El genocidio armenio, que ocurrió durante la Primera Guerra Mundial entre 1915 y 1923, dejó una marca indeleble en la memoria histórica de su pueblo, con deportaciones forzadas y atrocidades sistemáticas que afectaron a aproximadamente 1.5 millones de armenios.
Por Gonzalo Fiore Viani | 23/12/2023
La relación entre el genocidio armenio y Nagorno-Karabaj se manifiesta en la memoria histórica armenia y la lucha contemporánea por la autodeterminación de la región, marcada por tensiones étnicas y territoriales. La migración masiva de la población de Nagorno-Karabaj hacia Armenia, provocada por la agresión de Azerbaiyán, destaca la urgencia de abordar la situación actual con sensibilidad y buscar soluciones que respeten los derechos humanos y promuevan la estabilidad en la región.
La relación entre el genocidio armenio y la República de Artsaj, también conocida como Nagorno-Karabaj, se entrelaza a través de la historia y las complejas dinámicas políticas en la región del Cáucaso. El genocidio armenio, que ocurrió durante la Primera Guerra Mundial entre 1915 y 1923, dejó una marca indeleble en la memoria histórica de su pueblo, con deportaciones forzadas y atrocidades sistemáticas que afectaron a aproximadamente 1.5 millones de armenios. En el contexto de la Unión Soviética, Nagorno-Karabaj, con una población mayoritariamente armenia, se integró en la República Socialista Soviética de Azerbaiyán.
A finales de la década de 1980, con el desmantelamiento de la Unión Soviética, las tensiones étnicas y territoriales en Nagorno-Karabaj se intensificaron. La región declaró su intención de unirse a Armenia, desencadenando un conflicto armado entre armenios y azerbaiyanos. En 1991, Nagorno-Karabaj proclamó su independencia de Azerbaiyán, lo que resultó en una guerra que se prolongó hasta 1994. Durante este período, su memoria del genocidio influyó en la percepción armenia de Nagorno-Karabaj, añadiendo un componente histórico a la lucha por la autodeterminación de la región.
En el discurso político y cultural armenio, se destaca el genocidio como un elemento que ha impactado la resistencia y determinación de Nagorno-Karabaj para mantener su independencia. Sin embargo, es crucial reconocer que la disputa en Nagorno-Karabaj también tiene raíces en factores contemporáneos, como las cuestiones territoriales, étnicas y políticas. En conjunto, la relación entre el genocidio armenio y la República de Artsaj se manifiesta en la memoria histórica y la identidad armenia, influyendo en el contexto de la lucha actual por la autodeterminación en Nagorno-Karabaj.
El genocidio armenio fueron las atrocidades masivas y sistemáticas cometidas por el Imperio Otomano durante la Primera Guerra Mundial, específicamente entre 1915 y 1923, contra esta población. Durante este período, se llevaron a cabo deportaciones forzadas, masacres y exterminios que resultaron en la muerte de aproximadamente 1.5 millones de armenios. El gobierno otomano, liderado por el Comité de Unión y Progreso (CUP), implementó políticas que incluían la deportación forzada de armenios de sus hogares y la marcha forzada hacia el desierto sirio. Durante estas deportaciones, se perpetraron masacres, ejecuciones sumarias, violencia sexual y otras atrocidades que llevaron a una pérdida masiva de vidas. A pesar de las pruebas históricas y documentación que respaldan la realidad del genocidio armenio, el gobierno turco ha negado sistemáticamente la existencia de tal, argumentando que las muertes fueron el resultado de la guerra civil y las deportaciones internas durante un tiempo de conflicto. Sin embargo, la mayoría de los historiadores y estudiosos, así como numerosos países y organizaciones internacionales, reconocen y condenan los eventos como un genocidio. El genocidio armenio es un tema significativo en la historia y la política internacionales, y su reconocimiento sigue siendo un asunto polémico y sensible en las relaciones diplomáticas entre Armenia y Turquía.
Es importante señalar que nos referimos a una región que abarca más de 4.400 kilómetros cuadrados y que ha sido habitada históricamente por armenios cristianos y turcos musulmanes. A pesar de haber sido parte de Armenia desde la época del reino (190 a. C.-165 d. C.), se convirtió en un territorio autónomo dentro de la República de Azerbaiyán durante la era de la Unión Soviética, sirviendo como una división entre Armenia y Azerbaiyán. La mayoría de sus residentes pertenecen a la etnia armenia. En el período de 1988 a 1994, Armenia y Azerbaiyán protagonizaron un conflicto por el control del Alto Karabaj en el sur del Cáucaso, resultando en más de 30.000 víctimas mortales.
El alto al fuego de 1994 se produjo bajo el auspicio de Rusia. Tanto Armenia como Azerbaiyán son ex repúblicas soviéticas y ambos países comparten una estrecha alianza con Rusia. Azerbaiyán es un país petrolero con fuerte vínculo con Turquía. El genocidio armenio sucedió entre 1915 y 1917, y fue perpetrado por el Imperio Otomano, actual Turquía. El mandatario turco Recep Tayyip Erdogan exigió en 2020 a Armenia que «cese la ocupación» en Nagorno-Karabaj, para que la región encuentre «paz y armonía». Nagorno-Karabaj fue cedido a Azerbaiyán por la Unión Soviética durante el gobierno de Iosif Stalin. Tras la desintegración de la URSS, se armó una nueva república integrada por 200.000 armenios. A pesar de contar con moneda propia, símbolos patrios, pasaportes y documentos de identidad con una bandera igual a la armenia.
En septiembre de 2020, se reanudaron los combates, lo que llevó a una guerra de seis semanas. Miles de personas murieron y, finalmente, se alcanzó un alto el fuego en noviembre de 2020, con la mediación de Rusia. Hoy, la situación vuelve a ser desesperante para el pueblo armenio. Militares de Azerbaiyán se encuentran controlando el paso fronterizo en Lachín, Nagorno-Karabaj, sin dejar pasar alimentos o medicina a la población armenia, que debe racionar hasta los más básicos elementos para la subsistencia, al punto de que algunas familias pueden comer apenas una ración de pan diaria.
Es crucial abordar las cuestiones relacionadas con Nagorno-Karabaj con sensibilidad y basándose en hechos objetivos. Más de 60.000 personas de la población de Nagorno-Karabaj han huido hacia Armenia desde que Azerbaiyán lanzó un ataque en la región el 20 de septiembre de 2023, según el gobierno de Armenia. Alrededor del 40% de la población de la región, que consta de 120.000 personas, se apresuró a huir tan pronto como Azerbaiyán levantó un bloqueo de 10 meses en la única carretera que conecta la región con Armenia. Este bloqueo había causado grave escasez de alimentos, medicamentos y combustible, y muchos residentes que temían represalias ya habían huido.
El 1 de enero de 2024 marcará el desvanecimiento definitivo de Artsaj como un Estado independiente, ya que sus instituciones serán eliminadas según lo estipulado el 28 de septiembre. A medida que la fecha se acerca, el enclave se ha ido despojando de su población, llegando al punto en el que prácticamente ya no queda nadie en la región. Incluso sus gobernantes han abandonado el territorio, trasladándose a Armenia desde principios de octubre de 2023. Este cambio significativo pone fin a la existencia autónoma de Artsaj, dejando un vacío que refleja el impacto de las decisiones políticas en la dinámica de la región.
La relación entre el genocidio armenio y Nagorno-Karabaj se manifiesta en la memoria histórica y la identidad armenia, subrayando la lucha por la autodeterminación. La disputa contemporánea, aunque influenciada por estos eventos históricos, también se nutre de factores actuales como cuestiones territoriales, étnicas y políticas. Es imperativo abordar las complejidades de Nagorno-Karabaj con sensibilidad y basándose en hechos objetivos. La situación actual, marcada por la migración masiva de la población hacia Armenia debido a la agresión de Azerbaiyán, refleja la urgencia de encontrar soluciones que respeten los derechos humanos y promuevan la estabilidad en la región. La comunidad internacional desempeña un papel vital en la búsqueda de una resolución justa y duradera para este conflicto.
Artículo de Gonzalo Fiore Viani publicado originalmente para La tinta / Imagen de portada: AFP.
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