“Cinema Paradiso” bajo la mirada de Ennio Morricone

Por Antonio Mautor

En estos días tan inciertos que vivimos, algunas ausencias se notan de manera más profunda. En el terreno del arte, la desaparición de un creador de la talla del compositor Ennio Morricone es algo que te pega en el corazón y te hará recordar estas fechas para siempre. 

La desaparición de un genio de la música de la talla del italiano deja una huella irremplazable en la música y, por qué no decirlo, en el cine también. Su nombre va unido con letras de oro al séptimo arte, y ya eso nadie lo podrá cambiar. 

Podría haberle hecho este homenaje con infinidad de films en los que participó aportando su banda sonora, pero por razones sentimentales, que no viene al caso comentar aquí, me he decantado por hablar de “Cinema Paradiso”. 

La obra maestra de Giusseppe Tornatore no sería lo mismo sin la música, “score”, de Morricone. Las imágenes del film se abrazan de manera férrea a las notas musicales que el maestro va dando a lo largo del desarrollo del fin, y se erige como un protagonista más de la película. 

Los recuerdos del protagonista de “Cinema Paradiso” (Salvatore, encarnado en la infancia por Toto), se ven profundamente unidos al sonido del piano, sección de cuerda, piano y violín, encargados de entrar en acción según lo vaya requiriendo el guión del film. 

La maravillosa relación entre Toto y Alfredo sirve de marco para que las notas musicales engalanen esta bonita amistad, y además ayuden a construir un excelente homenaje al cine en la mayor de sus dimensiones. Los sentimientos de nostalgia, amor, tristeza y rabia se muestran en el desarrollo de la historia con su correspondiente pareja musical, sincronizada como un reloj. La banda sonora creada por Morricone es la encargada a su vez de marcar el tempo, la pulsión,  sobre la que se desarrolla toda la trama de este maravilloso cuento sin hadas. 

La apertura, con el tema que da nombre al film, alza el telón de lo que vamos a ver. Un piano nos guía, nos abre la ventana hacia donde nos vamos a asomar, y la sección de cuerda hace el resto. Un regreso a nuestra infancia, porque “Cinema Paradiso” habla de eso, no solo de la infancia del protagonista, sino de la de todos, de esos momentos inolvidables, en la que creíamos que nada nos podría pasar y que todo lo mejor estaba por llegar. 

“Cinema Paradiso” también trata sobre el paso de la infancia a la madurez, de la fantasía a la realidad, de lo onírico a lo real. Todo ello lo plasma el genio italiano con “Childhood and Mandhood” de manera bella y cálida.

“Love Theme”, un corte que sorpresivamente está creado por su hijo Andrea Morricone, dota a las imágenes del film de esos destellos de amor, pasión, y recuerdos, que nos hacen sentir participes de lo que allí está ocurriendo; un corte bello, que representa uno de los momentos álgidos de la banda sonora.

El regreso, la nostalgia, sentir lo vivido de nuevo y recordar que estuviste allí. Las palabras que nunca dijiste y pudiste hacer, lo que viviste y cómo lo hiciste. Eso es “Visit To The Cinema”, el  regreso del protagonista a su infancia, al cine que le llenó la vida de sueños, y de cómo todo eso le sirvió para hacerse el adulto que es ahora. 

La relación entre Toto y Alfredo queda reflejada para la posteridad con el corte dedicado a ellos, y que lleva su nombre. Un violín se muestra jubiloso, y la sección de cuerda lo acompaña como guía entre los entresijos de esta relación tan bella. Por cierto, en nuestro país se hizo muy famosa esta melodía por ser la canción que acompañaba durante varios años el anuncio de la Lotería Nacional; qué curiosa es la vida, cómo un tema puede entrar en la vida de todo un país, y quedarse en su imaginario para siempre, por medio de algo tan potente como la televisión. 

Ennio Morricone creó una obra maestra atemporal, de aquellas que perduran en tu memoria para siempre, las que dejan una huella imborrable.

No quiero cerrar este artículo sin destacar la figura personal del genial compositor italiano. Su militancia en el partido comunista le impidió ser más reconocido a nivel cinematográfico, sobre todo en el ámbito estadounidense. Aún así, su música siempre se abrió paso por encima de las trabas burocráticas.

Maestro del spaghetti western junto a su amigo de la infancia Sergio Leone, ha dejado un legado infinito de música, vida y esperanza. 

Antes de su despedida, dejó una carta para sus seres queridos que aquí reproducimos. Hasta siempre, maestro de maestros, que la tierra le sea leve:

“Yo, Ennio Morricone, estoy muerto.

Le anuncio a todos los amigos que siempre han estado cerca de mí y también a aquellos que están un poco lejos los saludo con gran afecto. Imposible mencionarlos a todos.

Mando recuerdo especial para Peppuccio y Roberta, amigos fraternales muy presentes en los últimos años de nuestra vida.

Solo hay una razón que me lleva a saludar a todos así y a celebrar un funeral privado: no quiero molestar

Saludo con mucho cariño a Ines, Laura, Sara, Enzo y Norbert, por haber compartido mucho conmigo y mi familia. gran parte de mi vida.

Quiero recordar a mis hermanas Adriana, Maria, Franca y sus seres queridos con amor, y hacerles saber cuánto las amaba.

Un saludo intenso y profundo a mis hijos Marco, Alessandra, Andrea, Giovanni, mi nuera Mónica y a mis nietos Francesca, Valentina, Francesco y Luca.

Espero que sepan cuánto los he amado.

Por último pero no menos importante, María. A ella le renuevo el extraordinario amor que nos mantuvo unidos y que lamento abandonar.

Para ella mi más doloroso adiós.»

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