Alejandro Jodorowsky sigue vivo. Autor de las obras de culto El Topo, The Holy Mountain o Santa Sangre, sigue al pie del cañón, pese a todas las trabas que, durante más de 50 años, le ha puesto el sistema de estudios estadounidense.
La idolatría que forma parte del estilo de vida cinéfilo en torno a figuras tan relevantes como los Lumière o Méliès, solo me hace preguntarme dónde se encuentra la línea roja.
Es incómoda, es realista, y puede que la mejor ficción que se haya realizado jamás. Pasa totalmente del glamour de épocas y espacios anteriores para darnos a cambio una crónica casi totalmente fiel de las calles.
Filmes grises, proyectos mal pasteurizados y almas en pena, es todo lo que vislumbro en Hollywood a día de hoy, con alguna que otra excepción, claro está.
Es de las peores realizaciones del siglo, por encima de muchas otras consideradas abominables, por el mero hecho de que, además de ser mala en aspectos formales, podría verse como algo puramente racista.