Artsakh, sin gas y bajo el fuego azerí

Niños de Khramort, tomado por el ejército azerí, en Artsakh. Foto: @AnnaPetrosyanJ

En Artsakh, el ejército azerí, ha bombardeado pueblos y ciudades, bombardeando infraestructuras, hospitales, colegios y viviendas, castigando duramente a la población civil, que fue obligada a abandonar sus tierras y hogares de las zonas que fue ocupando

Por Angelo Nero

“Armenia ha respondido a las propuestas de Azerbaiyán y ha pedido al Grupo de Minsk de la OSCE que organice negociaciones para la firma de un acuerdo de la paz entre Armenia y Azerbaiyán, en base la Carta de Naciones Unidas, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Acta Final de Helsinki”, declaró el Ministerio de Exteriores Armenio, este lunes 28 de marzo, tras la propuesta azerí con los principios básicos para el establecimiento de relaciones entre ambos países, especialmente tensas desde la ofensiva del ejército azerí, en septiembre de 2020, contra la República de Artsakh, con un fuerte respaldo turco, y con la incursión de las tropas de Aliev, en mayo de 2021, en las en las regiones armenias de Syunik y Gegharkunik.

Con un cinismo evidente, la portavoz del Ministerio de Exteriores azerí, Leyla Abdullayeva, afirmó que entre los principios para entablar relaciones estaban “el reconocimiento mutuo del respeto de la soberanía, la integridad territorial, la inviolabilidad de las fronteras internacionalmente reconocidas y la independencia política entre ambos países”, todo esto mientras las tropas azerís incrementaban su campaña de hostigamiento a la sufrida población de Nagorno Karabakh.

Desde Stepanakert, sin demasiadas esperanzas en las negociaciones que pueda organizar la OSCE, nuestra amiga Lala Grigoryan, el 13 de marzo, nos transmitía inquietante noticias: “En Shushi los soldados azerís bombardearon las tuberías de gas y ahora no quieren solucionarlo de manera pacífica, además rodearon de minas la zona así que que nadie de nuestro lado puede acercarse a las tuberías.” En esta época del año las temperaturas pueden bajar hasta los catorce grados bajo cero, lo que, sin suministro de gas pone en evidente peligro para su supervivencia a más de 100.000 habitantes de Artsakh.

La periodista argentina, Betty Arslanian, desde Ereván, respondía unos días después en una entrevista planteada por NR, sobre este tema: “En este momento el 100% de la población se encuentra desprovista de este servicio desde hace una semana, debido a que el gasoducto principal que conecta el gas entre Armenia y Artsakh fue dañado en una zona controlada por las tropas de Azerbaiyán. Ellos han declarado que el daño ocurrió accidentalmente; sin embargo, tampoco aceptan ningún tipo de negociación con las fuerzas de mantenimiento de paz rusas para repararlo. Debido al fuerte descenso de la temperatura en Artsakh esta semana, los habitantes no tuvieron otra opción que calefaccionar sus hogares y cocinar mediante artefactos eléctricos. Como consecuencia se registró un exceso en el uso de la electricidad y hubo cortes en varias zonas.”

El 22 de marzo pasado, en una de sus crónicas para el Diario Armenia, Betty Arslanian recogía las declaraciones de la Defensoría de los Derechos Humanos de Armenia y Artsakh, a propósito de este grave incidente, propiciado por los ocupantes azerís: “El suministro de gas que se restableció el 18 de marzo duró menos de 3 días. En estas severas condiciones climáticas invernales, los niños, las personas mayores, los enfermos y las personas desplazadas de Artsakh se ven privados de calefacción. La gente se enfrenta a dificultades indefinibles. La crisis humanitaria en Artsakh continúa. Para nosotros está fuera de toda duda que la parte azerbaiyana continúa deliberadamente con la política estatal de aterrorizar y presionar a la población de Artsakh. El objetivo es el mismo: la aniquilación y limpieza étnica de Artsakh de su población indígena armenia.”

Un soldado armenio monta guardia en lo alto de la colina cerca de Charektar, en Nagorno Karabakh. Foto: Sergei Grits

A este difícil panorama, se les ha sumado la incertidumbre creada por las noticias sobre una retirada de las fuerzas de paz rusas, desplegadas en Nagorno Karabakh, para reforzar al ejército ruso en la guerra de Ucrania, algo que ha sido desmentido desde el Servicio de Seguridad Nacional de Nagorno Karabakh: “Las fuerzas de mantenimiento de paz rusas estacionadas en Nagorno Karabakh continúan llevando a cabo su misión.” La noticia habría surgido desde fuentes azerís, interesadas en continuar con la campaña de intimidación contra la población local, que incluye la utilización de camionetas con megafonía, instándoles a abandonar sus casas y amenazándoles con ataques inminentes.

El 24 de marzo, Azerbaiyán volvía a cumplir sus amenazas, violando la línea de contacto establecida en los acuerdos firmados en noviembre de 2020, en la región de Askeran, tomando las poblaciones de Parukh y Khramort, que estaban bajo el control de las fuerzas de paz rusas, que han sido abandonadas por sus habitantes, temerosos de su seguridad. Esto es parte de una táctica azerí para lograr el control de Khramort, un lugar con gran valor estratégico para dominar la zona. A pesar de que fuentes del ministerio azerí de defensa declararon que “la información difundida por fuentes armenias sobre un presunto recrudecimiento de la situación en el territorio de Azerbaiyán, donde está desplegado el contingente de paz ruso, no refleja la realidad”, las autoridades de la República de Arsatkh han confirmado la agresión azerí, a la vez que han asegurado que cinco militares del ejercito de Azerbaiyán murieron en los ataques, a la vez que confirman la muerte de tres soldados armenios y catorce heridos en sus filas, bajas debidas, principalmente, al bombardeo con morteros y drones turcos UAV Bayraktar TB-2.

Todas estas acciones, según la cancillería de Artsakh, el corte del suministro del gas, las continuas violaciones del alto el fuego, el amedrantamiento de la población civil, son parte de una campaña “de limpieza étnica orquestada por el estado azerí que tiene como objetivo la expulsión completa de los armenios de Artsakh.”

Por todo ello Armenia ha denunciado esta campaña azerí ante Tribunal Europeo de Derechos Humanos y la Corte Internacional de Justicia, ya que “las acciones de Azerbaiyán ponen en peligro directo los derechos fundamentales de la población de Artsakh protegidos por la Convención y contienen una amenaza de pérdida irreversible.” En esta línea, desde Stepanakert, nos escribía Lala Grigoryan ayer mismo “Azerbaiyán ahora está tratando de usar la guerra en Ucrania para desestabilizar la situación alrededor de Artsakh. Es extremadamente importante transmitir esta información a los funcionarios europeos. También la cuestión de nuestros prisioneros de guerra, que incluso nosotros discutimos en primer lugar. Ahora tenemos catorce heridos, y tres muertos.”

Toivo Klaar, representante especial de la Unión Europea para el sur del Cáucaso, declaró que la UE está preocupada por las violaciones continuas del alto el fuego y por la interrupción del suministro de gas, por parte de Azerbaiyán: “Los últimos acontecimientos sobre el terreno son realmente muy preocupantes. He tenido numerosas conversaciones con representantes de Ereván y Bakú en los últimos días sobre estos temas. Obviamente, estos acontecimientos preocupan a la UE. Sería fundamental que el gasoducto se repare lo antes posible y que cesen los tiroteos.” En su cuenta de Twitter: “A medida que el entorno internacional se vuelve más tenso, la UE está más comprometida que nunca con el objetivo de un Cáucaso Meridional pacífico y próspero.” Sin embargo no se espera que la Unión Europea tenga una postura firme contra la agresión azerí, muy al contrario de la actitud que está mostrando en la guerra de Ucrania.

En Artsakh, el ejército azerí, ha bombardeado pueblos y ciudades, bombardeando infraestructuras, hospitales, colegios y viviendas, castigando duramente a la población civil, que fue obligada a abandonar sus tierras y hogares de las zonas que fue ocupando, más de cinco mil armenios fueron asesinados, y se denunciaron torturas y tratos degradantes a los prisioneros de guerra, así como ejecuciones arbitrarias, algo que señala a una evidente limpieza étnica, y la comunidad internacional no ha hecho nada para evitarlo, aparte de vagos llamamientos a una solución pacífica del conflicto.

En este sentido, el periodista Anush Ghavalyan, desde Stepanakert, escribía para el diario Providence: “Azerbaiyán tiene como objetivo terminar la limpieza étnica de Nagorno-Karabakh. Abiertamente, no pueden ir a una guerra en toda regla hoy, ya que las fuerzas de paz rusas están desplegadas aquí. Entonces hacen todo lo posible para interrumpir la vida normal y hacer que las personas abandonen su tierra natal. Así, combinan tiroteos y amenazas de uso de la fuerza con cuestiones humanitarias como cortar el gas, el móvil, internet, agua, etc., para arruinar la vida de los habitantes de Artsakh.”

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