No es un accidente, es un asesinato. Crónica de una muerte anunciada.

Por Laura Torroba y Román Sedano

Xavi murió. Tenía diecinueve años. Tenía novia. Tenía toda la vida por delante y justo empezaba a estrenarla.

La noticia saltó a los medios: accidente laboral. Pero ¿puede considerarse un accidente lo que se sabía que acabaría pasando antes o después? A Xavi la máquina lo mató. Un circuito de rodillos y planchas se encargó de ello. Xavi llevaba trabajando en la empresa medio año. Tenía un contrato de sustitución y aquel día, alguien decidió que, pese a no tener la formación necesaria ni haber trabajado nunca con esa máquina, se ocupase de ella ya que la persona que lo hacía ese día no había podido ir a trabajar.

La máquina estaba considerada un peligro. Seguridades anuladas, protectores quitados… Lo que sea para que no pare y se puedan solucionar los problemas mientras la máquina sigue. La productividad por encima de la seguridad.

Se sabía que pasaría. Ya había habido cinco denuncias por parte de trabajadores que habían acabado marchándose hartos de correr peligro durante 12 horas sin descanso. Lo curioso es que la fábrica continuaba a pleno rendimiento sin que nadie hubiese hecho nada.

La empresa no se dignó ni a enviar un triste ramo de flores al entierro. El único contacto que ha tenido con la familia es para comunicar que se reunirían con sus abogados para decidir si pagaban el sepelio. Nada más. Lo que sí han hecho es acosar a trabajadores y extrabajadores para decirles que si daban cualquier información serían denunciados o despedidos. Tampoco ningún político del ayuntamiento de Cornellà o de la Conselleria de Industria se ha puesto en contacto con la familia. Ni un triste pésame. Nada.

A Xavi le han dado el mismo trato que se hubiera dado a un tornillo: ¿se ha roto? Pues se cambia y solucionado. Eso son los trabajadores para esta empresa; una pieza que, si se rompe, se tira a la basura y se pone una nueva. Y la clase política no le ha dado un trato diferente. Ha pasado en Cornellá de Llobregat, uno de los ayuntamientos que conforman lo que se conoce como “el cinturón rojo” ¿Rojo? Menos mal. Ya hemos visto como se han involucrado estos supuestos “rojos” que miran más por lo que reciben de la fábrica que por los propios trabajadores.

Ayer- el jueves-  nos concentramos en la puerta de esa fábrica de muerte. Nadie salió a dar la cara, a decir un triste “lo sentimos”, a ofrecer algún tipo de explicación. Después fuimos andando hasta la plaza del ayuntamiento donde hicimos un minuto de silencio. Tampoco salió nadie del ayuntamiento. Nadie da la cara, todos se esconden como las ratas que son, puesto que no merecen otro calificativo.

Xavi no importa ni al empresario ni a la clase política que sufrimos día a día. Xavi molesta porque su muerte ha puesto en evidencia lo que todos sabíamos: ni a empresarios ni a la clase política le importa el trabajador si no es para explotarlo y sacar beneficio. Importa tan poco que la única intervención política que hubo fue de una señora que pasaba por la calle y nos pidió hablar. Se le cedió el altavoz y se arrancó comunicando que era una de las fundadoras de un partido que va a la baja en el municipio. No habló de Xavi. No habló de la precariedad laboral imperante. Se limitó a iniciar un discursito donde de cada tres palabras dos eran el nombre de su partido para disgusto y asqueamiento de todos los presentes. Indignante. Y cuando la familia la cortó diciendo que no
querían politiqueo se enfadó. Encima. Se marchó diciéndonos “arrieros somos y en el camino nos encontraremos”. Toda una muestra del trato que nos dan las clases políticas dirigentes. Pues sí, señora, es cierto: arrieros somos y en el camino nos encontraremos. Concretamente la próxima vez que vuelvan a sacar las urnas. Nos quedó muy claro que su interés era publicitar su partido en vez de luchar por Xavi.

A día de hoy, no se entiende que esa fábrica continúe en marcha. Es más que obvio que se saltan cualquier medida de seguridad. Por no hacer, ni tan siquiera dan ropa de trabajo o EPI’s a sus trabajadores. Entonces, ¿cómo es posible? Es posible por la sencilla razón que quiénes deben garantizar la seguridad de los trabajadores con inspecciones y revisiones no han hecho su trabajo.

A Xavi lo mataron. Los accidentes ocurren, por supuesto. Pero algo que era fácilmente evitable no es un accidente. El desprecio que muestra la empresa por la vida de sus trabajadores es insultante, es indigno y cabreante. Y la muerte de Xavi nos ha matado a todos por dentro. A su madre, su hermano, su abuela, su novia, su familia y sus amigos. A todos. La muerte de Xavi nos ha
matado a todos en alma y espíritu.

El domingo volveremos a ir, a gritar y a exigir justicia. Queremos justicia. Queremos que todos los implicados, desde el primero hasta el último, sean juzgados y castigados por ello. Todos. Y digo todos porque es más que evidente que, además de la empresa, hay mucha más gente implicada.

A Xavi lo mataron y queremos que sea el último. No queremos que haya más Xavis. Ir a trabajar no puede ni debe ser una ruleta rusa donde puedes morir, perder una mano o hacerte daño. No podemos consentirlo. No podemos aceptar este terrorismo empresarial que, antes o después, nos toca a todos. Porque hace quince días fue Xavi, pero podemos afirmar, sin lugar a dudas, que volverá a pasar. Aquí o en otra empresa, da igual. Estamos volviendo al siglo XIX, y la clase política lo está permitiendo. Xavi tiene que ser el último al que le arrebatan la vida para que el empresario de turno haga dinero, para que los políticos de turno medren gracias a la corrupción, para que las inspecciones y medidas de seguridad no sean un papel que se guarda en un cajón.

Xavi somos todas y todos. Y Xavi tiene y debe de ser el último. Su muerte, su asesinato, debe hacernos reflexionar y tiene que servir para cambiar todo. Para que no vuelva a ocurrir. Para que un puesto de trabajo no sea una lotería donde lo que se juega es la vida del trabajador y, ya puestos, de sus familiares, amigos y compañeros.

Xavi es tu hijo, tu hermano, tu novio, tu amigo, tu compañero, tú misma o mismo. Xavi somos todos.

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