que Karl Marx falleció sin pena ni gloria. Murió como apátrida y su partida fue silenciada por la prensa del momento. A su funeral acudieron solo personas de su entorno más cercano. Sin embargo, sus teorías terminarían dando lugar a revoluciones proletarias y convirtiendo a algunos de los pueblos más atrasados del mundo en potencias mundiales.
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