Bloqueo en Nagorno Karabaj: cuando el pan y las compresas son artículos de lujo

Tatev Azizyan, periodista local ante los estantes vacíos de un supermercado de Stepanakert, la capital de Nagorno Karabaj. Los residentes se enfrentan a la creciente escasez de alimentos y medicinas desde que Azerbaiyán cerró la única carretera de entrada y salida a la región el 12 de diciembre de 2022. Imagen: Edgar Kamalyan / IPS
“Buscan doblegarnos o que abandonemos nuestra tierra privándonos de ayuda humanitaria e interrumpiendo deliberadamente infraestructuras vitales”
Por Anush Ghavalyan y Siranush Sargsyan /Inter Press Service

STEPANAKERT, Nagorno Karabaj – Tatev Azizyan, una periodista de 28 años de Nagorno Karabaj, le ha explicado a su hija de siete que ambas tienen que cambiar a «modo de ahorro de energía» para sobrevivir.

“Algo de pan y rodajas de tomate y pepino, eso es todo lo que le puedo dar a mi hija para el desayuno. Productos como el azúcar o los huevos hace tiempo que desaparecieron de nuestra mesa”, explicó Azizyan a IPS desde su residencia en Stepanakert, la capital provincial de Nagorno Karabaj.

Ahorrar energía no es fácil cuando el transporte público lleva semanas sin funcionar por falta de combustible. Las filas eternas bajo el sol abrasador tampoco ayudan.

“A menudo vemos a ancianos y personas discapacitadas desmayarse tras pasar horas en la fila solo para un kilo de patatas, o a madres que caminan con sus hijos en brazos al hospital”, lamentó Azizyan.

Es una de entre los 120 000 armenios y armenias que actualmente están bloqueados en Nagorno Karabaj. Se trata de una república autoproclamada dentro de Azerbaiyán habitada por una mayoría armenia que persigue su independencia desde la disolución de la Unión Soviética, en 1991.

El 12 de diciembre de 2022, un grupo de activistas respaldados por el gobierno de Azerbaiyán cerró el corredor de Lachin, la única carretera que conecta el enclave con Armenia y el mundo exterior. Pedían detener la actividad de la minería de oro en la región transcaucásica.

Esa actividad cesó dos semanas después, pero aun así la carretera ha permanecido cortada desde entonces. Armenia llevó a Azerbaiyán ante la Corte Internacional de Justicia y la Corte Europea de Derechos Humanos, pero el gobierno de Bakú hizo caso omiso de las sentencias que lo conminaban a abrir la vía.

“Buscan doblegarnos o que abandonemos nuestra tierra privándonos de ayuda humanitaria e interrumpiendo deliberadamente infraestructuras vitales”: Gegham Stepanyan.

En abril de 2023, los activistas fueron reemplazados por tropas azerbaiyanas cuando Bakú decidió, de forma unilateral, instalar un puesto de control en el corredor de Lachin.

En un comunicado emitido el 25 de julio, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) -la única organización humanitaria internacional que opera en el enclave- denunció que los civiles de la población de Nagorno Karabaj se enfrentan a “la falta de medicamentos para salvar vidas y elementos esenciales como productos de higiene para bebés”.

“A pesar de persistentes esfuerzos, el CICR actualmente no puede llevar asistencia humanitaria a la población civil”, subrayó el informe.

Filas del hambre en Nagorno Karabaj. Como resultado del bloqueo del corredor de Lachin, miles de ciudadanos se ven obligados a esperar durante horas para conseguir una cantidad mínima de alimentos o artículos de primera necesidad. Imagen: Siranush Sargsyan / IPS

Recién nacidos en riesgo

Durante las últimas tres décadas, el conflicto entre Armenia y Azerbaiyán ha dado como resultado una separación étnica prácticamente total de la población de Nagorno Karabaj, muy dependiente económicamente de Armenia, aunque tiene, además de la minería aurífera, un buen sector agrícola.

Cientos de miles de personas de ambos lados se han convertido en refugiados y actualmente en el enclave se cree que los azeríes se han trasladado a Azerbaiyán.

En el otoño de 2020, las fuerzas de paz rusas se desplegaron en la región después de un alto el fuego negociado por Moscú que puso fin a una guerra de seis semanas. La parte azerbaiyana ha impedido que las fuerzas de paz crucen el corredor desde el 15 de junio.

Estados Unidos, La Unión Europea, Rusia, Reino Unido y varios países europeos han pedido a Azerbaiyán que abra el corredor de Lachin para el tráfico humanitario y civil. Bakú ofrece una ruta alternativa a través de su territorio que los armenios rechazan por razones de seguridad.

El 26 de julio, el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, dijo que llevar suministros a través de Azerbaiyán no es una alternativa viable. Ese enfoque fue subrayado por el secretario de Estado de Estados Unidos, Anthony Blinken, durante su última llamada al presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev.

Mientras tanto, la situación dentro del enclave transcaucásico empeora cada día que pasa.

“La tasa de mortalidad perinatal ha aumentado aquí debido a la falta de medicamentos, el estrés y la dieta desequilibrada. Tanto las madres como los bebés corren mayor riesgo”, explicó Vardges Osipov, director ejecutivo del Centro de Salud Materno Infantil de Stepanakert.

“Solo en julio, la tasa de abortos espontáneos aumentó casi tres veces”, advirtió el médico en diálogo con IPS.

Una hilera de autobuses en el centro de Stepanakert. Desde el 25 de julio, el transporte público en todo Nagorno Karabaj se suspendió por completo debido a la falta de combustible. Los residentes se ven obligados a buscar alternativas de transporte o caminar a todos los destinos posibles, incluidos sus lugares de trabajo y hospitales. Tampoco operan ambulancias. Imagen: Siranush Sargsyan / IPS

Alyona Grigoryan, madre de dos niños y embarazada de un tercero, es plenamente consciente de los peligros. Tras sufrir problemas durante su embarazo, permaneció bajo observación médica en el hospital de Stepanakert durante un mes y medio.

Dice que el feto está a salvo, pero necesita una dieta equilibrada y vitaminas, así como medicinas que son imposibles de encontrar.

“Mi hijo de tres años tenía fiebre hace días. No conseguíamos medicinas y tuvimos que recurrir a medios tradicionales para bajarle la fiebre”, explicó la armenia a IPS.

También le preocupa la salud mental de sus dos hijos. “Con solo tres y seis años, ya saben lo que es la guerra y el bloqueo”, lamentó.

La grave escasez de productos de higiene personal para gestionar el periodo es patente en todas las tiendas de Nagorno Karabaj, y en algunos casos afecta solo a ellas, como el de las compresas higiénicas.

Organizaciones internacionales como el Fondo de Población de las Naciones Unidas advierten de que la restricción a materiales sanitarios seguros y asequibles está relacionada con problemas de salud como la depresión o las infecciones.

La satisfacción de las necesidades de higiene de las mujeres y las adolescentes se considera un tema fundamental de derechos humanos, dignidad y salud pública en las sociedades avanzadas.

Sin embargo, en una sociedad tradicional como la de Nagorno Karabaj, los temas relacionados con la salud sexual y reproductiva de las mujeres son un tabú que no se discute en público.

Solo algunas de las mujeres entrevistadas por IPS defendieron su derecho a gestionar su menstruación con dignidad. Ninguna de ellas mencionó la falta de píldoras anticonceptivas o de elementos utilizados para prevenir enfermedades de transmisión sexual.

Cae la noche en una poco iluminada Stepanakert, la capital de Nagorno Karabaj, que también enfrenta cortes de agua, electricidad y gas. Armenia alimenta la infraestructura vital de la región, pero todas las líneas hacia este enclave pasan por territorios controlados por Azerbaiyán. Depende de Bakú abrir la válvula de estos suministros. Imagen: Siranush Sargsyan / IPS

Sin final a la vista

El 26 de julio, el gobierno de Armenia envió 400 toneladas de ayuda a los armenios de Nagorno Karabaj. Confió para ello que las fuerzas de paz rusas escoltaran los suministros de socorro.

Sin embargo, el convoy fue bloqueado después de que el Ministerio de Exteriores de Azerbaiyán calificara el convoy de ayuda como una «provocación y un ataque a la integridad territorial de Azerbaiyán».

“Buscan doblegarnos o que abandonemos nuestra tierra privándonos de ayuda humanitaria e interrumpiendo deliberadamente infraestructuras vitales. Es un crimen que debe ser castigado por la comunidad internacional”, trasladó a IPS Gegham Stepanyan, el defensor del pueblo de Nagorno Karabaj, desde su despacho en el centro de la capital.

Los cortes de agua, luz y gas también son habituales. Armenia alimenta la infraestructura vital de la región, pero todas las líneas pasan por territorio controlados por Azerbaiyán. Depende de Bakú abrir la válvula de estos suministros vitales.

“Mi vida se ajusta a un horario de apagones continuos”, explicó Luiza Sargsyan. Esta adolescente de 16 años tiene que cuidar de Levón, su hermano de 10 años. Ambos se quedaron solos en Stepanakert desde que sus padres tuvieron que desplazarse a Ereván, la capital de Armenia, para una operación quirúrgica antes de que se cerrara la carretera.

Los padres de Levón y Luiza esperan en Goris —un pueblo armenio cerca de la carretera bloqueada a Nagorno Karabaj— hasta que finalmente puedan regresar a casa. Pero esa fecha sigue siendo una incógnita.

“Ni siquiera me atrevo a soñar con que las clases aquí se reanuden en septiembre…”, dijo la adolescente a IPS. Habla de planes “a muy corto plazo”.

“Hacer frente al bloqueo absorbe toda nuestra energía. Ese es nuestro desafío diario”, confió.

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