Antonio Tellez Solá, memoria del anarquismo

Escribió la historia de hombres ignorados a los que durante años se les persiguió para exterminarlos

Por María Torres

Antonio Téllez nació en 1921 en Tarragona y era un muchacho de trece años cuando vivió en primera persona la revolución asturiana de 1934. El traslado de su padre, ferroviario de profesión, a Soto del Rey, localidad cercana a Oviedo, le hizo entrar en contacto con el comunismo libertario y dejó en su retina un marca indeleble que sin duda le animó el julio de 1936 a afiliarse, con tan solo quince años, a las Juventudes Libertarias.

Por aquel entonces un nuevo traslado de su padre hizo que se encontrara en Lérida cuando se produjo el golpe de estado contra la República. Trabaja como aprendiz de carpintero. Intenta integrarse en la columna de «Los Aguiluchos» pero es rechazado por su edad. En enero de 1939 es llamado a filas con su quinta y permanece poco tiempo en el Ejército Popular de la República, ya que el 10 de febrero de 1939 cruza la frontera francesa junto a miles de luchadores antifranquistas y es recluido en Prats de Molló.

Tras un año internado en el campo de concentración de Septfonds,  le contratan para trabajar en una fábrica de pólvora en los Altos Pirineos. Abandona el trabajo cuando Francia firma el armisticio. Dos meses después es detenido y conducido al Campo de Argelès sur Mer. Enrolado en una compañía militarizada de trabajadores extranjeros, las continuas fricciones con el mando de la compañía le abocan a trabajar en una mina de antimonio en Le Collet de Dèze, puesto en el que solo permanece mes y medio. La dirección de la mina le denuncia ante los alemanes por indisciplina, por lo que acaba construyendo fortificaciones para los nazis en la costa.

Durante meses aparece y desaparece en distintos destinos hasta que se incorpora a un grupo de guerrilleros españoles, combatiendo en la liberación del sudoeste francés con la IX Brigada de las FFI y participando directamente en la liberación de Rodez.

El 15 de octubre de 1944, cruza la frontera española junto con ocho hombres en una misión de reconocimiento previo a la operación «Reconquista de España», incursión guerrillera realizada en el Valle de Arán y una de las primeras acciones del maquis contra el régimen de Franco. Ante el fracaso de la invasión y desavenencias con la UNE, abandona la unidad guerrillera. El Estado Mayor de la UNE abre contra él un consejo de guerra por deserción.

Regresa a Francia y se instala en Tolousse. Se le encomienda la misión de recuperar el armamento de la II Guerra Mundial que se encuentra disperso por Francia y que sería utilizado en la lucha contra el régimen franquista. También intenta iniciar un proceso de coordinación y de apoyo exterior a todos los grupos guerrilleros dispersos en los montes de Andalucía, Galicia, Extremadura y Asturias, sin éxito.

A finales de 1946 abandona Tolousse y se establece en París, donde comienza a trabajar como periodista de la Agencia France-Presse y a partir de 1954 a rescatar del olvido a los integrantes de la guerrilla antifranquista, en especial de la guerrilla urbana y la guerrilla gallega. Escribe las biografías de resistentes que nunca se dieron por vencidos, que lucharon y murieron en defensa de un ideal de libertad, como Quico Sabaté, Facerías y Francisco Ponzán, a los que le unía la amistad y la lucha. 

Escribió la historia de hombres ignorados a los que durante años se les persiguió para exterminarlos. Y cuando las fuerzas represivas consiguieron aniquilar a la guerrilla, siguieron desprestigiándola y aplastando cualquier pequeño brote que pudiera quedar de ella. Sus componentes fueron tachados de bandoleros, asesinos, facinerosos y terroristas, según la jerga franquista.

Antonio Téllez a través de sus textos, intentó paliar el injustificado desprestigio cometido contra unos hombres que no quisieron bajar la cabeza, y a los que posteriormente la Ley de la Memoria Histórica también les dio la espalda. Quiso contar su tragedia plagada de incomprensión, abandono, olvido y desprecio. Quiso contar la historia de unos hombres que estarán ausentes en muchas de las historias que aún quedan por escribir.

Sus libros «La guerrilla urbana: Facerías», «Sabaté. Guerrilla Urbana en España (1945-1960)», «La red de evasión del grupo Ponzán. Anarquistas en la guerra secreta contra el franquismo y el nazismo (1936-1944)», «Historia de un atentado aéreo contra el general Franco», «Apuntes sobre Antonio García Lamolla y otros andares», «El MIL y Puig Antich», fueron traducidos y editados en Francia, Alemania, Italia, Gran Bretaña y Grecia.

En 1961 abandona definitivamente la militancia activa en el seno de Movimiento Libertario.

Antonio Téllez Solá, militante anarquista, historiador, periodista, uno de los últimos supervivientes de la resistencia anarquista que luchó para derrocar la dictadura de Franco, fue durante años un apátrida. Hasta julio de 1978 no recuperó la nacionalidad española. Falleció en Perpiñán a los 84 años de edad, el 26 de marzo de 2005, pensando, al igual que Errico Malasteta que «no es violento el que recurre al arma homicida contra el usurpador armado que atenta a su vida, su libertad, a su pan; el asesino es el que pone a otros en la terrible necesidad de matar o morir». 

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