Por Javier DG | Ilustración de ElKoko
Queridos reyes,
para estas navidades me gustaría pediros algo que seguro está a vuestro alcance conceder: entendimiento y buen juicio. Y digo seguro porque me parece mágico el modo en que habéis sido investidos con los honores y responsabilidad de la Jefatura de Estado de mi país.
Según nos cuentan, sois legado de una gloriosa tradición de gobernantes tocados por el hálito divino, símbolo de unidad y embajadores de calidad en el mundo (también Emiratos Árabes-país de “conocida tradición democrática”-). En este punto, solicito entendimiento para lo que parece un eufemismo: el falseamiento constitucional del que sois fruto, es decir, la falta de cumplimiento y la vulneración flagrante de los mandatos constitucionales e incluso la corrupción de los cauces representativos. No alcanzo a comprender cómo el artículo 14 de nuestra Constitución (CE) dice que “los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento ……o cualquier otra condición o circunstancia personal o social” y accedas a la Jefatura de un Estado que se presume DEMOCRÁTICO, gracias a que un espermatozoide concreto (azul, supongo) ha fecundado un óvulo concreto (aquí, el color es lo de menos)
Vale que en España prácticamente no existían las clases medias en los albores del siglo XIX, y que el protagonismo militar de la época es debido en parte al raquitismo de la vida civil. Pero estamos en el siglo XXI, y las generaciones de jóvenes formados y, por desgracia, emigrados a causa de las políticas austericidas de nuestros “europeos gobiernos”, comienzan a comprender que el poder constituyente es absorbido en la maquinaria de la representación, de la que la monarquía no debería formar parte por razones obvias.
La propia CE te da un papel residual, como símbolo, árbitro y moderador (art.56,1), pero a la vez, un escudo protector en forma de exención respecto al resto de españoles difícil de digerir en estos tiempos, como es la inviolabilidad y no sujeción a responsabilidad(art.56,3). Todo ello supongo anima a realizar discursos como el del año pasado por estas fechas, en el suntuoso Salón del Trono del Palacio Real, donde nos animas a caminar y esforzarnos juntos para salir de las dificultades. Este año 2016, de vuelta al despacho, nos cuentas que has conocido trabajadores y profesionales que lo pasan mal, pero que viven con la esperanza de la recuperación. Me parece que son afirmaciones de alguien lejos de la calle que se limita a recitar lo que le cuentan, y que pasa por alto cosas tan graves como la corrupción política e institucional. Sí, majestad, me parece un insulto a los miles de personas que se dejan la vida por sacar adelante a sus familias. Esas que, según nuestra Carta Magna, deberían ser iguales a la suya, cuanto menos, en derechos y oportunidades (unas vacaciones de la Familia Real, nos cuesta a los españoles 1.300.000 € de dinero público). ¿Y nos vienes en Navidad a dar lecciones de esfuerzo y sacrificio?
En medio mundo, por si no lo sabes, muchos economistas están hartos de denunciar el fraude intelectual que hay detrás de las recomendaciones en política económica implementadas a lo largo de la actual crisis, que ponen de manifiesto la pésima visión y el vacío ético en el que han caído nuestros gobiernos para contentar a las élites que, como tú, manejan el poder sin presentarse a unas elecciones. Ya se publican informes de distintos organismos nacionales e Internacionales (MSF, Unicef, Oxfam Itermón, Cáritas…) sobre una de las consecuencias más terribles de la aplicación de tales medidas: el aumento brutal de la pobreza y las desigualdades. Pero esto, supongo, no te lo han contado.
No quiero despedirme sin animarte a que sigas la estela de tu padre, y a continuación propongas a las Cortes Generales un Proceso Constituyente del que estás dispuesto a formar parte. Al igual que me atrevo a sugerir a la sociedad civil, como ya hicieron algunos valientes (ajusticiados en su día por Fernando VII), que es momento de recuperar la Soberanía, tal y como se contempla en el art.2º de la Constitución de 1812: “La Nación española es libre e independiente y no es ni puede ser patrimonio de ninguna familia ni persona”.
Un saludo
Yo les pido, que ya que estan, que hagan algo positivo por su pueblo, que son muy amigos de las instituciones (Borja Prado, Luis Maria Linde y amigos…) y les puede pedir que no abusen tanto.