Arcrisis capitalista

Por Jesús Ausín

Desde la habitación desde la que descorre las cortinas, el día se presta sombrío. Un Cúmulo indefinido e infinito cubre el cielo que sin embargo, no barrunta agua. Es un día gris, plomizo y triste aunque, fuera, en la calle, hay una temperatura suave y agradable gracias a que el Cierzo lleva unas jornadas de vacaciones.

Maudilia se mueve con dificultad por la habitación. El dedo gordo del pie derecho le produce un tremendo dolor y una cojera cada vez más pronunciada. Una uña mal cortada, se convirtió en una herida sin importancia que comenzó a sentir con un leve latido en el dedo y que, con el paso de los días,  se ha tornado en un pinchazo eterno cada vez que mueve el pie. El médico, un viejo gruñón de ideas fijas que lleva ejerciendo en la villa casi cuarenta años, no le dio importancia. A simple vista, parece que la herida se ha cerrado y aunque el dedo está rojo como un tomate, no cree que vaya a más. Para curarse en salud, le dio unos sobres de antibiótico que a Maudilia le provocaron reacción en la primera toma, con un sarpullido que picaba más que cuando era joven y acababan de meter la paja de cebada en el pajar. También le costaba respirar.

Acudió entonces a la farmacéutica del pueblo, La Irene, ya que Don Estanislao, el médico, no volvería hasta la semana siguiente a pasar consulta. Irene le dijo que dejara de tomar el antibiótico porque probablemente fuera alérgica. A cambio, le dio un bote con unas bolitas, blancas, chiquititas y muy dulces que, aunque eran muy caras, le prometió que le ayudarían a mejorar en unos días.

Pero el dedo no ha mejorado. Ahora, se ha vuelto blanquecino cada vez que lo toca y el dolor con cualquier roce es insoportable. Ha tenido que dejar de usar zapatillas y lleva el pie al fresco metido en una chancla. Con cada golpe accidental, el estómago se le encoge, el corazón se le acelera, la vista se le nubla y el cerebro aúlla por el dolor. Esta semana, don Estanislao, no ha venido a pasar consulta. La gripe le ha dejado en cama. Y la Conserjería de Sanidad de la Junta dice que no está para dispendios así que, un bando del ayuntamiento les anuncia que estarán sin médico mientras dure la gripe del viejo doctor. Maudilia ha acudido a la consulta de enfermería, quién nada más ver el estado del dedo le ha preguntado por el antibiótico que le mandó el doctor. La enferma le ha contado lo sucedido y Margarita, la enfermera, ha exclamado en un ahogado grito. “¿Pero, Maudilia, cómo se le ocurre?” Tiene usted una infección de caballo. Ya está usted tardando en acudir a urgencias al hospital de la capital. Maudilia vive sola, no tiene hijos y a sus sobrinos más cercanos, les echó de su vida cuando empezaron a meterle mano a la cartilla de ahorros. Margarita llama a una ambulancia que tarde hora y cuarto en recorrer los 25 kilómetros entre la capital y el pueblo.

Cuando llega al hospital, le sajan el dedo, limpian la herida y le administran un antibiótico de última generación a través de una vía colocada en el brazo. El dedo tiene un mal color azulado y no saben si tendrán que amputarlo. Por la analítica, el cirujano jefe decide que es posible curar la infección sin cortar el dedo. Un MIR que ha llegado hace unas semanas, nuevo al hospital procedente de Cuba, opina que los niveles de glóbulos blancos indican una infección importante y le plantea la urgencia de cortar el dedo para que la infección no vaya a más. Pero su jefe insiste en que curará con antibióticos.

Dos meses después, Maudilia sale del hospital. Le han tenido que cortar la pierna a la altura de la rodilla y ahora, sola y desamparada, se plantea como va a sobrevivir en una casa de pueblo con una decena de escalones y sin ayuda.

Ilustración de Javier F. Ferrero

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Arcrisis capitalista

Escuchaba el otro día, de viaje en el coche, en una emisora de radio decir que la economía española mantenía el ritmo de crecimiento en un 0,4% gracias a la mejora del consumo interno. Los datos eran del tercer trimestre de este año (jul-sep) y en el titular se omitía que el empleo, en este mismo periodo, cayó tres décimas por debajo del trimestre anterior y eso que en un país como España, dónde el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) se cepilló de un plumazo en la década de los ochenta del siglo pasado,  todo el tejido industrial, el turismo es de los pocos sectores que tendría crear empleo y, por supuesto, más en verano que debería ser la mejor de las épocas para contratar camareros y personal de servicio al turismo.

En Chile, en Argentina, en Haití, el FMI ha sido el causante de miles de muertes, de millones de personas que no pueden comer y de una situación generalizada de tensión

Este titular de uno de los medios de desinformación, manipulación y aborregamiento general de la población, contrasta sin embargo con los cientos de advertencias sobre lo que los expertos llaman nueva crisis y que otros, que no tenemos ni idea de macroeconomía, tendencias, estadísticas y teorías económicas que siempre cuentan lo mismo y que nunca dan en el clavo, decimos que no es “otra” sino la misma que sufrimos desde que el mundo dejó de tener miedo al comunismo al otro lado del Telón de Acero, instaurando este hijoputismo sin alma ni moral, que deja que unos pocos privilegiados lo sean aún más y al 99% cada vez más pobre (y esto no es una teoría como la de los listos pensadores economistas amantes del hijoputismo, sino una realidad constatada).

Vivimos en un mal llamado Primer mundo que nos ha vuelto ciegos, sordos y lelos. La única finalidad de la mayoría de los seres humanos que viven en este primer mundo es el consumo desmedido de bienes, su acaparamiento y su interés en mostrarlos a los demás para restregarles que no son como ellos. Que son mejores. Durante décadas hemos vivido de las rentas de las luchas por derechos y libertades de nuestros antepasados, durmiéndonos en los laureles y dejando que en nombre de los mismos cuatro sinvergüenzas se fueran apropiando de nuestras conductas llevándonos a la situación de precariedad y neofascismo en la que estamos sumergidos. Aún, con todo, es pronto para que la mayor parte de esos seres asociales que creen que a ellos nunca les va a llegar la miseria social y económica en la que vive ya una gran parte de la sociedad, se den cuenta. Porque siguen consumiendo más o menos igual, a base de perder derechos como los del trabajo, la vivienda, la libre circulación, el derecho de manifestación y el de libertad de expresión. Aun no les preocupa no poder independizarse de casa de sus padres, que nunca vayan a poder jubilarse si no consiguen ser millonarios, o que una enfermedad grave les acabe pasando factura por una lista de espera interminable o porque no puedan pagar el tratamiento en una clínica privada. Y no les preocupa porque siguen pudiendo comprar el móvil de última generación que cuesta casi dos meses de salario, o pueden pagar la letra de su deportivo de 50.000 euros. Todo a cambio de que sus padres se dejen la pensión en darles de comer y sus madres ejerzan de camareras de su particular hotel.

Los que arruinaron a los países pobres de la Unión (Irlanda, España, Grecia, …) para poder aumentar el patrimonio de unos pocos, llegaron a presidir las instituciones de la Unión

Los recientes movimientos producidos en los países del mal llamado tercer mundo, en especial en América Latina en países como Ecuador, Perú, Haití, Nicaragua o Chile, no son una casualidad y son fruto de este hijoputismo que han venido a llamar liberalismo que en economías ya castigadas desde siempre por un capitalismo salvaje, lleno de corruptos y de prebendas a unos pocos, y a falta de pensiones o salarios como en Europa con los que se sostiene toda la familia, han generalizado la pobreza y la falta de poder adquisitivo para el consumo. En Chile, en Argentina, en Haití, el FMI ha sido el causante de miles de muertes, de millones de personas que no pueden comer y de una situación generalizada de tensión que han llevado a que por ejemplo en Chile, la gente se echara a la calle y a pesar de las tácticas fascistas de Pinochet que siguen vigentes después de muerto (desapariciones, disparos a matar, etc.), ha acabado con el gobierno y muy posiblemente dictando la sentencia de muerte, al menos política, del sinvergüenza de Piñeira.

El Brexit y la crisis de europeísmo que vive la UE es también consecuencia del mismo sistema de hijoputismo social. Los que arruinaron a los países pobres de la Unión (Irlanda, España, Grecia, …) para poder aumentar el patrimonio de unos pocos, llegaron a presidir las instituciones de la Unión, introduciendo a la fuerza recetas para crear más pobres que pudieran salvar las economías de los ricos. Esas políticas han llevado al hastío, al odio hacia la Unión y sobre todo y lo más preocupante, hacia un aumento del voto a los fascistas que proclaman el nacionalismo, la intervención y la idea de que la corrupción es consecuencia de una masiva creación de organismo públicos superfluos pretendiendo la reconcentración de toda la solvencia política en el estado central.

Al igual que la higiene y el tratamiento inicial con antibióticos es la receta para evitar una infección generalizada, a partir de una herida, acabar con el hijoputismo que plantea siempre como mantra la constricción del gasto en lo público para que unos pocos puedan vivir planteando servicios privados sostenidos con fondos públicos que además cuestan tres veces más que los que presta directamente la administración, la recuperación de derechos sociales, el aumento de los salarios y la reducción de las jornadas laborales, y sobre todo acabar con este sistema chanchullero y especulativo lleno de indecencias como los paraísos fiscales, la ingeniería fiscal y los tratamientos especiales a los privilegiados, es la única forma de acabar con esta infección generalizada que llaman crisis y que es endémica al sistema especulativo.

De lo contrario, habrá que amputar y eso siempre provoca sangre, dolor y lágrimas.

Salud, feminismo, república y más escuelas públicas y laicas.

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