Alfredo Carralero: ‘Juan José de Austria ya plantea en el siglo XVII el problema de las nacionalidades en la Monarquía Católica, y aboga por una especie de fuerismo, frente al centralismo del Conde-Duque de Olivares’

Foto Carlos Neofato

Entrevistamos al escritor, investigador y divulgador histórico Alfredo Carralero Vázquez. 

Por Angelo Nero | 10/03/2025

La primera novela de Alfredo Carralero Vázquez, «Adonde miran los dragones», -que ya había publicado “Paseos por el Madrid rebelde” y “Aragón, rebelde y republicano”-, nos lleva a la segunda mitad del siglo XVII, con una monarquía hispánica en crisis tras la Guerra de los Treinta Años, la independencia de las Provincias Unidas de los Países Bajos y del Reino de Portugal, y sumida en las conjuras entre los partidarios de la Reina Regente, Mariana de Austria, y el hijo ilegitimo de Felipe IV, Juan José de Austria. La trama se centra en el servicio de espionaje español en Flandes, llamado los Avisos del Norte, dirigido por Frey Salvador de Laredo, partidario de Juan José de Austria, y de sus fieles Lorenzo Luzón y Diego Zapata.

Lo primero que queremos preguntarte, Alfredo, es ¿qué es lo que hace tan atractivo este periodo de nuestra historia, cual es el contexto en el que se desarrolla, y porque pones en el centro de atención de la trama a los Avisos del Norte, esa peculiar agencia de espionaje?

La trama de la novela surge de cosas que me pasaron a mi. Yo vivo en un pequeño pueblo del noroeste de Madrid, Robledo de Chavela, y aquí, como cuento al comienzo del libro, en un arreglo de su iglesia, aparecieron unos dragones. A mí me pareció material novelable, pero, en si mismo, no era suficiente. Por otra parte, yo tenía bastante interés y había leído cosas al respecto de Juan Jose de Austria, porque, como queda explicado, es un proto-ilustrado, que intenta combatir la decadencia generalizada que se produce en el siglo XVII, con el declive de la Monarquía Católica.

El personaje en torno al que gira toda la novela es Juan José de Austria, un personaje histórico pero muy desconocido, a pesar de haber sido fue virrey de Sicilia, de Aragón, y gobernador de los Países Bajos, ¿cómo descubriste a esta figura y que te llamó tanto la atención de ella como para convertirla en eje de “Adonde miran los dragones”?

Juan José de Austria llegó a mis manos por un libro, y a partir de ahí leí más, atendí al tema de los novatores, e inmediatamente se me planteó la novela. En el siglo XVII existía más gente que esa del brindis español, y merece la pena recuperar la historia de este gran hombre olvidado, y que además, como queda reflejado en la novela, fue asesinado, por quienes primero lo auparon. Él es uno de los primeros que se interesan por la opinión pública, creando pliegos de cordel, que son los antecedentes de medios como el vuestro. Es un hombre, hay que entenderlo, es el hijo del rey de los Hamsburgo, no estamos hablando de un joven anarco-comunista, pero es un hombre muy adelantado a su época, hablaba varios idiomas, crea una corte plurinacional, ya que plantea en ese momento el problema de las nacionalidades en la Monarquía Católica, y él aboga por una especie de fuerismo, frente al centralismo del Conde-Duque de Olivares.

El libro es, no se si estás de acuerdo, una novela de “capa y espada”, donde además de las intrigas políticas lo que prima son las aventuras, sobre todo las que protagonizan Diego y Lorenzo, ¿crees que es un buen recurso para hacer más atractiva la mirada hacia una época que se nos antoja ya muy lejana?

Evidentemente se trata de una novela de aventuras, de “capa y espada”, pero que transciende a este género, entra en la guerra cultural que la ultraderecha plantea con muchas cosas, pero, en este caso, con el siglo XVII, con los Tercios de Flandes y todas esas cosas. Y entro en esa guerra porque quiero hacerlo, y la pretensión no es hacer un libro de tesis, porque hay muchos y muy buenos al respecto, sino hacer algo divulgativo.

Sin duda, estoy absolutamente seguro de que la novela histórica, bien traída -la mía no sé si será muy buena, pero documentalmente está muy fundamentada-, me parece una forma de que los jóvenes puedan acceder a un conocimiento elemental de la historia que, de otra forma, no se produce. Yo he dado charlas en varios institutos y me quedo absolutamente sorprendido, del desconocimiento absoluto de casi todo, me horroriza en el sentido que creo que para el conocimiento de la historia no es preciso memorizar fechas y tal, pero hay que saber de donde venimos, para saber a donde vamos.

A la hora de abordar la escritura de una novela histórica, imaginamos que el proceso de investigación y de documentación ha sido arduo y que has de haberte sumergido en más de un tratado sobre la época, ¿en que ha consistido este proceso para darle una veracidad histórica a la novela? Y ¿cuáles son las sorpresas que te has encontrado?

El proceso es muy fácil, primero leí varios libros generales, y luego, gracias a la época en la que vivimos, Internet me ha permitido estudiar multitud de tesis doctorales, que son públicas, de acceder a multitud de tratados científicos, que son publicados por los diversos departamentos de historia, y la verdad es que, honestamente, me hubiera gustado ser una especie de Indiana Jones, pero casi todo lo he hecho desde mi casa.

Ha sido una labor ardua, eso si, la pretensión era crear un universo coherente y homogéneo, en el que los personajes debían de moverse por las circunstancias y as personalidad que tenían que tener en la época. Un personaje no podía declararse republicano, por razones obvias. Yo creo que eso lo he conseguido, en el tratamiento que doy, por ejemplo, de las mujeres.

¿Sorpresas? Si, descubrí una cosa, y ahí entra la lucha cultural, el siglo XVI y XVII de la Monarquía Católica -no se puede decir monarquía hispánica, ni española, porque era multinacional-, los valedores, los que siempre nos han contado la historia, la han centrado exclusivamente en las glorias de los Tercios, y es verdad que, en aquel momento, tenían un ejército muy poderoso y eficaz, como ahora mismo el ejército americano, porque era una potencia mundial, pero también he descubierto que, entre las clases dirigentes existían diversas posiciones al respecto. Los abandonistas -fíjate en el abandono del ejército americano en Vietnam-, la guerra de Flandes para la Monarquía Católica es un Vietnam de 80 años. Y hay otra gente, que es la que se impone, que dice que no, por cuestiones de prestigio, de alta política.

En el libro hay muchos personajes históricos mezclados con otros ficticios, ¿cómo consigues montar ese puzle para que todas las piezas formen esta novela coral, en la que toda la trama encaja de manera perfecta?

Yo soy amante de Galdós, y he aprendido mucho de sus novelas históricas, que mezclan personajes ficticios con personajes reales, y los llevan a situaciones históricas criticas en las que los personajes hacen, finalmente, lo que le pide la historia. No tiene más misterio. A Galdós, por cierto lo plantearon para nominarlo al Nobel de literatura, y la ultraderecha del momento creó un comité para impedirlo.

La guerra por el poder se desarrolla en diferentes escenarios, en Flandes y en Italia, en Madrid y Zaragoza, y además comienza en Robledo de Chavela. Cuéntanos de la importancia de estos escenarios en el Imperio Español de la época, y ¿porqué arranca “Adonde miran los dragones” en este pequeño pueblo?

Robledo de Chavela es un pequeño pueblo de menos de 5000 habitantes, que está en la sierra de Madrid, donde hay unos paisajes de extraordinaria belleza, y yo vivo a caballo entre Madrid y Robledo. En Robledo hay una iglesia-fortaleza, Nuestra Señora de la Asunción, desproporcionada para el pueblo que era en el siglo XVI, y allí aparecieron los dragones, como cuento en el primer capítulo. Intento recrear una utopía, la de la Orden de la Sapiencia, utilizando la iglesia de los dragones.

En cuanto a Madrid, en su momento, era el centro neurálgico del poder político, todo se media con la proximidad o el alejamiento a la capital del reino, allí no había partidos políticos, claro, pero había facciones, por eso incluí a los comuneros, un movimiento que es destruido, y que impide la democracia de los pueblos peninsulares, porque son su derrota, cooptan los ayuntamientos.

Hablo de Zaragoza, porque Juan José de Austria era virrey allí -está enterrado en el Pilar-, como en Flandes, donde intenta un virreinato que tenga que ver con la ciencia, aunque él es un hombre muy religioso, es muy devoto de la Inmaculada Concepción, a la que la iglesia no toma en su dogma hasta el siglo XIX.

Una de las curiosidades de la novela es el breve capítulo sobre la criptografía de la época, que era vital para los servicios de espionaje de la época, que incluso facilita al lector a desencriptar alguno de los mensajes del libro, ¿cómo te has acercado a ese complicado galimatías y cómo lo has hecho accesible para que los simples mortales que hemos leído el libro desentrañemos las claves de los espías de la época?

Lo de los Avisos del Norte lo utilicé con dos motivos. El primero, es una cosa que está bastante bien documentada, pero poco tratada a nivel novelístico, y eso me permitía hacer que dos jóvenes de la burguesía puedan moverse por Europa y hablar de lo que está pasando en ese momento, y permite la creación de aventuras, explicando historias y que resulta atractivo. Además, a mí, la criptografía era un tema que, desde hace muchos años, me gustaba, y entonces hablo de diversas historias relacionadas con la criptografía, e incluso del desencriptado de un mensaje.

Lo que hice fue, para que la gente se diera cuenta de la complejidad, crear un criptograma y la clave que lo permite descifrar, aunque utilizo los códigos Ascii, e intento, sin aburrir a la gente, explicarle lo de las frecuencias de las letras, e ir haciendo un análisis, que en realidad llevaría muchísimas horas.

Además tanto Diego como Lorenzo provienen de familias castellanas partidarias de los Comuneros, en cuya historia no se profundiza en el libro, pero ¿cuál fue la importancia de la Revuelta Comunera en la Castilla posterior a Felipe IV?

Ninguna. Con la derrota de los comuneros, en mi libro, efectivamente el padre de mi protagonista es un comunero. Hay como 50 o 60 comuneros a los que decapitan, y posteriormente a muchos le requisan los bienes o les ponen enormes multas, y además hacen una actividad política terrible, hacen desaparecer la democracia concejil. Hasta entonces, existía el concejo abierto en los pueblos pequeños, aunque seguramente irían los vecinos con más dinero, pero tras la destrucción manu militari de los comuneros, desaparece esto, y los alcaldes son nombrados por el rey, y los jueces también. Con lo cual es una puñalada mortal a la democracia. De lo que por cierto, no nos recuperamos hasta la Pepa de 1812.

Hay una mirada a uno de los horrores de aquel tiempo de sombras y de luces, a la Inquisición, que no solo servía a la Iglesia Católica, sino que también era un instrumento del poder real, aunque siempre la hemos asociado a la edad media, ¿en el siglo XVII todavía había que temer a los tribunales del Santo Oficio?

Por supuesto, hasta el siglo XIX, hasta la Revolución Liberal de 1812, que es cuando deciden quitar la Inquisición. El fin de la Inquisición, evidentemente, era religioso, pero también era una policía política, que llevó a la sociedad a encerrarse en si misma, a que, por ejemplo, las universidades no dieran el fruto que debían de rendir, te recuerdo que decir que la Tierra daba vueltas en torno al Sol le sirvió a Galileo que le pusieran el Sanbenito. La Inquisición, además de llevar a multitud de gente a la hoguera, lo que consiguió fue un pietismo político, social y cultural en la sociedad, nefasto.

También aparece, al abrigo de los nobles, la incipiente burguesía urbana, que quiere abrirse paso en la sociedad, como uno de los protagonistas principales, Diego Zapata, que es espía, armador y mercader, y no solo al servicio de su señor, Juan José de Austria ¿querías reflejar aquí también un incipiente cambio social con el empuje de la burguesía y el declive de la nobleza, que se acuciaría en los siglos posteriores?

Más que el declive de la nobleza -aquí, desafortunadamente, no les cortamos la cabeza- es el deseo de una parte de la burguesía urbana, en este caso el de dos jóvenes, que quieren progresar, porque tienen buenos negocios y, sin embargo, no pintan nada. En aquel momento, la sociedad era absolutamente estamental, nadie podía ser nada si no era noble o tenía el hábito de una orden militar. Y en el libro reflejo el deseo de la burguesía incipiente de intentar sacar la cabeza en esa sociedad.

Las mujeres también tienen un importante protagonismo en la novela, desde la Reina Regente, hasta Inés Vizcaíno, o Josepha de Castro, mujeres que adquieren un rol protagonista y que toman sus propias decisiones, ¿estas mujeres no debía ser muy comunes en la época, no?

No lo eran, claro que no. Con esto quiero entrar, nuevamente, en la pugna cultural, y me tuve que andar con muchísimo cuidado, porque quería que lo que escribiera fuera coherente con la época, donde las mujeres podían ser esposas, monjas o putas, que puede sonar muy burdo, pero era así. Y las mujeres de las clases populares su único cometido era parir hijos un año si y otro también, y ha sido así hasta hace no mucho tiempo. Únicamente algunas mujeres de la burguesía, como las que yo dibujo, empiezan a tener interés en asistir a tertulias, asistir a clases de cualquier cosa, y yo planteo a través de estas mujeres un cierto proto-feminismo. Tenía mucho miedo de pasarme, y de hacer una cosa ridícula, poner feministas en el siglo XVII, porque no las había, pero si que había mujeres que querían ser ellas mismas.

Una de las sorpresas que me he encontrado, que a día de hoy es difícilmente inteligible, es que hubiera mujeres que se quisieran hacer monjas. ¿Por qué se querían hacer monjas? Para no estar bajo la tutela del padre, del hermano o del marido. Pero no se podían hacer monjas todas, porque las ordenes religiosas que recibían a mujeres requerían una dote, y si no tenían dote no te aceptaban.

Fíjate que en el libro, Diego, el protagonista, que es un poco picaflores, cuando la mujer se entera y le dice que se va a casa de sus padres, y no tenía claro que lo pudiera poner, aunque seguramente las mujeres con un cierto nivel económico se lo podían permitir.

Por último me gustaría preguntarte por el lenguaje, ya que aunque no esté escrito en el castellano del siglo XVII, si que recoges muchas de las palabras y de las expresiones de entonces, ¿crees que es necesario recuperar la riqueza de esa lengua, de esas voces que muestran costumbres, objetos, u oficios que han caído en el olvido?

Te agradezco mucho la pregunta porque fue una cosa que me pregunté, francamente, como debía hacerlo. Inmediatamente me di cuenta de que hacerlo en castellano antiguo hubiera sido ridículo, porque no soy paleógrafo, y porque hubiera sido muy complicado de leer. Yo intento un equilibrio al utilizar el lenguaje de hoy y ciertas palabras o expresiones que se utilizaban entonces, y juego con la literatura, con el sanchopancismo, con las novelas ejemplares, con el Conde de Montecristo, con las novelas de capa y espada clásicas, porque ya hay muchas cosas inventadas, y mezclarlas me parecía interesante.

https://ondinaediciones.com/es/inicio/136-adonde-miran-los-dragones-alfredo-carralero.html

Se el primero en comentar

Dejar un Comentario

Tu dirección de correo no será publicada.




 

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.