La última película del cineasta madrileño Rodrigo Sorogoyen cuenta con 17 nominaciones a los Goya y está teniendo un gran éxito tanto en las salas de cine como entre la crítica.
Por Oriol Sabata
Rodrigo Sorogoyen narra en As Bestas el conflicto que se desencadena cuando Antoine (Denis Ménochet) y Olga (Marina Foïs), una pareja francesa con ínfulas de superioridad moral e intelectual, llega a un pequeño pueblo gallego para iniciar una nueva vida con un proyecto de restauración de casas rurales.
Según apuntan algunos medios, el guión, escrito por Isabel Peña y el propio Sorogoyen, estaría inspirado en el conocido como Crimen de Santoalla, que tuvo lugar en 2010 cuando Martin Verfondern, un holandés que se mudó con su esposa a esta aldea de Ourense, fue asesinado a raíz de una disputa vecinal.
Probablemente lo que más decepciona de esta producción hispano-francesa es el hecho de comprobar como desde la industria audiovisual se refuerza, una vez más, el cliché de la llamada Galicia profunda en su connotación más despectiva. Una historia llevada al extremo y poco matizada en la que se construye a unos personajes lugareños lumperizados y con un abierto complejo de inferioridad respecto a lo foráneo.
La primera parte del largometraje está orientada en ese sentido: se muestran los lazos familiares y afectivos de Antoine y Olga con el objetivo de que la pareja gala despierte la empatía necesaria en el espectador. A medida que avanza la cinta se dibujan claramente dos mundos antagónicos: el del matrimonio forastero cultivado y civilizado frente a la “barbarie” de los pobladores autóctonos, expuestos ante los ojos del público como individuos sin alma ni sentimientos y que parecen vivir atrapados en un bucle de alcoholismo, juegos de mesa de bar y conversaciones monopolizadas por el odio y el resentimiento como consecuencia de una vida gris y frustrada.
Esta tendencia se fortalece a lo largo de los 137 minutos de proyección, donde se muestra de manera más explícita el desprecio de Antoine hacia sus vecinos al ser incapaz de entender el resentimiento y el anhelo de estos por progresar y transformar sus condiciones materiales de vida. Es precisamente aquí cuando aparece un interesante conflicto: el choque y las posturas irreconciliables entre esa especie de ecologismo urbanita que idealiza lo rural e ignora la realidad social y material del lugar, y unos habitantes que fruto de la desesperación tratan de malvender sus tierras a una multinacional con la esperanza de conquistar una mejor vida en la ciudad.
Más allá del relato, As Bestas es un film de tiempos reposados que cuenta con unos diálogos brillantes que cautivan desde el primer minuto y transmiten ese clima de hostilidad que actúa como hilo conductor en toda la película. Lo más destacado, sin duda alguna, es la sublime interpretación de Luis Zahera (Xan), merecedor del Goya, y que termina eclipsando al resto del reparto, incluso a Diego Anido (Lorenzo) que completa junto a Zahera (hermanos en la ficción) un tándem exquisito.
«El punto de partida de ´As Bestas´ es la historia real de la resistencia y la fuerza de voluntad de esa mujer holandesa para seguir en una aldea perdida de Galicia después de lo que pasó»
Rodrigo Sorogoyen
Oriol, es una pena que hagas una lectura tan literal y reduccionista del relato. La película no va «de una pareja francesa con ínfulas de superioridad moral e intelectual» y su enfrentamiento con alguno de los habitantes locales, tampoco pretenden «iniciar una nueva vida con un proyecto de restauración de casas rurales». De hecho, la pelicula tampoco narra «el conflicto que se desencadena cuando Antoine y Olga (…) llega(n) a un pequeño pueblo gallego».
Lo de menos es el escenario, Galicia, La Mancha, la periferia de Barcelona… la película arranca cuando el problema ya se ha dado, ya están las cartas sobre la mesa, lo que relata es el salvaje coletazo final… y lo que ocurre después.
Lo que la película viene a contar es bastante más complejo que esa visión sesgada de neorrurales urbanitas contra residentes locales. Formas diferentes de ver y actuar en el mundo, quienes no buscan más que algo de dinero para vivir su vida, y quienes además de trabajar buscan algo más, amigos, cultura, respeto por la naturaleza. También la forma tan diferente en que se enfrentan a los mismos problemas hombres y mujeres. Y cómo no, los métodos que tiene el capitalismo para mercantilizar el medio ambiente y tareas tradicionales como la agricultura, colonizando mentes con una lluvia (ficticia) de dinero. Pueden ser aerogeneradores, macrogranjas de cerdos, o la invasión de fotovoltáicas en nuestro medio rural, en todos los casos el objetivo es el mismo («Capitalismo de desposesión» lo llama David Harvey). Que ese enfrentamiento se dé entre vecinos, no debería ocultar de dónde procede el verdadero problema. Y por supuesto que cada cual tiene sus razones, y en la película creo que al espectador le queda bien claro la complejidad de la cuestión.
Termino. Es la precariedad promovida por el capitalismo vista desde el medio rural. Dos trabajadores (porque no son otra cosa) enfrentados por una serie de valores y necesidades contrapuestos, pero que el capitalismo consigue hacer irreconciliables. Hay otras formas de enfrentarse a esa forma de embestir del capitalismo y del machismo, lo demuestra el comportamiento de la mujer.
Saludos.
Que pouco afortunada análise dunha extraordinaria obra wue podería situarse en calquera lugar do planeta. Oxalá máis «urbanitas» deses nos nosos montes xunto coa veciñanza que, tamén no filme, pensan coma eles. Ou quen se opon ás eléctricas no filme non é tamén xente galega?
A crítica é, ademais, xenófoba.