Las políticas de promoción de la natalidad tienen muchos claroscuros porque en el mundo globalmente no hay un problema de natalidad sino de condiciones adecuadas de mantenimiento de las personas que nacen.
Por Carlos Sánchez Fernández (FADSP)
Hace unos pocos días el Consejo de Ministros elimino la exclusión para el acceso a la reproducción asistida en el sistema sanitario público para aquellas parejas en las que no había un varón que obviamente era una exclusión pensada para las personas LGTBI.
Esta exclusión fue el resultado del RDL 16/2012 en el que con la excusa de la sostenibilidad del sistema sanitario se establecían toda una serie de recortes en las prestaciones, instaurando copagos sobre los medicamentos a los pensionistas y subiendo los copagos para el resto, y haciéndolo también sobre órtesis, prótesis y transporte sanitario. Además se excluía a las personas indocumentadas que vivían en el país y se instauraba un sistema para revisar las prestaciones cubiertas por la Sanidad Pública. Esta última disposición fue la que sirvió para la exclusión de la reproducción asistida de este colectivo de personas sin una pareja varón.
El asunto es todavía más significativo porque fue la única prestación excluida lo que evidencia que se trataba de una actuación con un marcado carácter ideológico, tal y como puso de relieve las declaraciones de Ana Mato, la ministra en ese momento. Evidentemente no había una motivación económica, porque se trata de un grupo pequeño de población y el número de casos en que se recurría a la misma era pequeño, siendo de un importe insignificante en el conjunto de los presupuestos sanitarios, menos de una milésima parte de los mismos en el peor de los casos.
Por otro lado resultaba incomprensible que unos políticos conservadores que siempre andan tan preocupados por la baja de la natalidad, nieguen precisamente la posibilidad de tener hijos a las personas que los desean. Las políticas de promoción de la natalidad tienen muchos claroscuros porque en el mundo globalmente no hay un problema de natalidad sino de condiciones adecuadas de mantenimiento de las personas que nacen, pero en todo caso no parece razonable poner obstáculos a quienes desean tener hijos en uno de los países con menor tasa de natalidad del planeta.
Estamos entonces ante un paso positivo que acaba con una intolerable discriminación. En este sentido muchas de las disposiciones regresivas del RDL 16/2012 se han eliminado o paliado, así ha sucedido en parte con los copagos farmacéuticos, con la exclusión sanitaria (RDL 7/2018) que no la elimina totalmente, etc.
Por desgracia todavía queda mucho por hacer para garantizar la igualdad y la equidad del sistema sanitario, sobre todo la eliminación de las elevadas listas de espera y la recuperación de una Atención Primaria presencial y accesible, porque una cosa es el reconocimiento del derecho y otra la capacidad efectiva para ejercerlo, que es lo que hay ahora que conseguir. Hay que seguir trabajando para lograrlo.
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