De los premios Globos de Oro se dice que son la antesala de los Oscar… cosas de americanos. Pero aquí en España somos más arriesgados, y tenemos unos premios de cine, los Goya, que podríamos decir que este año han sido la antesala del Gobierno. O, como mínimo, una representación teatral de la situación política española.
Comenzamos por la inevitable figura de un presidente del gobierno ausente. Como siempre, Mariano sabe lo que va a pasar y prefiere que lo pille lejos. Si él no lo ve no sucede. Y si no sucede es que no hay que preocuparse. Ya se enterará por la prensa, y podrá decir que si el cine es cine es porque hay películas con españoles, muchos, haciéndolas y que las pantallas son grandes porque estás cerca.
Tenemos a un Pedro Sánchez que se presenta guapo, elegante, seductor, dispuesto a conquistarlos a todos y a ninguno… Con un perfecto traje, para la derecha, pero sin corbata, para la izquierda… Así pudo sacarse fotos de progreso con quien se pusiera a su lado.
Rivera… Pues qué vamos a decir de él. Perfecto, como siempre. Cumple su papel… Elegante, discreto, simpático, se sienta al lado de Iglesias como diciendo “si a mí, el pueblo… me encanta…” pero las mejores caras fueron para Sánchez. Más lejos pero mejor, vaya.
Y después tenemos el cuadro formado por Iglesias y Garzón. ¿Sabes cuando quieres impresionar a tu novia y te vistes para esa fiesta a la que vais a ir juntos, y tú piensas que ella va a ir con un vestido de gala y tú te pones ese traje de tu padre que te queda grande, y va la muy… y aparece de vaqueros? ¿Por qué no te dijo que a esa fiesta se podía ir de vaqueros? Y ahora, todo el mundo a hablar de ti, que era lo que te faltaba, que te criticaran por la ropa… Pues eso les pasó a los dos con Sánchez. Rivera queda guay porque todo el mundo sabe que SIEMPRE va así, pero Iglesias y Garzón… Esa corbata y esa pajarita eran toda una declaración de principios… Nos pondremos un traje por ti, Pedro, ladrón… pero somos unos rebeldes.
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