¿“Rebelión en la granja” o “Revolución en la granja”?

 

Hay varios escritores cuyas obras han sido malinterpretadas a propósito para usarse contra colectivos concretos. El ejemplo más famoso de escritor tergiversado es Nietzsche, cuyo concepto del “übermench” (o “superhombre”) fue usado por la maquinaria ideológica nazi para justificar la superioridad de la raza aria después de su muerte. Aunque ese tema es hondo y curioso, hay otro autor tan célebre sobre el que no se ven las sombras de su instrumentalización: George Orwell.

George Orwell narrando para la emisora británica BBC

Eric Athur Blair, o George Orwell, es mundialmente conocido por su obra “1984”, siendo el apellido de su pseudónimo uno de los pocos que se han adjetivizado en castellano. “Orwelliano” define a aquel gobierno que implanta su poder hasta ejercer el control absoluto sobre lo colectivo y lo individual en todos los parámetros posibles, y esta misma es la base de “1984”, un libro cuyo objetivo fue el de criticar el autoritarismo, pero que ha sido utilizado por liberales, anarquistas, conservadores, socialdemócratas y demás dispares ideologías únicamente para criticar el gobierno estalinista y el los últimos años el sistema norcoreano. Cuando muchas veces esa misma gente que recoge una frase descontextualizada del Wikiquotes de Orwell, no saben que él mismo era socialista.

Orwell nació en la India a principios del siglo XX, su padre era administrador del ministerio británico de control del opio y él mismo se alistó en la policía birmana, así que desde muy joven ya conoció los conceptos de “poder” y “control”. Tras una serie de peripecias que le llevaron desde la precariedad en Francia, hasta la indigencia, Orwell se traslada a España para combatir contra el fascismo en la Guerra Civil, es aquí donde el escritor, alineado con el mayor partido político trotskista del país, el POUM, queda decepcionado para siempre con las luchas internas de la clase obrera, y comienza una interpretación de 6 años sobre los dos grandes postulados del comunismo: el estalinismo y el trostkismo. Dicha reflexión terminaría con la publicación de su segundo libro más famoso, “Rebelión en la granja”, que en 1954 se convertiría en gran película de dibujos animados, como todas las de la época, eclipsada por Disney:

https://www.youtube.com/watch?v=zi-knIfZgHs

La historia narra cómo la granja del despiadado e incompetente Jonh Manor malgasta toda la fuerza productiva y utiliza las ganancias para sus propios caprichos, sin tener en cuenta a los animales; es decir, el símil clásico de cómo el dueño explota a los trabajadores, en este caso los animales.

Los animales sufren maltrato físico y psicológico, de inanición, de los castigos más sensibles a entender por el público transversal. Pero un buen día, el cerdo más anciano de la granja, que representa a Marx, incita a los animales a hacer justicia, a arrebatar la granja al tirano y convertirla en un verdadero hogar donde ganarse la vida, pero en un exceso de simbolismo por parte de Orwell, Marx muere cantando una versión animal de “La Internacional”.

Uno de los grandes ausentes a representar en la obra es Lenin, que no aparece en la película, ni en el libro, ni en toda la bibliografía de Orwell. Así pues la lucha por la conquista de la granja la encabeza Bola de Nieve, el cerdo que representa a Leon Trotski.

Trotski dirigiendo las tropas de la granja

El dueño huye ante los primeros indicios de revolución a pedir ayuda a sus colegas capitalistas, que se encuentran bebiendo en el pub “Red Lion” en una sutil metáfora de su situación jerárquica como depredadores. El Palacio de Invierno ha sido tomado, pero los capitalistas no se rendirán sin más, la granja se convierte en la guerra civil rusa.

El otro protagonista de la obra, Napoleón, que representa a Stalin, no protagoniza ninguna escena de lucha contra el enemigo, no ataca valientemente después de haber sido herido al granjero, tan sólo se dedica a urdir un plan para aprovecharse de la situación y tomar el poder en un futuro. Algo un tanto injusto para representar al líder político que estuvo al frente de la derrota de los nazis en la Segunda Guerra Mundial.

Stalin conspirando (los cachorritos blancos, serán negros al desarrollarse la película en un símil de pureza y corrupción)

La granja, rebautizada como “Granja Animal”, comienza a dar sus primeros pasos autogestionados y mientras, algunas palomas vuelan a contar el hito histórico a otros animales por todo el mundo como ya hiciera la Tercera Internacional entre 1919 y 1943. Las reacciones de los animales que escuchaban que el socialismo era posible son las mismas en la ficción, en la realidad, en el ayer y en el hoy: incredulidad, miedo o esperanza.

Trotski idea un plan que, con un gran esfuerzo, traerá la electricidad a la granja, algo que no hizo Trotski, sino Stalin; sin embargo, en la obra Stalin se limita a exclamar “¡Tonterías!” y “¡Bobadas!” mientras su adversario dialéctico promete reducir el número de días contenidos en la semana en la mayor banalización sobre un enfrentamiento ideológico que este redactor recuerda.

Stalin ordena la ejecución de Trotski, asume la dirección de la granja y a partir de aquí la película sólo se dedica a catalogar al gobierno estalinista de corrupto, de crear una nueva jerarquía social basada en la estructura de la antigua, de anteponer a los aduladores burocráticos antes que a la clase trabajadora y demás elementos caricaturescos que han sido interpretados a pies juntillas por los detractores de Stalin y usados como arma contra todo atisbo de comunismo. Éste es precisamente el error de quien suele acercarse a “Rebelión en la granja” sin saber el contexto, que se suelen hacer de la caricatura un relato incuestionable y se usa para atacar parte de lo que el propio autor quiso alabar. Es la versión vieja y roja de un chiste de negros: los negros pueden hacerlos para reírse o para discutir, pero si lo hacen los blancos, la inmensa mayoría de las veces será una ofensa enmascarada de ingenio ajeno.

Tras una sarta de cimentación de futuras cuñadeces sobre la URSS durante los primeros años de Stalin al mando, Orwell relata la defensa del pueblo soviético contra el fascismo en la Segunda Guerra Mundial heroificando a los soldados animales y contando también cómo las infraestructuras más importantes (el molino) se perdieron por la guerra.

El resto de la obra relata lo bien que viven los cerdos y las penurias que tienen que padecer el resto de animales, peores incluso que antes de la revolución; y termina dibujando una nueva rebelión contra ese gobierno tan deplorable bajo el que la granja se convirtió en una de las dos mayores superpotencias del mundo y garantizó vida y derechos a millones de personas durante décadas.

3 Comments

  1. Ni «Rebelión…» ni «Revolución…». El libro se llama «Animal farm» y es una crítica directa al criminal régimen soviético del «padrecito» Stalin.

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