Amar en tiempos revueltos

Por Daniel Seixo

«Pero después, cuando estoy en sus brazos, como ahora mismo, es como si estuviera atrapado en un torno. Tengo ganas de levantarme y salir a dar una vuelta. «Qué impaciente eres, Mark», me dice ella. «¿Por qué no te relajas nunca?» «Es que me apetece dar un paseíto.» «Pero si fuera hace un frío que pela.» «Aun así. Igual compro algo para hacer un revuelto luego.» «Pues vete tú», dice ella, medio soñando; afloja el abrazo, da media vuelta y procura volver a conciliar el sueño. Y yo me visto y salgo por la puerta. ¿Cómo le explicas a alguien a quien quieres que, a pesar de todo, necesitas más? ¿Cómo? Se supone que el amor contiene todas las respuestas, y que nos lo da todo. All you need is love. Pero eso es una puta mentira: yo necesito algo, pero no es amor.

Irvine Welsh

«El camino del infierno estará lleno de compañía, pero aún así será tremendamente solitario.«

Bukowski

«Nadie se muere de amor, ni por falta ni por sobra.«

Chavela Vargas

La sanación más segura para la vanidad es la soledad

Tom Wolfe

¿Qué es el amor? El amor es una niebla que quema con la primera luz del día de la realidad.

Un match… Siglos de literatura, composiciones musicales, dramas, epopeyas, tragedias y grandes conflictos entre naciones y particulares, para que finalmente todo termine reducido en estos tiempos desprendidos de grandeza y sentir alguno a un simple y puñetero match.

En definitiva: arréglate, ponte mono o mona, define tu personalidad en un par de palabras y un par de puñeteras fotos que no son más que lo que siempre has querido ser en tu vida, pero que nunca te has encontrado al despertarte por la mañana en el espejo de tu minúsculo cuarto de baño. Miente un poco o quizás bastante en la aséptica descripción de tu biografía, adorna hasta no llegar a reconocerlo un trabajo estresante y aburrido, no digas nada de tu ex y su nueva pareja jodidamente perfecta, ni tampoco menciones que continuamente se te pasa por la cabeza que esta red social es un digno nido de desesperados y adictos a la validación constante de sus vidas y cada uno de sus movimientos… Adoras viajar, recuérdalo, todo el mundo adora viajar, hacer ejercicio y también los gatos… Aunque quizás no, has leído algo acerca de que hay demasiada gente que es alérgica a los gatos ahí fuera y a estas alturas de la competición no sabes si merece la pena arriesgar un posible polvo por un simple gato. Quizás todo termine en un lío, algo parecido a la amistad o lo que dios quiera que sea que te lleve todo esto… Pero, ¿para qué se supone exactamente que estás completando un maldito cuestionario online que petrifica definitivamente tu desesperada búsqueda de amor al consumo?

Seguramente, ni lo sabes, ni te lo has llegado a preguntar realmente antes.

En este siglo todo resulta una competición y eso lo consume y lo condensa todo sin darnos tiempo a reflexionar, posamos en nuestras redes sociales con nuestros mejores atuendos, consumimos estilos de vida, posteamos quinientas veces al día espejismos de nuestras vidas soñadas, observamos atentos modelos prefabricados de humanos a los que llamamos influencers y entre los atascos, el viaje en metro o los descansos del gimnasio, intentamos agradar a alguien ahí fuera para poder llegar a contarle nuestras inquietudes o para echar un maldito polvo rápido. Somos todos carne de psicólogo o directamente de manicomio y simplemente lo ignoramos con la «sana» intención de compartir un rato en alguna cama con una persona desconocida que logre proporcionarnos esa especie de onanismo compartido en el que se ha transformado el sexo.

Para lograr mantener el ritmo que nos ha impuesto la sociedad de consumo coqueteamos con diez personas a la vez y elegimos finalmente por un periodo de tiempo cada vez más breve a la menos mala, damos likes al escote de nuestra compañera de trabajo, nos masturbamos con la idea de sexo esporádico con nuestra jefa o el chico de los recados, participamos en tríos, orgías, fiestas sado o cualquier otra cosa que nos logre estimular un poco desterrando por un segundo nuestra atenazante soledad. Reducimos nuestros orgasmos al instantáneo Satisfyer Pro 2 o al impersonal sexo de pago y tras eso somos infieles para intentar sentir algo inmersos en todo este circo en el que cada día se convierte nuestra vida. Todavía incluso en nuestra madurez nos mostramos totalmente incapaces de discernir que lo verdaderamente revolucionario en el amor y en el sexo, es el compromiso con algo más allá del mero placer transitorio.

Y es que no nos llevemos a engaño, el poliamor, la anarquía relacional, las relaciones abiertas y toda es parafernalia semántica vendida como teoría moderna de la liberación amorosa a unos entes tan dispersos y aletargados socialmente como para mostrarse incapaces de realizar un repaso rápido por la historia de la humanidad, no son más que viejos juegos de prestidigitación destinados a mantener las relaciones afectivas en el marco del puro individualismo y la mercadotecnia capitalista. Seamos serios, ese viejo lema de «paz y amor» tan vinculado al movimiento hippie hace mucho que se ha destapado como una simple estafa lanzada al mundo por un conjunto de individuos demasiado derrotistas y sumamente indolentes como para llegar a comprometerse con cualquier campaña revolucionaria o rupturista con el modelo capitalista que ya por aquel entonces daba claras señales de imposición frente a cualquier alternativa social de igualdad. El amor es solidaridad, compañerismo y en algunos puntos, también sacrificio por el bien común. Valores todos ellos muy alejados del consumismo capitalista y el individualismo extremo que finalmente nos terminarían vendiendo bajo el pretexto de la rebeldía como alternativa rupturista en nuestras relaciones.

Nuestros cuerpos y nuestras mentes se han convertido en este siglo, bajo un sistema social y económico alienante e impersonal, en aletargadas máquinas incapaces de sentir o querer, somos meros entes otrora humanos inmersos en una desesperada búsqueda de estímulos que en última instancia nos logren proporcionar una mínima dosis de felicidad momentánea y adulterada, sin llegar con ello a vislumbrar en nuestro devenir social lo que llega a ser cuidar y saberse cuidado, compartir un mismo objetivo, un proyecto de vida común. A muchos, quizás hoy les parezca extraño ese otro mundo fuera de las relaciones de usar y tirar, pero todavía hoy existe la capacidad de amar. Y sepan ustedes que siempre, el verdadero revolucionario se ha guiado por grandes sentimientos de amor.

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