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Los firmantes del manifiesto señalan que esta decisión contribuye a la normalización de la ocupación marroquí y a la represión del pueblo saharaui, que lleva cinco décadas luchando por su autodeterminación.
Por Fernando Ariza | 4/08/2025
Un grupo de destacados cineastas y actores, respaldados por más de un centenar de artistas y activistas, ha firmado un manifiesto impulsado por el Festival Internacional de Cine del Sáhara (FiSahara) en el que critican duramente al director británico Christopher Nolan por rodar escenas de su nueva superproducción, La Odisea, en la ciudad de Dajla, ubicada en el Sáhara Occidental, un territorio ocupado por Marruecos desde 1975.
Entre los firmantes se encuentran los reconocidos directores Rodrigo Sorogoyen, Icíar Bollaín, Benito Zambrano y Fernando Colomo, así como los actores Javier Bardem, Juan Diego Botto, Carolina Yuste, Luis Tosar, Javier Gutiérrez, Carlos Bardem, Guillermo Toledo, Nathalie Poza, Alberto San Juan, Melanie Olivares y otros nombres destacados del cine español e internacional. El manifiesto, hecho público el 4 de agosto, denuncia que Nolan y su equipo, que incluye a estrellas como Matt Damon, Zendaya y Charlize Theron, filmaron en Dajla sin el consentimiento del pueblo saharaui, obteniendo únicamente la autorización de las autoridades marroquíes, es decir, de la fuerza ocupante.
Según el texto, esta decisión contribuye a la normalización de la ocupación marroquí y a la represión del pueblo saharaui, que lleva cinco décadas luchando por su autodeterminación en un territorio clasificado por las Naciones Unidas como “no autónomo” y pendiente de descolonización.
“Nolan y su equipo pueden haber contribuido sin saberlo a la represión del pueblo del Sáhara Occidental, ayudando a normalizar la brutal ocupación de Marruecos”, sentencia el manifiesto.
Un rodaje en un territorio en disputa
El Sáhara Occidental, anexionado por Marruecos tras la retirada de España en 1976, es escenario de un conflicto prolongado en el que el Frente Polisario, representante del pueblo saharaui, reclama un referéndum de autodeterminación prometido por la ONU en 1991, pero que nunca se ha llevado a cabo. Dajla, conocida por su belleza natural y sus dunas, es una ciudad ocupada y militarizada donde los saharauis enfrentan detenciones arbitrarias, torturas y otras violaciones de derechos humanos.
El manifiesto subraya que los saharauis no tienen libertad para contar sus propias historias a través del cine, ya que cualquier expresión cultural o política que desafíe la ocupación es reprimida. El rodaje de La Odisea, una adaptación del poema épico de Homero, ha generado controversia desde que se supo que Nolan eligió Dajla como una de sus localizaciones. La prensa marroquí celebró la llegada del director y su elenco, presentándola como una oportunidad para promocionar las “provincias del sur” de Marruecos, un término que el manifiesto critica por ignorar la realidad de la ocupación. En contraste, el Ministerio de Cultura del Frente Polisario calificó la filmación como “una peligrosa forma de normalización cultural con la ocupación y una explotación poco ética del arte y el cine”.
Exigencias al equipo de Nolan
El manifiesto, respaldado por figuras internacionales como el guionista Paul Laverty y los cineastas David Riker y Lurdes Pires, plantea tres demandas concretas a Nolan, Universal Pictures y la productora Syncopy: que reconozcan públicamente que no deberían haber filmado en Dajla; que no utilicen las imágenes rodadas en la ciudad en el montaje final de la película; o, en su defecto, que obtengan el consentimiento del pueblo saharaui a través de sus representantes legales.
Además, invita a Nolan a usar su plataforma global para visibilizar la situación de los saharauis, tanto los que viven bajo ocupación como los que residen en los campos de refugiados en Argelia, donde se celebra FiSahara, conocido como “la Cannes del desierto”.
María Carrión, directora ejecutiva de FiSahara, expresó su sorpresa por el silencio de Nolan y su equipo ante las críticas, que han sido ampliamente cubiertas por medios internacionales. “Estamos seguros de que si comprendieran las implicaciones de rodar una superproducción en un territorio cuyos nativos no pueden hacer sus propias películas sobre sus historias, estarían horrorizados”, afirmó Carrión.
La controversia también ha puesto en el punto de mira la responsabilidad ética de las grandes producciones cinematográficas en contextos de conflicto. Mientras que el Centro Cinematográfico Marroquí celebró el rodaje como un hito para la industria, activistas saharauis argumentan que estas producciones refuerzan la narrativa marroquí de normalidad y desarrollo, silenciando las violaciones de derechos humanos. “El cine no es neutral”, afirmó un representante de FiSahara, recordando que rodar en un territorio ocupado sin escuchar a su pueblo originario es una forma de complicidad.
El caso de La Odisea reaviva el debate sobre el papel del cine en zonas de conflicto. La elección de localizaciones como Dajla no es solo una cuestión estética, sino que tiene profundas implicaciones políticas y éticas. Como señala el manifiesto, mientras Nolan filma su epopeya sobre Ulises, un héroe que anhela volver a casa, los saharauis siguen luchando por regresar a un hogar del que fueron expulsados hace medio siglo. La ironía no pasa desapercibida para los firmantes, quienes instan al director a reflexionar sobre el impacto de sus decisiones. Hasta el momento, ni Nolan ni Universal Pictures han respondido públicamente a las críticas. La polémica, sin embargo, ha trascendido el ámbito cinematográfico, convirtiéndose en un nuevo capítulo en la lucha por visibilizar la causa saharaui y cuestionar la legitimación de la ocupación marroquí a través de la cultura y el entretenimiento.
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