Esta no es una nueva guerra, es un conflicto abierto desde que en noviembre de 2020, el ejército azerí, bajo las ordenes del dictador Ilham Aliyev, invadió la República de Artsakh
Por Angelo Nero
Mientras el mundo sigue pendiente de los frentes de guerra abiertos en Ucrania, y los medios occidentales nos dibujan una contraofensiva del ejército de Zelenski como si esta fuera a frustrar las estrategias rusas de consolidar los territorios conquistados en el Donbas y en la amplia franja que va desde Jersón a Mariúpol, mientras Europa se enfrenta a un escenario energético incierto por el cierre del gas ruso, a pesar de seguir enviando cantidades ingentes de armas para que sean otros los que mueran, mientras siguen ignorando a las víctimas de otras guerras, como el largo conflicto que se viene desarrollando en Etiopía, donde millones de personas están en riesgo de morir no solo bajo las bombas, sino también de hambre, mientras todo esto ocurre, una nueva guerra se desata en el Caúcaso.
Aunque, en realidad, esta no es una nueva guerra, es un conflicto abierto desde que en noviembre de 2020, el ejército azerí, bajo las ordenes del dictador Ilham Aliyev, invadió la República de Artsakh, un óblast autónomo -de mayoría armenia- de la antigua República Soviética de Azerbaiyán que había declarado la independencia a principios de los años noventa, dando lugar a la primera guerra de Nagorno Karabakh, de la que salieron victoriosos los armenios. Azerbaiyán se tomó su tiempo para vengar esa derrota, y durante años la estirpe de Aliyev, que prácticamente lleva gobernando el país desde su independencia, se ha ido armando gracias a las ganancias del petróleo que extraen del Mar Caspio, y gracias al patrocinio de Erdoğan, cuyo apoyo fue determinante para que en la ofensiva de finales de 2020 las tropas azerís se hiciesen con dos tercios de la República de Artsakh.
Desde entonces, a pesar del armisticio que se vio obligado a firmar el primer ministro armenio Nikol Pashinyan, bajo la mediación de Rusia, cuyo ejército se desplegó en Nagorno Karabakh como garante de la paz, han sido continuas las rupturas de alto el fuego por parte de los azerís. En mayo de 2021 tropas azerís avanzaron varios kilómetros dentro de la frontera de la República de Armenia, en las provincias de Syunik y Gegharkunik. En julio de ese mismo año el ejército de Aliyev subió la tensión en las fronteras de su territorio autónomo de Nakhchivan -arrebatada a Armenia durante el genocidio armenio, ocupándolo en 1918-, extendiendo los enfrentamientos a la provincia de Gegharkunik. En abril de 2021, el dictador azerí llegó a afirmar que la capital de Armenia, Ereván, Zangezur (Syunik) y Sevan (Gegharkunik) eran las «tierras históricas» de Azerbaiyán.
A principios de agosto de este año Azerbaiyán volvió a violar las fronteras de Artsakh, ignorando a las fuerzas de paz rusas, tomando varios puntos estratégicos, a pesar de los llamamientos internacionales a que se mantuviera un alto el fuego que desde Bakú no parecen muy interesados en respetar.
Este lunes, 12 de septiembre, el ejército azerí ha iniciado un ataque a gran escala contra Armenia, a lo largo de toda la frontera, bombardeando con artillería y drones las regiones de Goris, Vardenis, Sotk, Kapan y Jermuk, según ha informado la corresponsal de Diario Armenia, Betty Arslanian, que señala también en su cuenta de twitter: “Una violación a la integridad y soberanía de Armenia, que Azerbaiyán no solo niega, sino que responsabiliza a la parte armenia de haber violado el régimen de cese al fuego.”
El ministerio de Defensa de Armenia lo ha confirmado en un comunicado: “El 13 de septiembre a las 00:05 horas unidades de Fuerzas Armadas de Azerbaiyán abrieron fuego intensivo con artillería y armas de gran calibre contra posiciones armenias en dirección a las localidades de Goris, Sotk y Dzhermuk.” Parece que toda la frontera oriental de Armenia está amenazada por el ejército azerí.
Funcionarios y políticos armenios venían denunciando desde hace días que Azerbaiyán estaba buscando una escusa para desatar esta ofensiva, señalando que militares armenios habían abierto fuego desde la frontera, extremo que no han podido demostrar. “¿Muchos se preguntan por qué Azerbaiyán difunde desinformación de una forma tan organizada y consecutiva? Todos sabemos que cuando Bakú prepara una nueva provocación en la frontera, trata primero de darle legitimidad informativa.” Ha señalado el político armenio Edmon Marukian, fundador del Bright Armenia, uno de los partidos que formó parte de la alianza que llevó al poder a Nikol Pashinyan.
El gobierno de Azerbaiyán está convencido de que la comunidad internacional callará una vez más ante sus planes de reeditar el genocidio armenio, gracias al incremento del gas azerí hacia Europa. En 2021 la exportación de gas a Europa ascendió a 8.200 millones de metros cúbicos, con destino, principalmente, a Italia, Grecia y Bulgaria. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, viajó en julio de este año a Baku para firmar un acuerdo comercial con Aliyev, ignorando su historial de vulneraciones de los derechos humanos para duplicar el suministro de gas, con la previsión de llegar hasta los 20.000 millones de metros cúbicos anuales en 2017. Von der Leyen definió a Azerbaiyán como ““socio energético crucial”.
La presidenta de la Comisión Europea debería leerse el informe Libertad en el Mundo publicado por la ONG Freedom House, en 2022, en el que se dice: “El poder en el régimen autoritario de Azerbaiyán sigue estando fuertemente concentrado en manos de Ilham Aliyev, quien se ha desempeñado como presidente desde 2003, y su familia extendida. La corrupción es rampante y la oposición política formal se ha visto debilitada por años de persecución. Las autoridades han llevado a cabo una amplia represión de las libertades civiles en los últimos años, dejando poco espacio para la expresión independiente o el activismo.”
Daniil Kuzmenko, desde su cuenta su canal de Telegram vaticinaba el pasado 4 de agosto: “Opino que la agresión comenzará por etapas, primero se bloqueará definitivamente el corredor de Lachin y después se llevará a cabo una ofensiva en todos los frentes. La etapa más activa coincidirá con la intensificación de los combates en el escenario ucraniano. Bakú cree firmemente que esto asegurará la inexistencia de una respuesta seria por parte de Moscú.” Para continuar con su análisis certero más abajo: “Las organizaciones internacionales como la Unión Europea se mostrarán simplemente preocupadas por la situación, necesitan el gas azerbaiyano ahora más que nunca. La Organización del Tratado de Seguridad Colectiva actuará de la misma manera que en 2020. Los medios occidentales ni siquiera informaran apropiadamente de la situación. La República de Artsaj solamente depende de si misma y de Armenia.”
Azerbaiyán ha confirmado también un contrataque armenio en las áreas de Dashkesan, Kelbajar y Lachin, admitiendo en un comunicado que “algunas posiciones, refugios y bastiones del Ejército azerí han recibido fuego intenso de varios calibres, incluidos morteros, por parte del Ejército armenio. Como resultado, hay bajas entre el personal y la infraestructura militar ha sido dañada.”
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