Este jueves, 23 de octubre, la justicia italiana ha archivado la última causa que quedaba abierta contra la activista, que no cometió delito alguno, sino que “actuó en cumplimiento del deber de salvamento previsto para el derecho nacional e internacional del mar”.
Por Angelo Nero
“Mi vida ha sido fácil, he podido frecuentar tres universidades, me gradué con 23 años. Soy blanca, alemana, nacida en un país rico y con el pasaporte correcto. Cuando me di cuenta, sentí la obligación moral de ayudar a quien no tenía las mismas oportunidades que yo”, declaró Carola Rackete, en una entrevista al diario italiano La Repubblica.
Carola estudio conservación medioambiental e ingeniería náutica, para involucrarse en el salvamento marítimo de los que, huyendo del hambre, de la guerra y la miseria, se enfrentan a diario, en frágiles embarcaciones, con la incierta travesía del Mediterráneo, en busca de un refugio que Europa les niega. En junio de 2019, la joven capitana estaba al mando del barco Sea Watch 3, cuando, tras rescatar de una muerte segura a medio centenar de migrantes, frente a las costas libias, puso rumbo al puerto de Lampedusa, desoyendo la prohibición del entonces ministro del interior, Matteo Salvini, de la derechista Lega Nord, atracando dos semanas después, el 29 de junio, pese a que se le había denegado el permiso, alegando motivos humanitarios y la ley marítima internacional.
Carola Rackete fue arrestada, bajo la acusación de resistencia y violencia contra un buque de guerra, ya que el ministro del interior dijo que había intentado hundir una lancha de la policía italiana que intentaba evitar el atraque del Sea Watch 3, lo que se sumaba a los cargos de tráfico ilegal de personas. Durante tres días estuvo detenida por las autoridades italianas, que también animaron una campaña de linchamiento mediático y en las redes de la joven capitana alemana.
“Soy consciente de mi suerte porque tuve mucha atención mediática, el apoyo de una asociación más o menos grande y dinero para pagar mi defensa. A un chico de Siria, un estudiante que pasaba con varios sirios en un bote hacia Grecia, le condenaron a más de 300 años porque fue él quien llamó a la guardia costera para avisar de que se estaban hundiendo. Lo hizo porque era el único que sabía inglés y le acusaron de ser el traficante. Son escándalos grandes. Cuando escucho estas historias pienso que para mí la situación fue incómoda, pero fui afortunada.” Relató a una entrevista realizada por Xavier Aldekoa para el diario catalán La Vanguardia.
Este jueves, 23 de octubre, la justicia italiana ha archivado la última causa que quedaba abierta contra la activista, que no cometió delito alguno, sino que “actuó en cumplimiento del deber de salvamento previsto para el derecho nacional e internacional del mar”. Contra quien si continúan las acciones judiciales es contra el exministro Salvini, que entonces retrasó o denegó la autorización para el desembarco de migrantes rescatados por ONG como Open Arms, y que está siendo investigado por el juzgado de Palermo. Rackete actuó entonces, como señala la jueza de instrucción de Agrigento, Micaela Raimondo, “en el cumplimiento de su deber, porque el puerto de Trípoli no podía considerarse un lugar seguro”. Para cerrar la investigación sobre la actuación de la capitana alemana, la jueza Raimondo se basó en un informe de Naciones Unidas, en el que se señalaba que miles de migrantes en Libia están siendo detenidos “arbitrariamente, y son sometidos a tortura”.
A través de su cuenta de Twitter Carola Rackete ha celebrado el archivo de las investigaciones abiertas contra ella por la justicia italiana, advirtiendo: “La mayor amenaza para los derechos humanos son los estados y sus autoridades porque tienen tanto poder. Debemos vigilarlos de cerca y desafiarlos siempre que cometan injusticias.”
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