Aquella noche en el Bardak

Por Angelo Nero

Aquella noche en el Bardak

en la que fingimos ser inmortales

aunque a punto estuvimos de morir en el intento

después de bailar en las calles de Stepanakert

detrás de un titilante muñequito verde

hablamos de mil temas a la vez

como hacen los amigos de toda la vida

cuando salen enfrentar a la noche a corazón abierto

para beberse la vida para abrazarse

como si la tierra temblara bajo sus pies

o para reírse de las esquinas donde gritan las najavas

inseparables tras unas jaras de Alexandrapool

y una botella de vino karabají

mientras las paredes nos gritaban

que la independencia era el único camino

ante la mirada escéptica de Jose

declarado ciudadano del mundo

mientras tu vigilabas las sombras

como si esperaras un inminente ataque azerí

Azat nos sonrió a la puerta de su guarida

como Alí Babá a los cuarenta ladrones

y cuando ya nos habíamos pasado a los gin-tonics

apareció Ambro el enigmático milanés

Xavier y Felipe los indepes catalanes

una chica colombiana creo que se llamaba Emiliana

y un israelí al que nadie había invitado

que colonizó nuestra conversación y nuestra mesa

como si fuera tierra palestina

nos hicimos con la mesa de sonido

y pinchamos Katatonia, System of A dow y Aphonnic

mientras Azat iba sumando

botellas que se vaciaban y vasos que se rompían

aquello bien podía ser el principio del fin

y acabar todos en una celda

pero aquella noche en el Bardak

hicimos burla de los relojes

dibujamos nuevas fronteras emocionales

y nos tatuamos bajo la piel

el mapa de una pequeña república

que pese a todo existe

salimos otra vez a las cálidas

y oscuras calles de Stepanakert

como unas improvisadas brigadas internacionales

tres catalanes, dos gallegos, un italiano y una colombiana

(nadie se había querido subir al coche del israelí)

ignorando que no tardarían

en volver a caer las bombas

mientras multiplicábamos las risas los abrazos

camino del refugio de Nelly

para hacerle un último guiño al mamut

que al día siguiente

cuando Anna nos curara con su sonrisa la resaca

seguiría estando allí

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