Quizás, como dice Mújica, sea demasiado tarde, y estemos abocados a ese naufragio, pero no por ello debemos intentar escuchar a aquellos que buscan soluciones
Por Angelo Nero
Se equivocaron Keynes, Modigliani, y tantos otros economistas bienintencionados que nos auguraron un mundo mejor bajo ese paraguas que la globalización, en una suerte de paraíso de los mercados, donde las fronteras desaparecerían, y el trabajo nos haría más libres. Se equivocaron porque, cien años después de que se esbozaran esas primeras teorías sobre el capitalismo moderno, si bien ha surgido ese paraíso donde todo está en venta, y donde las fronteras se difuminaron para que las mercancías circularan libremente, el trabajo nos ha hecho más esclavos, y también más pobres.
A la vez que las fronteras han alzado muros cada vez más grandes para impedir el paso a los que todavía son más pobres, a los que los economistas consideran excedente del mercado. A la vez que aumentan las desigualdades dentro de ese paraíso crecen las jornadas de trabajo y desaparecen los ahorros, desprotegiendo incluso a aquellos que ya han finalizado su vida laboral… ese mundo feliz que nos dibujaron se ha tornado en pesadilla, y tenemos que volver a preguntar a los economistas cuál es el camino, si existe, para revertir este rumbo que nos lleva directamente al desastre.
Rudy Gnutti no es economista, pero parece dotado de una sensibilidad especial para buscar rumbos a este barco en el que el pasaje es toda la humanidad. Lo hace a través de un variado coro de voces, algunas muy criticas con este sistema fallido que parece llevarnos directamente al naufragio, como el expresidente de Uruguay, Pepe Mújica, o el sociólogo suizo Zygmunt Bauman, recientemente fallecido, junto con otros más tibios en las soluciones, como Nick Hanauer, de Amazon, en parte responsable de esta economía globalizada, que solo quiere reformar el sistema para reactivar el consumo, ajeno a que el consumo es parte del problema.
La tecnología, como ya entendieron los luditas en la revolución industrial, ha cambiado completamente el mundo del trabajo y cada vez es necesaria menos mano de obra, incluso cualificada. Pero eso sigue sin repercutir en la mejora de las condiciones laborales, no se reducen los horarios, ni se encuentra una solución para las grandes cifras de desempleo que se generan, no al menos desde esos economistas que bendijeron al mercado durante las últimas décadas. Ahora se imponen medidas más audaces, como la renta básica que propone el catalán Daniel Raventós, o volver a repensar toda la relación entre el capital, el hombre y el planeta, pues la amenaza del cambio climático, fruto de la explotación irracional, la deforestación y la emisión de gases, ha convertido a nuestra nave, la tierra, en un lugar cada vez más inhabitable.
Quizás, como dice Mújica, sea demasiado tarde, y estemos abocados a ese naufragio, pero no por ello debemos intentar escuchar a aquellos que buscan soluciones, como Mariana Mazzucato, Erik Brynjolfsson, Ruther Bregman, o toda una galería de sociólogos, periodistas, economistas y gentes de la calle que desfilan por este excelente documental –introducido de forma genial por el actor Álex Brendemhüll-, intentando luchar para que se varíe el rumbo, para alejar el aliento del abismo, que se acerca hacia nosotros a marchas forzadas.
In the Same Boat (2016)
Rudy Gnutti
Con Zygmunt Bauman, José Mújica, Serge Latouche, Anthony B. Atkinson, Mauro Gallegati, Erik Brynjolfsson, Daniel Raventós, Nick Hanauer, Mariana Mazzucato, Ruther Bregman, Àlex Brendemhü
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