«Los y las baby boomers aguantamos desde hace unos años, y parece que por nuestra “culpa” por ser una generación tan numerosa».
Pedro Labrado
El pasado noviembre cumplí 58 años, en mi entorno como no podía ser de otra manera un buen número de compañeros y compañeras, amigos y amigas también frisan los 60 años. Efectivamente, pertenecemos a la llamada generación del baby boom. Somos casi 8 millones de trabajadores y trabajadoras en España incluidas en esta “simpática” denominación.
Los y las baby boomers fuimos al colegio apiñados en grupos de 40 o 50 alumnos. Había pocos colegios, menos públicos y menos de calidad. Para las generaciones posteriores se amplió el número y calidad de los colegios públicos, así como se empezó a hablar de ratios en las aulas, ratios, en mi época el apelotonamiento en las aulas servía también en invierno de feliz calefacción involuntaria.
Los y las baby boomers fuimos, los que pudimos, a la Universidad con muchas dificultades ya que el sistema de becas era corto para la enorme demanda existente. En muchos casos también apiñados en grupos de hasta 100 alumnos. Las generaciones posteriores sólo han visto el aumento del número de universidades y la mejora y ampliación continua de los sistemas de becas, con algún altibajo, cierto, pero en tendencia ascendente siempre.
Los y las baby boomers entramos en el mercado laboral a “codazos” en un mercado muy estrecho para lo numeroso de nuestra generación. Mercado laboral en el que se estaban implementando, aplaudidos por todos y todas, los derechos recogidos en la Constitución del 78.
Los y las baby boomers aguantamos sobre nuestros hombros durante varias décadas la modernización del sistema de pensiones que supuso la percepción, por parte de los trabajadores y las trabajadoras que alcanzaban la edad de jubilación, de pensiones dignas y su actualización puntual con el IPC.
Los y las baby boomers en estos tiempos de crisis sufrimos de forma especial las dificultades de reintegrarnos al mercado de trabajo tras pasar por la penosa situación del desempleo, según el INE a cierre de 2020, el 41,2% de los hombres en paro con una edad entre 50 y 59 años y el 54.7% de los hombres entre 60 y 64 años lo eran de larga duración (más de un año en el paro). Entre las mujeres los datos son aún más lacerantes, el 49,7% y el 61,2% respectivamente.
Y ahora, los y las baby boomers aguantamos desde hace unos años, y parece que por nuestra “culpa” por ser una generación tan numerosa, que no se pare de hablar de insostenibilidad y de reformas del sistema público de pensiones, así como de lesivas reformas laborales. Los cantos de sirena de la insostenibilidad y la reforma del sistema público de pensiones no es nada más que un aviso a navegantes de que vamos a cobrar menos pensión y que vamos a empezar a disfrutar del merecido descanso laboral mucho más tarde que las generaciones que nos han precedido. Las reformas laborales han sido hasta ahora igualmente para “retocar” nuestros derechos, abaratar el despido y recortar las prestaciones por desempleo.
Los y las baby boomers nos enfrentamos a que nuestro sistema de pensiones es de reparto y está claro que llegamos siempre mal al reparto, nuestras magras cotizaciones han servido durante décadas para financiar jubilaciones anticipadas y pensiones dignas y bien actualizadas, y ahora que nos toca entrar en el “reparto”, resulta que somos muchas personas para acceder a la pensión y además en proporción y en relación a lo que los baby boomers cotizábamos, ahora los cotizantes cotizan menos consecuencia de la profunda precariedad laboral en muchos sectores, con bajos salarios y por tanto bajas cotizaciones. Como digo el reparto siempre nos penaliza, cuando somos los aportantes, aportamos mucho y nuestras aportaciones llegan bien para el sistema y cuando somos los acreedores nos tenemos que enfrentar a los eufemismos de los coeficientes de sostenibilidad y desde hace poco parece que nos tendremos que conformar con la caridad de un mecanismo de equidad intergeneracional. Sin perder de vista que nos tendremos que jubilar mucho más tarde que las generaciones que nos han precedido.
Me voy a poner constitucionalista por un momento, el artículo 50 de la Constitución española dice en relación a las pensiones:
“Los poderes públicos garantizarán, mediante pensiones adecuadas y periódicamente actualizadas, la suficiencia económica a los ciudadanos durante la tercera edad. Asimismo, y con independencia de las obligaciones familiares, promoverán su bienestar mediante un sistema de servicios sociales que atenderán sus problemas específicos de salud, vivienda, cultura y ocio.”
No dice que esto no se cumplirá excepcionalmente con generaciones numerosas, ni que el sistema deba soportar diversos modelos de personas jubiladas, que convivan en el sistema personas que se hayan podido pre-jubilar con 53-54 años y otras no puedan jubilarse hasta los 70. Y aquí vuelvo a sacar la Constitución a pasear, el artículo 14 recoge que:
“Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.”
Pertenecer a la llamada generación del baby boom no puede ser razón para discriminación alguna. Y mucho menos una discriminación sobrevenida, los legisladores de ayer y hoy ya conocían que durante dos décadas del pasado siglo la población española tenía una generación mucho más numerosa, no pilla por sorpresa. Lo que supone cambiar ahora las reglas del juego es decir a toda una generación que durante cuarenta años se ha estado jugando con unas reglas y que ahora a las puertas de entrar en el juego las reglas para esta generación se cambian para perjudicarles gravemente. Esto no lo soporta el artículo 14 de la Constitución. Lo digo alto y claro, todas las declaraciones que ha hecho el actual ministro de Seguridad Social, Sr. Escrivá en esta dirección, son inconstitucionales, no las soporta la Constitución. Sea en positivo o en negativo, todo lo que afecte a las pensiones debe afectar a toda persona pensionista, no podemos tener un sistema asimétrico que dependa de a que generación pertenece cada persona. Las asimetrías del sistema se deberán corregir igualando por arriba para no incurrir aún más en la inseguridad jurídica que supone cambiar el sistema cada vez que entra un gobierno o un ministro o ministra del ramo.
La excusa tampoco pueden ser los recursos, su teórica suficiencia o no circunscrita exclusivamente a la recaudación por cotizaciones. Si además añadimos la segunda parte del artículo 50 de la Constitución en lo que se refiere a atender a la tercera edad en materia de salud, vivienda, cultura y ocio, el gobierno de turno la obligación constitucional que tiene es la de buscar los recursos necesarios para atender todos estos requerimientos constitucionales.
Los recursos tendrán que salir de dónde los haya vía impuestos con el igualmente principio constitucional de una fiscalidad progresiva en función del nivel de ingresos. Para esto el sistema fiscal español pide a gritos una profunda reforma que nos equipare en presión fiscal a los países de nuestro entorno que les permite tener unos sistemas de previsión más avanzados que el nuestro. No pasaría tampoco nada si la presión fiscal fuera un poco mayor que la de los países de nuestro entorno. Recursos hay, que no nos engañen, lo que hay que hacer es movilizarlos en la dirección adecuada.
¡Baby boomers del mundo, uníos y luchad!
Somos una generación numerosa, sí ¿Y qué?
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