Cómo conseguir muchos seguidores en Twitter

Por Salva Solano

Un buen día tomé la decisión de desahogarme en un blog. Mientras aprendía cómo iba esto (porque con la informática soy un absoluto negao), mientras miraba el tema del dominio y esas cosillas, pronto descubrí que iba a necesitar estar en las redes sociales si quería que me leyera alguien, y ahí fue cuando creé la cuenta de Twitter @Vota_y_calla. (Si la creara hoy prescindiría de los guioncitos, sería @votaycalla, pero creo que cambiarla ahora puede crear confusión).

Aunque no soy muy activo, a Twitter le doy más uso que a Facebook, donde me limito a subir los artículos y contestar a los comentarios que estos generan.

En Twitter llevo desde unos meses antes de crear el blog, y Vota y Calla arrancó en 2013. Creo que cinco años dan para formarse una opinión con cierto conocimiento de causa, y de eso venía a hablaros hoy.
Aclaro, antes de que leáis lo que sigue, que uso Twitter principalmente para leer de política. También hay cuentas dedicadas a compartir pensamientos filosóficos, «Riega tu optimismo y la palmera de tu felicidad cubrirá tu mundo de dátiles de amor», o fotos de gatitos o posados como en Facebook o Instagram y hasta porno, pero no las frecuento.

 

Cómo conseguir muchos seguidores en Twitter

 

1) Compórtate como un fanático

Si quieres tener muchos seguidores, lo importante es ser muy extremista. Posicionarse a favor de una ideología o un partido, defenderlo y excusarlo siempre, alejarte de la autocrítica como Rajoy de las librerías y atacar con dureza a todos los demás.

Cualquier cosa que se salga de lo que se supone que has de opinar según tu ideología o militancia restará seguidores, que se agrupan, nos agrupamos, por rebaños con límites muy marcados, con las vallas de la cerca bien clavadas al suelo para que el ganado no se mezcle. Así que lo mejor es que no pienses por tu cuenta y te dediques a pastar ideario precocinado.

Si te da por pensar y llegas a conclusiones distintas de las que defiende la mayoría de tu gremio, te las callas.

No se te ocurra compartir un artículo de Javier Marías si eres de izquierdas, ni criticar una actuación policial si eres de derechas.

 

2) Deja de seguir al discrepante

Aunque lleves interactuando con alguien durante años, aunque coincidas con sus puntos de vista el ochenta por ciento de las veces, en cuanto esa persona opine algo con lo que tú no estás de acuerdo, deja de seguirla.

Mejor si cuando le hagas unfollow se lo notificas con un insulto de despedida, para asegurarte de que sepa que te vas y dejarle un buen sabor de boca.

3) Bloquea como si no hubiera un mañana

Lo del especial de Navidad de Black Mirror. Como el punto anterior, pero un paso más allá. Si te irrita lo que alguien dice, bloquéalo, bloquea mucho, a discreción. Así no leerás posturas diferentes a la tuya ni por casualidad, que eso te podría llevar a cuestionarte las propias creencias y de ahí al pensamiento crítico hay un paso. ¡Block!

Aquellos a los que bloqueas no pueden escribirte ni leerte. Se supone que es una defensa contra el acoso, contra esos tarados desocupados que son capaces de petarte la pestaña de notificaciones entrando día sí y día también a insultarte o amenazarte.

Pero he descubierto más de una vez, por azar, que me tiene bloqueado gente a la que nunca he mencionado y a los que tampoco seguía. Imagino que alguna vez se han encontrado con un tuit o artículo mío que no les ha gustado, y han reaccionado así.

Les sucede a muchos, es bastante habitual. Y se da tanto en la izquierda como en la derecha (me bloqueó un grupito de la izquierda aria por artículos como este).

También hay políticos que practican este arte, personas con una concepción de lo público unilateral (sólo aceptan lo bueno), como Girauta, un tío que bloquea preventivamente a todo lo que huela a izquierda, aunque jamás le hayan molestado.

Otra finalidad del bloqueo es borrar pruebas: debates con alguien y, sin perder la calma, mientras el otro intercala algún argumento entre los insultos, le dejas en evidencia. Entonces, para que no quede rastro de la conversación, te bloquea aunque hayas aguantado pacientemente sus insultos, sin rebajarte a su nivel, sin entrar a la provocación.

Y es que, al bloquearte, tus palabras se borran automáticamente de su cuenta. No queda rastro de la conversación, como si nunca hubiera existido.

Eso me ocurrió, que recuerde ahora (hace años que no debato en Twitter, no me merece la pena), con un tal Vigne, orgulloso militante de la izquierda clerical, que decía Bolaño.

Nos seguíamos, intercambiábamos información, incluso había comentado alguna vez en Vota y Calla. Hasta que una de las veces que le leí despotricar duramente contra Pablo Iglesias me dio por recordarle que no hace tanto apoyaba al mismo que ahora era la viva personificación del mal (los peores son siempre los conversos). Lo negó, le mandé una captura de pantalla y lo demás os lo podéis imaginar.

 

Sé maleducado, intransigente y agresivo. El que piensa diferente se merece que le insulten

4) Presume de los que te han bloqueado

Haz que te bloqueen y lúcelo como una medalla o una cabellera de esas que los soldados americanos arrancaban a los indios para cobrar una recompensa.

Esta es una de las cosas que más vergüenza ajena me dan de la red social del pajarito. Algunos hasta se lo ponen con orgullo en la bío (biografía, pequeña presentación): «Me han bloqueado Albert Rivera, Echenique, Alberto Garzón…»

Pues vaya cosa, si que te bloqueen es muy sencillo. Basta con que te comportes como un gañán y te dediques a insultar a famosos (flipo con las cosas en las que la gente emplea el tiempo), y tarde o temprano te bloquearán, que para eso está el botón. No encuentro ningún mérito ahí.

5) En Twitter y en la guerra todo vale

Si sale una noticia o un rumor (si es que en estos tiempos hay diferencias entre unas y otras) que dañe al contrario, dale bulo sin contrastarla, dale bulo incluso aunque sepas que es mentira, o que hay matices que convierten la información en tendenciosa.

Hace poco rescataron un tuit de 2011 de Ángel Garrido, presidente de la Comunidad de Madrid en sustitución de Winona Ryder, digo de Cifuentes, que supuestamente venía a demostrar que tenía otra cuenta falsa que usaba para insultarse a él mismo (hay gente que lo hace, para que veáis cómo están las cabezas).

No era así, pero qué más da. Es munición y hay que usarla. Olvida los románticos y caducos conceptos de justicia, verdad y honestidad intelectual.

No siempre hay mala fe: veo a menudo cómo algunos usuarios comparten titulares de webs de humor, tipo El Mundo Today, convencidos de su veracidad. Lo veo con tristeza, porque esto es la prueba de que la masa funciona a impulsos viscerales, a saltos irreflexivos: el ecosistema ideal para que se desarrollen los corruptos que nos gobiernan.

 

6) Insulta

Sé maleducado, intransigente y agresivo. El que piensa diferente se merece que le insulten, él te ha insultado a ti primero con su sola existencia.

Antes de enviar un tuit, recapacita y cuenta hasta diez: si hay una forma burda de decir lo mismo, reescríbelo y tendrá mucha más repercusión.

Entre tuitear: «Hay sobradas pruebas de que Rajoy cobró sobresueldos en dinero negro» o «Si piensas que el cerdo de Rajoy no cobró dinero negro es que eres subnormal», el segundo llegará mucho más lejos, te lo aseguro.

7) Si vas a insultar, ponte el pasamontañas

O el anonimato provoca que los tuiteros sean más violentos y chabacanos, tal vez por la sensación de inmunidad, o igual es que los más cerriles deciden no dar la cara para poder enmerdar a voluntad. Me pasa como con los policías: no sé si son los más chulos los que se meten al cuerpo, o se vuelven así una vez visten el uniforme.

Estoy generalizando, claro. Hay policías a los que les repugna la violencia y el abuso de autoridad (incluso cuenta la leyenda que hay dos o tres agentes de izquierdas), como hay personas inteligentes y educadas que van de incógnito en Twitter por la razón que sea.

Con alguna de esas cuentas anónimas, de las que sólo sé un nick, me sigo desde hace años y su comportamiento es exquisito.

Por mi parte, trato de comportarme en Twitter como lo haría fuera, no olvido que detrás de cada cuenta hay una persona (vale, no siempre, a veces son bots, luego hablaremos de eso).

Parece que muchos no lo recuerdan, o les da lo mismo, porque escriben auténticas barbaridades.

8) Quien golpea primero, golpea dos veces

Sólo hay una razón para romper la segunda norma: Sigue a famosos o tuitstars (cuentas con muchos seguidores) que piensen distinto a ti, pero no para que tu TL (timeline, la página donde aparecen los tuits de los usuarios a los que sigues) sea menos plano, uniforme, aburrido; menos castrense. Para leer alguna vez, de pasada, comentarios que te puedan hacer pensar, que presenten un punto de vista alternativo.

No: síguelos para trolearlos. Si puedes, activa la pestaña de notificaciones, y cada vez que escriban, sea lo que sea, incluso un buenos días, vomita toda tu rabia e insatisfacción contra ellos.

Los comentarios se ordenan cronológicamente. El primero que responde queda arriba. Así, ante un tuit como este:

El primero en responder se asegura visibilidad, lo que en el caso de este usuario se ha traducido en 77 favs (favoritos, me gusta), aunque sólo tiene 71 seguidores.

9) Únete a los linchamientos

Por desgracia para muchos, vivimos en una época en la que ya no se puede lapidar públicamente a alguien (más que en una época, en un país, que otros reinos amigos como Arabia Saudí lo siguen haciendo).

Como ya no se ahorca a la gente en la plaza del pueblo y el simulacro con muñecos está bien pero te deja a medias, toda esa gente sedienta de sangre ajena se tiene que conformar con el linchamiento en las redes sociales.


Alguien (preferiblemente, un gran medio de comunicación o un tuitstar) apunta, y un montón de hienas se tiran a la yugular de la víctima, la gran mayoría sin informarse siquiera, sin saber por qué están mordiendo, o sólo de oídas.

Varios de los últimos casos que recuerdo fueron promovidos por un sector que entiende el feminismo como algo muy alejado de lo que dice el diccionario sobre esa palabra.

Entre los que han sufrido este tipo de linchamientos están: Pablo Und Destruktion, Dani Rovira, Víctor (del grupo Sons of Aguirre), el humorista Antonio Castelo o el cantante de IZAL.

Pero no es sólo el supuesto machismo. Hace poco también la tomaron con mi paisana Raquel Sastre, humorista, por decir que estaba deseando que alguien le preguntara: «¿Cómo te atreves a hacer chistes con el autismo?». Que ella misma tenga una hija autista no la salvó de la jauría moralista.

Súmate a los linchamientos, indígnate o haz como que te indignas mucho, si puedes sobreactúa un poco, eso son retuits asegurados y te coloca en el bando de los buenos, imbuido de superioridad ética.

Viva la dictadura de los ofendiditos.

10) ¡Zasca!

¿Qué es un zasca? Una respuesta ingeniosa y cortante, se supone, pero la mayoría de las veces no pasa de esto:

-Pedro Sánchez: La corrupción del PP ha alcanzado límites intolerables.
-Tuitero: Tú lo que eres es un mediocre, no tienes vergüenza, miserable.
-Tuiteros del mismo partido del insultador: ¡Zasca! Se ha oído hasta en mi casa, jajaja.

Eso es importante, sé original y repite: «El zasca se ha oído hasta en _________ (espacio cedido gratuitamente para la fecunda imaginación del tuitero)».

11) Abusa de GIF y memes

Los GIF son imágenes animadas o vídeos breves que se repiten en bucle.
Los memes son imágenes estáticas con algún letrero.

Este de Batman es uno de los que encuentro en más ocasiones. Ya le pones tú el texto que quieras o, lo que es más habitual, repites uno que lo lleve incorporado.

Se trata de usar los mismos GIF y memes que ya ha subido todo el mundo millones de veces. ¿Que si se hace pesado? Nooo, es genial encontrarte la misma imagen cada vez que entras a Twitter, eso te hace sentir como en casa. 

12) Sé  repelente, di «De nada»

Se lleva mucho en Twitter: escribes una frase supuestamente lapidaria y lo terminas con irónico agradecimiento, como si te debieran algo por compartir tu sabiduría con el mundo.

Por ejemplo: «Que sepáis que es tontería que se cambie la ley electoral si no se termina con el capitalismo. De nada».

¡Argh! Qué rabia.

 

Adula continuamente a famosos y tuitstars, pero mencionándolos con la arroba o citándolos, si los retuiteas, para que les llegue la notificación y sepan que estás ahí, dándoles apoyo.

13) «… porque estás bien informado»

Haz todas las variaciones posibles de un tuit irónico con la siguiente estructura:

«Sabes más de ******** que de ********* porque estás bien informado». 

14) Plagia

La mayor parte de los tuits supuestamente ingeniosos, con miles de retuits, son refritos de chistes que ya olían a viejo cuando yo iba a EGB.

También puedes plagiar comentarios actuales. La mayoría de los tuitstars recurren alguna vez, porque la presión de ofrecer diariamente material de calidad a su público es alta, a usar buenos tuits de pringados a los que sigue poca gente (pocosfollowers).

Alteran un poco el orden de las palabras, y a veces ni eso. Si alguien se percata de la similitud, siempre pueden alegar que los dos han pensado lo mismo. Las casualidades existen.

Como los memes, un tuit exitoso será reescrito con escasas variaciones hasta la saciedad. Posiblemente, si eres rarito como yo, llegarás a aborrecerlo, otra vez lo mismo, macho, qué cansinos, y cuando crees que al fin se ha pasado de moda y no lo vas a volver a ver más, un alma caritativa lo rescata del olvido y la rueda vuelve a girar.

15) Pelotea

Adula continuamente a famosos y tuitstars, pero mencionándolos con la arroba o citándolos, si los retuiteas, para que les llegue la notificación y sepan que estás ahí, dándoles apoyo. Con un poco de suerte ellos retuitearán a su vez tu halago o te darán un fav, que no es tan gratificante pero también se agradece, es como unas palmaditas en la cabeza del siervo.

Cualquier cosa escrita por un tuitstar se asegura un mínimo (un mínimo muy grande) de retuits. Uno de estos influencers puede escribir: «Pues parece que hoy hace nublo», que habrá cientos de usuarios dispuestos a difundir su palabra.

(Un influencer es, simplificando, lo mismo que un tuitstar. Ya, todos los términos están en inglés, así es más cool).

El mismo tuit que se perdió en el ostracismo al ser enviado por un mindundi, tendrá su eco cuando lo plagie un tuitstar.

Porque éste llega a mucha más gente, diréis. Sí, pero no sólo por eso: también se da una buena parte de lo que en la vida analógica sería adulación al poderoso.

16) Si no queda satisfecho, cómprelo

Si lo anterior no te funciona y sigues con la ilusión de tener muchos seguidores, cómpralos. Como hemos comentado en el punto 7, se llaman bots, son programas informáticos que se hacen pasar por cuentas reales para engordar el número de seguidores de quienes los adquieren.

Son baratos y cada vez más indistinguibles de los usuarios de piel y pelo. Los motivos para comprarlos son variados: el simple ego; alguien que vende su producto (un libro, por ejemplo) y la editorial le dice que está bien pero que ha de tener al menos 7.000 seguidores en Twitter para que su publicación resulte rentable; medios de comunicación

Si habéis leído el punto anterior, sabréis por qué: más seguidores dan, automáticamente, un estatus de «autoridad» a la cuenta. Tus 30.000 seguidores van a hacer que te retuiteen o te sigan quienes te hubieran ignorado de tener quinientos o mil míseros followers.

Seamos justos, también hay cosas buenas en Twitter 

Twitter también da alegrías. Además de la buena gente a la que ya me he referido (pero los otros son tantos y hacen tanto ruido…), de no ser por Twitter, Diego Manrique, los Compadres, Pérez-Reverte o Juan Soto Ivars jamás habrían leído nada mío.

Que cuatro artículos distintos hayan sido elogiados y difundidos por personas a las que admiro es una satisfacción, especialmente en el caso de los dos últimos, cuya opinión valoro más que la de otros por la simple razón de que se dedican profesionalmente a juntar letras.

Y aquí va un ejemplo de utilidad práctica de Twitter que viví de primera mano:

InfoLibre dio la noticia de que la Policía se negaba a aclarar si identificó a las personas que acosaron a los políticos catalanes a su llegada a Atocha.

Se negaban porque no los identificaron. ¿Por qué no? De todos es sabido que la mayor parte de los miembros de la policía no son precisamente de izquierdas, y en esa concentración estaba el grupo neonazi de ultraderecha Hogar Social Madrid insultando a los políticos y lanzando vivas a la Policía Nacional. Esa podía ser explicación suficiente.

Pero entonces me fijé en la foto que ilustraba la noticia y me acordé de un artículo que escribí casi dos años antes, en el que hablaba de las prácticas intimidatorias de un grupo de policías contra sus superiores por el delito de ser de izquierdas.

Aunque sólo se le veía de perfil, me di cuenta de que el que agitaba la bandera de España frente al coche de Anna Simó y Joan Jusep Nuet era Julián Leal, portavoz del sindicato CPPM (Colectivo Profesional de la Policía de Madrid), y así se lo comuniqué a infoLibre.

Lo hice mediante una respuesta que sólo lee el aludido (en este caso, infoLibre), en lugar de citarlo retuiteando o poniendo una captura de pantalla para que lo viera todo el mundo.

Eso lo hizo Logela, y… tachán.

En muy poco tiempo obtuvo 13.000 retuits (ya va por 23.500, y sigue sumando), lo que le llevó a Logela a pasar de 4.000 a 10.000 seguidores, pero vamos a lo que importa: el portavoz de la CPPM tuvo que dimitir de su cargo.

De su cargo como portavoz del sindicato, como policía ni siquiera le abrieron expediente a pesar de ser reincidente por partida triple (también había participado en el grupo de guasap donde más de un centenar de policías profirieron amenazas contra Manuela Carmena, otros políticos de izquierda, los inmigrantes, lanzaron loas a Hitler…).

En España los miembros de las fuerzas de seguridad son prácticamente impunes.

Logela tuvo a bien citarme en la foto, y eso le honra. La mayoría no lo hacen y se quedan con todo el crédito, como hemos dicho en el punto 14.

Ya veis que sale rentable plagiar: 16.000 RT con un tuit ajeno. 

Lo de apropiarse el mérito no es sólo cosa de usuarios anónimos. La práctica totalidad de los medios de comunicación presentaron la noticia como si hubieran descubierto ellos el pastel (no es raro tampoco, a menudo la única fuente de una noticia que dan los grandes medios es algo leído en las redes sociales, así está el periodismo).

Los medios también plagian. A fin de cuentas, son una especie de tuitstars, cuentas con muchísimos seguidores.

Ninguno de los grandes medios nos mencionaron, que yo sepa, ni en la noticia de la identidad del policía acosador ni cuando llegó su dimisión.

Sólo nos citaron correctamente en una página web catalana.

Pero Julián Leal tuvo que dejar su cargo de portavoz en el sindicato, y algunos descubrirían la realidad policial de este país. Yo me doy por pagado, y estoy seguro de que Logela también.

Espero que mi experiencia os sirva si decidís aproximaros a esta red social. Ahora os dejo, que voy a compartir esta entrada en Twitter.

 

 

 

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