¡Ángel Almazán, hermano, no te olvidamos!

Sois jóvenes pacíficos, solidarios, generosos, cultos y os asiste la razón, la libertad en toda su amplitud es un derecho, Ángel lo cree, es uno de ellos, son multitud. El cambio está al alcance.

Por Javier Almazán Luna / Público

Otoño de 1958, lloras en la sala de partos, primer hijo de Ángel, cartero, y Tomasa, sus labores. Un mes más tarde muere Pio XII y es nombrado Papa Juan XXIII, comienza un período que afectará a tu vida y a la de tantos, la iglesia respira, se compromete con los desfavorecidos y se acerca a la política. Nuevos tiempos.

Ángel, la niñez, esas fotos en blanco y negro, alguna en tono sepia, un niño regordete en su carro, en la única en la que sonríes, en un coche descapotable quizá en una feria, con las palomas en la Plaza de Cibeles, la mirada triste que te acompañará siempre. En casa, sentado en un aparador, fotógrafo a domicilio, casi nadie tenía cámara. Primera Comunión, vestido de fraile, traje que heredarán otros, primera comunión de una prima, chaqueta, corbata, pantalón corto, se nota que te habían regañado, te cayó algún azote.

Puente de Vallecas, zona de emigrantes, comunidad obrera. Guardería de monjas, sor Luisa, educadora vocacional, la tabla de multiplicar, los ríos, la historia de España de los vencedores. Colegio de curas con compromiso social, Ciudad de los Muchachos, más fotos, en la residencia del colegio de la sierra, en Matalpino, la piscina, fotos con tus compañeros de clase, poses despreocupadas.

Padre severo, solo lo fue contigo; madre orgullosa de ti, más hermanos, referente, protector, senda que se abre. Juegos con Javi, el hermano mediano, escondite, peón canicas, vida en la calle, juegos con la hermana pequeña, Merce, fuerte vínculo, gran parecido, físico, emocional.

Barrio obrero, gente trabajadora y pobre, calles sin asfaltar, sin aceras, montañas de escombros, algún pequeño huerto, chabolas y pisos de pequeñas dimensiones, tu hogar.

EGB buenas notas, el chico vale, es listo, necesita gafas. Nada de bachillerato, formación profesional, los más listos para administrativos y delineantes, elegiste lo primero, dos años más en el colegio.

Club de Antiguos Alumnos de la Ciudad de los Muchachos, miembro de la Junta Directiva, biblioteca, disco fórum, proyección de películas, poesía, debates, el marxismo aparece, los curas recelan. Primer contacto con la realidad política desde la óptica cristiana, desigualdad, conciencia de clase. Las asociaciones vecinales y los grupos de cristianos de base serán los primeros escenarios de tu compromiso.

El reducido grupo de amigos, el primer amor, el ambiente angosto, la pasión por la libertad, el peso del franquismo, necesitas aire.

Formación Profesional de 2º Grado, Instituto Parque Aluche, nuevos amigos, terreno abonado a la conciencia política, ansia de cambios sociales. No militas en partido alguno, la oferta es numerosa pero insuficiente para abrazar tu libertad. Quieres ser abogado, te faltará tiempo.

Sabías escuchar, huías de los dogmas, cualquier opinión o hipótesis podía ser cuestionada, pero siempre con un gesto de bondad. Mirabas hacia arriba mientras pensabas y después el comentario, la frase, el razonamiento inesperado y certero.

Tus primeros trabajos de administrativo, sueldo de 5.028 pesetas, te quedas con 2.000, el resto a casa, la economía familiar supera el margen de supervivencia. Ambiente tranquilo, feliz, muy feliz.

El compromiso político crece, los libros se acumulan, prohibidos, censurados, la biblioteca es extensa, apenas se conservan unos ejemplares. El marxismo, los mitos revolucionarios, el psicoanálisis que aborda la sexualidad, lo onírico, la raíz de nuestra conducta. Todo con cierto escepticismo sin perder de vista la revolución, el reparto justo de riqueza, la libertad robada, atrás queda la religión.

Y revistas, «El Viejo Topo» «Cuadernos para el Diálogo, «Triunfo» se encuentran en cualquier lugar de la casa.

Lecturas, protestas, manifestaciones, el régimen boquea, Franco agoniza y muere, se rompe el frente, la juventud grita por las calles, pierden el miedo, el poder se inquieta. Sois jóvenes pacíficos, solidarios, generosos, cultos y os asiste la razón, la libertad en toda su amplitud es un derecho, Ángel lo cree, es uno de ellos, son multitud. El cambio está al alcance.

El franquismo prepara su evolución, 15 de diciembre de 1976, Referéndum franquista de la Reforma Política, el padre recela, la madre alberga esperanza y votan sí, ella meterá dos papeletas del sí por si valen doble, en ese momento tu vida ya corre peligro. Sales de casa, has quedado con un amigo, hay manifestación en el centro de Madrid por la abstención en el Referéndum, la madre dice que no salgas, que puede haber jaleo, pero está acostumbrada, eres su triunfo, su felicidad.

Hora de cenar, la vecina llama a la puerta, en casa no hay teléfono, le han llamado desde el Hospital La Paz, Ángel está ingresado. Alarma, será un accidente, es un chico fuerte, las horas pasan.

Llegan los padres, la madre grita, ¡me lo han matado!, ¡me lo han matado!, ella no sabía lo que había sucedido, pero intuía la verdad, sabía la verdad. Parece un monstruo, lo han apaleado, está en la UVI, muy grave. Un policía en la puerta de su habitación, está detenido aunque no pueda escapar. Ángel, donante de sangre, socio de la Cruz Roja, se desangra.

Llantos, miedo, ¡Angelito! ¡Angelito!. Al día siguiente, visita al hospital, sólo quince minutos entre cristales, la madre no puede besar a su hijo, Javi y Merce, los hermanos, en casa, niños aterrados, Merce mira a Javi, éste no tiene respuestas.

Llega la familia más lejana, llantos, tragedia y locura, generación que ha vivido la Guerra Civil, en la cocina hay un horno de carbón, es la estufa de la casa. Se queman papeles antes de que llegue la policía, antes de que haya detenciones.

Un coche de policía para en la calle, un agente grita el nombre del padre, le ordena que baje, le llevan a comisaría, declara. El padre calla, no hay registro de esa declaración.

Visita al hospital, sin novedades, el médico habla con Tomasa, la madre, pero no le informa del estado de Ángel, le pregunta sobre su actividad política, toma notas. Los espías de la dictadura.

La casa se llena de gente, amigos, compañeros, profesores de Ángel, vecinos, la gente del barrio, todos conmocionados. Los hermanos quieren que haya gente en casa, que estén con Tomasa, que la entretengan, que ahoguen su llanto. Todos hablan de recuperación, algunos rezan. En las miradas, en los murmullos, en el aire, está la muerte.

El cuerpo de Ángel convulsiona, se interpreta mal, se habla de reacción, de lenta recuperación, es la agonía.

20 de diciembre de 1976, Ángel muere, final y principio del horror. Funeral en la iglesia del Dulce Nombre de María, manifestación, otra vez la policía golpeando. Hubo amigos, casi hermanos, que acompañaron siempre a la familia, Paloma, Saturnino, una deuda permanente.

Farsa de un proceso judicial que no pretende aclarar nada, abogadas que reclaman la investigación exhaustiva de los hechos, esfuerzo inútil. El procedimiento pasa a la Jurisdicción Militar porque existen policías implicados, ya no hay abogados civiles, la familia se queda sin defensa. Reza el expediente judicial: «Muerte del paisano Ángel Almazán Luna (al parecer ocasionada por miembros de la policía armada)».

La policía declara que se ha golpeado con una farola, la mentira impera, es moneda corriente. La autopsia, ocultada a la familia, desmonta la burda trampa, las heridas no pueden ser causadas por el choque con una farola. Algunos testigos declaran que un joven con el pelo rizado chaquetón color beis, Ángel, estaba en el suelo, lo estaban cosiendo a patadas.

Agotada la absurda y somera investigación, el expediente se entierra, es un muerto en el día del Referéndum, no interesa la publicidad. El Tribunal Militar Territorial Primero sobresee la causa por no haber hallado quién causó las lesiones mortales, se niegan a investigar más. La norma que impera es mirar hacia otro lado.

Luego Ley 46/1977, de 15 de octubre, de Amnistía, que dejaba impunes los crímenes del franquismo y de la incipiente transición, todo se oscureció.

El mismo día 20 de diciembre, pero de 1977, Merce, la hermana enferma de leucemia, la familia se enfrenta a una nueva tragedia. Ingresos hospitalarios, cruel quimioterapia, punciones medulares, recuperaciones, recaídas.

Merce era la viva imagen de Angelito, desarrolló parecidas emociones, pensamientos, ilusiones, era puro amor. Estudió sociología, murió antes de acabar. Se fueron los mejores.

Javi se convierte en el referente, todo le viene grande, Tomasa deposita sus expectativas en él, Merce le regala todo su cariño, hubiera sido imposible continuar respirando sin el aliento de la pequeña.
Merce muere trece años después, la angustia y el sufrimiento cenaban frecuentemente en la mesa familiar. Su adiós fue la más terrible experiencia que alguien pueda imaginar.

El 9 de octubre de 1999 entró en vigor la Ley 32/1999, de 8 de octubre, de Solidaridad con las víctimas del terrorismo. Era una ley del Partido Popular que tenía un propósito central, resarcir, resaltar, reparar, honrar, condecorar a las víctimas de ETA y a sus familiares, pero, a fin de no resultar totalmente parcial, también incluía las víctimas de la extrema derecha. Nombraba con insistencia a los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado en el lado de las víctimas, pero en ningún caso en el lado de los verdugos.

En su Exposición de Motivos se indicaban aspectos aparentemente tan sensatos como los siguientes:

«La recuperación de la democracia afirmó un proyecto de convivencia decidido a superar los viejos conflictos de nuestra Historia. Un proyecto asentado en el respeto a la ley, a la voluntad popular y al libre y pacífico ejercicio de cualquier reivindicación política. Nada, pues, justifica el uso de forma alguna de violencia ni cabe argumento para que unos pocos hayan quebrado la paz«.

«No se trata de sustituir el dolor padecido por las víctimas por el efecto de una mera compensación material porque ello resultaría, de suyo, inaceptable. El dolor de las víctimas es -y será para siempre- un testimonio que ha de servir para que la sociedad española no pierda nunca el sentido más auténtico de lo que significa convivir en paz. Para las víctimas sólo el destierro definitivo de la violencia puede llegar a ser su única posible compensación. Quienes en sí mismos han soportado el drama del terror nos piden a todos que seamos capaces de lograr que la intolerancia, la exclusión y el miedo no puedan sustituir nunca a la palabra y la razón».

Ángel estaba en el ejercicio de una acción política y fue víctima de una brutal violencia perpetrada por personas armadas, representantes del Estado. No había, por supuesto, justificación alguna: solo el despiadado y arbitrario uso del terror. El miedo nunca fue sustituido por la razón.

Era el momento de dar un paso al frente, las posibilidades de éxito eran escasas pero la jurisdicción es azarosa. Reconocer como terrorista a la policía, significaba una herejía ante la doctrina cuasi religiosa de la Transición y, sin embargo ¿no se ejerció una violencia brutal contra Ángel? Y se hizo sin argumento alguno, por el simple ejercicio de la fuerza. Por supuesto, la solicitud fue denegada por el Ministerio del Interior. Había muertos de primera (asesinados por ETA), de segunda (asesinados por militantes ultras) y Ángel era de tercera categoría (asesinado por la policía).

Con la primera derrota en la mochila, se inició una demanda ante la Sala de lo Contencioso Administrativo de la Audiencia Nacional con la esperada desestimación, se recurrió a la Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Superior de Justicia y, claro está, el recurso fue desestimado, se interpuso recurso de casación y el Tribunal Supremo también lo desestimó.

Y la familia, el Alzheimer se presentó en la mente de Tomasa, la madre, y la demencia senil en la de Ángel, el padre, empezaban a despedirse definitivamente de la realidad. Pero existió otra vía a partir de la Ley 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura. Era una norma que avanzaba en el reconocimiento de las personas que padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la Dictadura, hablaba de reparación moral y recuperación de la memoria personal. En concreto y entre otras cuestiones, incluía el reconocimiento de las personas fallecidas en defensa de la democracia desde el 1 de enero de 1968 y 6 de octubre de 1977 (fecha de entrada en vigor de la ley de amnistía). Con el desarrollo de la norma y el periodo de solicitud entramos en el año 2010.

Finalmente el Ministerio de Justicia remitió a la familia una declaración que rezaba lo siguiente.

«Habiendo quedado acreditado que D. ANGEL ALMAZÁN LUNA padeció persecución y violencia por razones políticas e ideológica, falleciendo el 15 de diciembre de 1976 como consecuencia de las heridas sufridas en el transcurso de una manifestación convocada en ejercicio de la libertad de expresión, que fue reprimida violentamente por la policía, sin que los hechos fueran debidamente investigados, y VISTO que D. ÁNGEL ALMAZÁN LUNA tiene derecho a obtener la reparación moral que contempla la Ley 52/2007, de 26 de diciembre, mediante la cual la Democracia Española honra a quienes injustamente padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la Dictadura,
EXPIDE en su favor la presente DECLARACIÓN DE REPARACIÓN Y RECONOCIMIENTO PERSONAL, en virtud de lo dispuesto en el párrafo 1 del artículo 4 de la citada Ley».

El texto llega lejos, pero calla lo fundamental, Ángel fue asesinado por la policía en el transcurso de una manifestación convocada por el Partido del Trabajo de España (PTE) el día 15 de diciembre de 1976 contra la Ley de Reforma Política, votada en referéndum ese mismo día. Ángel murió cinco días después. Eso no forma parte de la declaración ni se incluirá en ninguna otra.

Como dijo el abogado de la familia, el querido Teodoro Mota, solo hay que leer con detenimiento el sumario para descubrir quiénes fueron los asesinos materiales y quizá intelectuales de Ángel. Era tan evidente, que no resulta extraño que se detuviera la investigación si la pretensión final era alejarse de la verdad.

Los padres mueren, ya solo queda Javi.

El día 22 de septiembre de 2021, Ángel hubiera cumplido sesenta y tres años, ese día se presentó en el Juzgado una querella criminal contra los policías que declararon en las precarias diligencias iniciadas y nunca concluidas, y contra el Ministro del Interior en aquellos años de plomo, Rodolfo Martín Villa. Queremos un relato veraz de una muerte injusta.

¡Eh!, Ángel, por tu memoria, seguimos luchando.

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