Puede que Palestina no sea el único criterio para juzgar a la administración Trump. Sin embargo, es sin duda una prueba crucial.
Por Ramzy Baroud | 22/03/2025
ue cualquier administración estadounidense reconozca que, independientemente de las agendas políticas, la opinión pública estadounidense sobre la situación en Palestina e Israel está experimentando un cambio significativo. Se está formando rápidamente una masa crítica de opinión, y este cambio es innegable.
Paradójicamente, mientras la islamofobia sigue aumentando en todo Estados Unidos, los sentimientos de apoyo a los palestinos y de oposición a la ocupación israelí aumentan constantemente.
En teoría, esto significa que el éxito de los medios pro israelíes al vincular las acciones de Israel contra el pueblo palestino con la llamada “guerra contra el terrorismo” —una narrativa que ha demonizado al Islam y a los musulmanes durante muchos años— está flaqueando.
Los estadounidenses consideran cada vez más la situación en Palestina como un problema de derechos humanos, profundamente relevante para la política nacional. Una encuesta reciente de Gallup subraya este cambio.
La encuesta , publicada el 6 de marzo, se realizó entre el 3 y el 16 de febrero. Encontró que el apoyo estadounidense a Israel se encuentra en su nivel más bajo en 25 años, mientras que la simpatía por los palestinos ha alcanzado su nivel más alto. Un 46 % de los estadounidenses apoyando a Israel y un 33 % apoyando a los palestinos habría parecido inconcebible en el pasado, cuando la difícil situación de Palestina y su pueblo era ampliamente ignorada por la opinión pública.
Más notable aún es que este cambio continúa ganando impulso, a pesar del hecho de que los grandes medios de comunicación y los políticos estadounidenses han sido más parciales que nunca, promoviendo un discurso deshumanizante de los palestinos y un apoyo acrítico y sin precedentes a Israel.
Si bien el creciente cambio a favor de Palestina —en particular el genocidio en Gaza, que influyó en los resultados políticos de varios estados durante las últimas elecciones presidenciales— ha pasado en gran medida desapercibido para la administración Biden, está claro que la insatisfacción con la posición del gobierno permanece inalterada.
La administración anterior aprobó una importante ayuda militar a Israel, que superó los 17.900 millones de dólares solo en el primer año, lo que permitió su guerra genocida en Gaza, que causó más de 160.000 bajas en un lapso de 15 meses.
Sin embargo, este flagrante desprecio por las vidas y los derechos palestinos persistió bajo la nueva administración de Donald Trump, que nombró a algunas de las figuras más firmemente antipalestinas y pro-israelíes para puestos clave en su gobierno.
Trump hizo esto a pesar de haber hecho promesas reiteradas, aunque a menudo contradictorias, de poner fin a la guerra y resolver el conflicto israelí-palestino.
En lugar de ello, el presidente estadounidense aprobó la liberación de un envío de pesadas bombas MK-84 y aprobó una venta de armas a Israel por casi 3.000 millones de dólares.
Trump también introdujo una nueva política estadounidense centrada exclusivamente en la toma de posesión de Gaza y el desplazamiento de su población. Aunque esta postura se articuló de forma inconsistente, Trump finalmente, el 14 de marzo, pareció revertirla por completo. Esto dejó a muchos preguntándose si la política exterior estadounidense era realmente independiente o simplemente un reflejo de la influencia de Israel y su lobby en Washington.
A diferencia de Biden, cuyo apoyo a Israel ha sido constante, la postura de Trump ha sido confusa y contradictoria. El portal de noticias estadounidense Axios informó el 5 de marzo que se habían celebrado conversaciones entre Estados Unidos, lideradas por Adam Boehler, y Hamás en Doha. En una entrevista con CNN cuatro días después, Boehler hizo la impactante declaración de que las políticas exteriores de Estados Unidos e Israel debían considerarse independientes. «Somos Estados Unidos. No somos agentes de Israel», afirmó .
Sin embargo, cuando los analistas comenzaron a reflexionar sobre este lenguaje sin precedentes, pronto se reveló que Boehler fue removido de su cargo y el tradicional e inquebrantable apoyo a Israel regresó rápidamente.
Mientras los responsables políticos estadounidenses siguen oscilando entre su compromiso inquebrantable con Israel y la retórica de “Estados Unidos primero”, deben tener presente lo siguiente:
En primer lugar, el público estadounidense está cada vez más consciente de los acontecimientos en Palestina, por lo que enmascarar las violaciones de los derechos palestinos por parte de Israel bajo el disfraz del “derecho de Israel a defenderse” ya no basta.
En segundo lugar, los intereses de Estados Unidos e Israel no son idénticos: Estados Unidos busca el dominio geopolítico seguido de la estabilización y la llamada “contención”, mientras que Israel prospera gracias a las provocaciones, la desestabilización y los conflictos duraderos.
En tercer lugar, Palestina se ha convertido en un asunto interno en Estados Unidos, y el debate sobre Palestina e Israel ya no es unilateral. El creciente apoyo a Palestina implica que más votantes estadounidenses basarán sus futuras decisiones políticas en la interacción de Estados Unidos con Israel y su desprecio por los derechos palestinos.
En cuarto lugar, la represión de la disidencia, las detenciones de activistas y los recortes de financiación solo profundizarán la polarización en torno a este tema, en lugar de fomentar un debate abierto, informado y productivo sobre un asunto de gran importancia para millones de estadounidenses. Estas acciones están erosionando rápidamente la reputación de Estados Unidos como estado democrático y socavando la confianza en su compromiso con una resolución pacífica del conflicto.
Palestina podría no ser el único criterio para juzgar a la administración Trump, ni el único factor que determine los futuros patrones de voto. Sin embargo, es sin duda una prueba crucial. Si persisten las contradicciones y Estados Unidos continúa brindando un apoyo militar inquebrantable a Israel, Palestina podría convertirse en el tema decisivo que contribuya al desmoronamiento de la política exterior estadounidense, no solo en Oriente Medio, sino en todo el mundo.
Aún no es tarde para cambiar esta trayectoria ni para que surja cierto equilibrio. La vida de millones de personas está en juego.
Ramzy Baroud es periodista y editor de The Palestine Chronicle. Es autor de seis libros. Su último libro, coeditado con Ilan Pappé, se titula «Nuestra visión para la liberación: Líderes e intelectuales palestinos comprometidos se pronuncian». El Dr. Baroud es investigador principal no residente del Centro para el Islam y Asuntos Globales (CIGA). Su sitio web es www.ramzybaroud.net
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