Chad, un Guantánamo del desierto

Francia debe clausurar sus operaciones militares, al tiempo que en esas mismas naciones se abren las puertas para arribo de más contingentes de la empresa rusa.

Por Guadi Calvo / Línea Internacional

Francia insiste en salvaguardar los derechos humanos, en Ucrania, aparentemente violados por Rusia, en la guerra que Moscú está manteniendo contra toda la estructura de la OTAN, particularmente los Estados Unidos, que ve en este conflicto la oportunidad de derrotar a su enemigo histórico. Y no se cansa de denunciar las atrocidades del Grupo Wagner, la empresa de mercenarios rusa, que de alguna manera intenta enmendar el desastre de la patética Operación Barkhane, en Mali, con las que las tropas francesas intentaron, durante una década, detener el crecimiento de las khatibas del Daesh y al-Qaeda.

Ejercicio en el que no solo fracasó, de manera extraordinaria, ya que por acción o por omisión, alentó el crecimiento de estas bandas wahabitas, instaladas, no solo en Mali, sino que han desbordado a Níger, Chad y Burkina Faso. Filtrándose a varias naciones ribereñas del Golfo de Guinea, la antigua Costa de los Esclavos, (Benín, Costa de Marfil, Togo, Ghana y Guinea), desde donde los buques negreros partían a los mercados de América y Europa.

Con una exactitud pasmosa, la que no tenían para ubicar las formaciones fundamentalistas que recorrían a sus anchas el Sahel, ahora sí, los servicios franceses, la tienen para descubrir las fosas comunes, en las que los mercenarios rusos sepultan sus atrocidades contra la población civil.

En el marco de estas operaciones de prensa, que buscar ocultar el desastre francés en África Occidental, emergió del olvido de la Historia el ex presidente François flanby Hollande, (2012-2017) que en una recientes entrevista, a raíz de cumplirse diez años del inicio de la Operación Serval, antecesora de la Barkhane, el ex mandatario, aseguró que la intervención había sido por pedido del pueblo malí, y que sus resultados habían sido buenos. Además, de lamentarse de que el Grupo Wagner convenciera a parte de la población del país africano, de que ellos los protegerían mejor de los avances de los rigoristas. Asegurando, que los rusos son los verdaderos neocolonialistas y por último lamentó el “deterioro del vínculo de amistad que une a Francia con Malí”, olvidando que lo mismo está sucediendo en varias de sus ex colonias, cómo Burkina Faso, Chad, Níger, y la República Centroafricana, donde al tiempo que el espíritu anti francés se ha instalado como nunca en la historia, Francia debe clausurar sus operaciones militares, al tiempo que en esas mismas naciones se abren las puertas para arribo de más contingentes de la empresa rusa.

Esa miopía intermitente de París, le impide ahora enterarse que en el Chad, los herederos de uno de los déspotas más longevos y brutales de África, el general Idriss Déby, fiel servidor de Francia desde 1991 hasta que la muerte lo sorprendió en una operación militar contra antiguos militares que, desde hacía décadas, intentaban relevarlo.

El joven general, Mahamat Déby Itno, tras decidir, ilegítimamente, reemplazarlo y clausurar el incipiente sistema democrático que había establecido en sus últimos años de gobierno su padre.

Mahamat Déby, asumió la presidencia del país, apoyado por el Consejo Militar de Transición (CMT) quince generales, cuya principal función era la de trazar el mapa de la transición hacia una salida democrática. La que, con la anuencia del presidente francés, Emmanuel Macron, fue postergada en varias oportunidades.

El golpe de Mahamat, y las idas y venidas, acerca de llamado a elecciones presidenciales, provocó que muchos sectores organizados de la sociedad civil, comienzan una campaña de protestas y manifestaciones, cuyo punto culminante se alcanzó, el veinte de octubre del año pasado, cuando se vencía el primer plazo que había acordado el CMT, para la entrega del poder a un gobierno civil, miles de manifestantes salieron a las calles de la capital y otras ciudades importantes del país, para exigir el fin del mandato militar. Por lo que la represión en N’Djamena, la capital chadiana, fue brutal, habiéndose producido entre sesenta y ciento cincuenta muertos, centenares de heridos, un número de desaparecidos que podría llegar cerca a los 200, y 1369 detenidos, además de infinidad de denuncias de torturas, violaciones y robos por parte de las fuerzas de seguridad. (Ver: Chad, la masacre anunciada)

De los detenidos, en lo que pasó a conocerse como el Jueves Negro, uno de los días más mortíferos en la historia moderna de este país saheliano, casi setecientos de ellos, entre los que se incluyen ochenta y tres menores, fueron trasladados a la prisión de alta seguridad de Koro Toro, en el corazón del desierto de Djourab, a seiscientos kilómetros al noroeste de N’Djamena. Donde unos cuatrocientos de ellos, desde el veintinueve de noviembre al dos de diciembre, fueron juzgados en audiencias masivas, a puertas cerradas, dentro del mismo recinto de la prisión y sin la presencia de abogados defensores. Condiciones que violaron de manera absoluta el derecho a un juicio justo. (Ver: Chad, cómo incendiar un en país en llamas)

Tras las irregularidades judiciales, a los que han sido sometidos los procesados, resultaron 262 personas condenadas entre dos y tres años de prisión, por participar de reuniones no autorizadas y alterar el orden público; otras ochenta personas, han recibido sentencias condicionales y cincuenta y nueve fueron absueltas. Por los que doscientos detenidos, esperan todavía prisioneros en Koro Toro, el proceso que dictamine sobre ellos. Los menores ya han sido devueltos a N’Djamena, e ingresados al centro de detención preventiva de Klessoum, donde esperan un juez de menores.

La Organización Mundial contra la Tortura dijo que más de dos mil personas fueron detenidas días antes e incluso después de las protestas. De las que el gobierno reconoció sólo 621.

Welcome to Guantánamo

Recientemente, algunos de los liberados de Koro Toro, ocultando su identidad, pudieron relatar los padecimientos vividos, en una de las cárceles más terribles de África.

Cuyo calvario comenzó durante la travesía desde N’Djamena hasta la prisión, un recorrido de seiscientos kilómetros, por un desierto donde las temperaturas varían entre los 37 y 41 grados. Hecha en camiones abarrotados de prisioneros, donde debieron viajar, uno encima del otro. Zamarreados por la irregularidad del desierto de Djourab, soportando ráfagas de vientos candentes y sin agua, por los que muchos, para sobrevivir, debieron tomar orina.

El trayecto se cubrió en dos días, en los que se produjeron, según los testimonios, varias muertes por deshidratación, además de que frente a cualquier queja le fue aplicada la ley de fuga. Esos cuerpos fueron abandonados en el desierto, sin que se registren sus nombres.

La prisión de Koro Toro, según muestran imágenes satelitales, aparece como una mancha ocre, rodeada de arenales en el centro del país. Construida en una zona deshabitada y de difícil acceso en 1996. Tiene capacidad para 500 o 600 detenidos con celdas que dada la superpoblación con capacidad para veinte personas alberga hasta cincuenta detenidos. En estos últimos años, Koro Toro ha sido destinada para convictos que cumplen largas condenas, principalmente por terrorismo.

Allí se encuentran retenidos muyahidines de, Boko Haram y el Daesh, por lo que se la ha empezado a conocer cómo Chadian Guantanemo, por la prisión militar estadounidense, que mantiene en Cuba. Muchos de esos prisioneros, particularmente los de Boko Haram, fueron utilizados por las autoridades de la prisión para tortura a los recién llegados desde N’Djamena.

En el marco de la inestabilidad que vive el país desde la instauración de la nueva dictadura, aupada por occidente y particularmente Francia. Jaqueado en la región del lago de Chad por la insurgencia wahabita de Boko Haram y en el noreste por los grupos de militares rebeldes del Frente para el Cambio y la Concordia en Chad (FACT), una fuerza de casi tres mil hombres, con una gran experiencia de combate, por haber participado en la guerra civil libia, y la cucarda de haber asesinado al presidente Idriss Déby, en combate.

Las fuerzas de seguridad del gobierno chadiano, dieron a conocer el jueves cinco de enero último, haber abortado un movimiento sedicioso compuesto por once oficiales del ejército y liderado por el presidente de la Organización Chadiana de Derechos Humanos (OTDH) Baradine Berdei Targuio. Todos los implicados fueron detenidos, el día ocho de diciembre del 2022, y acusados por “el intento de socavar el orden constitucional y las instituciones de la República”.

Una república, que ha sido históricamente el espolón proa de Francia, para controlar e intervenir en África Occidental y que hoy está necesitando más que nunca, frente a la resistencia que se va conformado contra ella en sus antiguos territorios.

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.

En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.

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