En “La balada de Billy el Niño”, Alfonso Domingo rescata una historia en la que siempre nos han mentido, y tras un proceso riguroso de investigación y documentación, vuelve a contárnosla, como nunca antes la habíamos escuchado.
Por Angelo Nero | 1/07/2024
A Alfonso Domingo le atraen aquellos personajes que no quieren permanecer dentro del rebaño, los que se salen de los márgenes, los que se rebelan contra las injusticias, los que quisieron escribir su propia historia, los que fueron vencidos pero jamás derrotados. Brigadistas negros en la guerra civil española, comuneros de Castilla, maquis antifascistas, revolucionarios portugueses de abril, ángeles rojos y hasta chamanes del Amazonas. Una amplia galería de voces disidentes, rescatadas del olvido, que Alfonso Domingo nos ofrece después de pasarla por su tamiz de orfebre de las letras. Aunque ya ha pasado una década desde que fue publicada, es oportuno destacar su novela “La balada de Billy el Niño”, en la que rescata una historia en la que siempre nos han mentido, y en la que, tras un proceso riguroso de investigación y documentación, vuelve a contárnosla, como nunca antes la habíamos escuchado.
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Billy el Niño es un personaje popular del que tenemos muchas referencias, sobre todo a través del cine -en la wikipedia hay un censo de más de cincuenta películas, la primera estrenada 30 años después de su muerte, en 1911-, ¿cómo se afronta escribir una historia de la que tenemos tantas versiones, y que es lo que te motivó a hacerlo? Y por otra parte, ¿cuáles de esas películas, en tu opinión, son las que más se aproximan a la realidad que tú conoces?
Bueno, yo me fui a vivir unos meses a Nuevo México en 2003 porque quería escribir una novela sobre otro tema que tenía que ver con los indios navajo (o el pueblo Dineh, como dicen ellos) y porque era uno de esos paisajes que me habían fascinado desde la infancia y adolescencia. Y mientras iba avanzando en mi investigación, iba saliéndome Billy por todos lados, en los archivos de la archidiócesis de Santa Fe, en los archivos de los hispanos que apenas han tocado los investigadores anglos. Y me di cuenta de que faltaba una historia que contar, la que tenía que ver con el mundo hispano de Billy. El Niño era un héroe para esos hispanos que resistían el empuje anglo y las maquinaciones del círculo de Santa Fe, manejado por masones, por cierto. Quizá le unía a lo hispano el hecho de que él provenía de una familia católica irlandesa, que había convivido con ellos desde niño –hablaba español, de hecho sus últimas palabras las pronuncia en español: ¿quiénes son esos hombres, Pete?-, que había leído libros sobre los conquistadores españoles, en fin, que tuviera novias entre las mujeres hispanas. Así que yo creo que el propio Billy me lo estaba pidiendo a gritos, como sus amigos. En cuanto a las películas, la mejor, sin duda, es la de Sam Peckinpah, Pat Garrett y Billy the kid, con una banda sonora inmejorable de Bob Dylan.
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El proceso de documentación ha sido clave para estructurar este libro y, sobretodo, para ofrecer una nueva mirada que, hasta ahora, y pese a la cantidad de referencias que tenemos sobre el mito, no teníamos. ¿Cómo fue ese proceso, y que sorpresas te encontraste en la investigación sobre Billy el Niño?
Bueno, decía antes que había empezado investigando esos archivos hispanos que los historiadores y novelistas anglos no habían tocado. Ahí descubrí que Billy había tenido una hija con una hispana, Celsa Gutiérrez, de Fort Sumner, que yo creo que fue la causa directa de su muerte, porque el marido de Celsa, Sabal (bautizado como Isabel y que luego se cambió el nombre) fue quien le dio el chivatazo a Garrett. Billy, a pesar de su corta edad tuvo varias hijas con mujeres hispanas, hijas que murieron luego en una epidemia de difteria. Pero no fue la única sorpresa. En las entrevistas que algunos escritores norteamericanos y periodistas hacen en los años 30 pagados por lo que se llamó el WPA (Work Progress Asociation, agencia instituida por el new deal en 1935 para mitigar el desempleo) a gente de Nuevo México, sale a menudo el tema de Billy the kid, de los pals (compañeros) de Billy, una gran cantidad de hispanos, que cuentan cosas muy curiosas sobre el Billito (o el chavito). También hay entrevistas de los primeros escritores que tocaron el tema de Billy a la familia de Peter Maxwell, a Deluvina, la india navajo muy amiga de Billy, en archivos de Nuevo México y Texas. Y en el proceso di con familias hispanas de amigos de Billy que tenían unos diarios, como José Córdoba, que fueron muy interesantes. Decidí que esos hispanos, como Salazar, Córdoba, Deluvina, etc, iban a tener su papel en la novela. En la edición que hizo la editorial Algaida, en el último capítulo está un epílogo con figuras donde salen algunas de estas personas así como los lugares del condado de Lincoln que están prácticamente igual.
Tu novela se centra en los últimos meses de la vida de Billy el Niño, desde que logra burlar la muerte en la horca, en Lincoln, hasta que esta lo encuentra a través de su antiguo compañero Pat Garrett, ¿por qué quisiste ceñirte a este espacio temporal para contar su historia?
Porque ahí está contenido todo, y hay continuos flash back o saltos en el tiempo, en esos meses antes de la muerte, Billy tuvo que recordar muchas cosas, incluso de su amigo Pat Garrett, al que Billy ayudó cuando se instaló en Fort Sumner y fue cuatrero, como él. Porque hay que desterrar definitivamente la leyenda de asesino de Billy. Solo se le conocen ciertas 4 muertes, y todas en defensa propia (dos de ellas los carceleros de Lincoln). Era un período perfecto para seguir la pista a Billy, desde esa escapada de la cárcel hasta la noche fatídica de la muerte, que él pudo evitar yéndose a México. Pero ya sabes, el fatum.
Desde el título hasta el encabezamiento de cada uno de los capítulos, la música está muy presente en la novela, de forma que se puede ir confeccionando una setlist para acompañar su lectura a través de canciones populares, ¿iba pasando esa banda sonora por tu cabeza a medida que ibas escribiendo la novela?
Desde luego, mucha música de la época. Durante mi estancia en Nuevo México, en Alburquerque, me encontré con cuatro fantásticos amigos, Tom Lozano y Rima Montoya, Cindy García y José Martínez. Tom es un gran músico español y experto en esas épocas, y junto a Alan Smith, otro gran amigo de Boston, hicimos una banda sonora de la novela, con muchas de las canciones (inditas, vaqueras, etc) que salen al principio de los capítulos. Es una novela muy musical, porque también en la música NM es una tierra de encuentros. El único estado en el que el español es lengua oficial. Y que tienen a gala ser descendientes de españoles, no de mexicanos (nuevo México solo perteneció a México 23 años). Con Cindy y José fui a muchos conciertos en esa época y tengo que confesar que Tom y Rima son las únicas personas que me han arrastrado a un escenario a tocar y cantar, en este caso villancicos, con ellos. Negaré haberlo hecho, je je. Te dejo esa banda sonora que se puede escuchar en youtube: https://www.youtube.com/watch?v=6GNc2n_hEbk
El mundo hispano está muy presente en tu libro, una de las principales sorpresas que nos encontramos en él, ya que Billy el Niño nos remite al western, y en nuestro imaginario lo asociamos a la cultura anglosajona, ¿porque lo defines, ya desde la misma portada de la novela, como un héroe hispano?
Porque, sin lugar a dudas, lo fue. Hay canciones sobre él, corridos, alabados, de los hispanos. Iba a sus fiestas, bailaba con ellos, los defendía, ya digo que hablaba el español de la época. En los conflictos de NM tomó normalmente parte defendiendo a los hispanos, aunque también es cierto que un hispano le delató. Y en el imaginario de los novomexicanos, Billy, el Billito, el chavito, ha quedado como un mito hispano. Los anglos no lo potencian, claro está. Sería además hablar de pasado oscuro, como de los abusones del círculo de santa fe.
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En el libro escuchamos a Billy el Niño, pero también a muchas otras voces de la gente que lo conoció -algunas nos hacen recordar al Pedro Páramo de Rulfo-, a la par que se va desarrollando la trama, ¿cómo fueron surgiendo estas voces y como las fuiste encajando en el libro para que complementaran al relato del narrador principal?
Bueno, esas voces estaban ahí, solo había que escucharlas, que ponerse a escucharlas. Hay un libro de Ramon J. Sender, El bandido adolescente en el que por primera vez empecé a oírlas, pero esa novela luego no me sirvió, porque sigue mucho la tesis del libro de Garrett, que tiene mentiras interesadas y leyendas infladas para mayor gloria del comisario. Pero esas voces, esas historias, estaban en los archivos, en las fotos de la época, en la familia de sus descendientes. Esas voces las he recogido también en un diálogo entre tumbas, como muy bien dices, como homenaje a Rulfo, ese monstruo.
Es importante el contexto de la historia, situarnos en aquella época y en aquellos lugares en los que transcurre la vida y la muerte de Billy, para no tener la tentación de juzgarlo con una mirada actual, por ejemplo ¿no es cierto de que, aparte de aquel entorno violento del salvaje oeste, había unos ciertos códigos de caballería que Billy siguió?
Bueno, esa es una de las aportaciones de la novela. Billy, como los hispanos, se regían por el código del Oeste, una especie de código de caballería que venía casi desde la edad media. Suponía a grandes rasgos que no había que tolerar abusos, defender al débil, no meterse en la vida de nadie, y defenderse de forma viril y proporcionada. En la época de Billy los más débiles eran primero los indios y luego los hispanos. Y sí, había violencia, pero no estaban a tiros todos los días, las armas eran caras y había que mantenerlas. Y había otras cosas, como los bailes de los sábados, los rituales religiosos, en fin, un Oeste mucho más rico de lo que vemos en los westerns.
En el libro también hay voces que nos hablan de un mundo que desaparece, del exterminio de los búfalos y de la marginación de los indios y de los hispanos, ¿Estados Unidos nace, precisamente, con la conquista y colonización del Oeste, en un contexto violento que, también en la época de Billy el Niño, había generado la guerra de secesión?
No solo la guerra de secesión, sino, si te remontas más atrás, la guerra mexicano norteamericana, las guerras indias, el tema de la esclavitud, etc. Son tiempos violentos los de Billy que vienen heredados de tiempos violentos, de injusticias, de conquistas, la primera española (menos cruel, entre otras cosas porque era un territorio fronterizo, alejado de la capital del virreinato) y luego norteamericana (en la que los nuevos amos quieren monopolizar todo, el agua, los pastos, los recursos, la tierra, etc) y donde los que salen perdiendo, como digo, son primero los indios (que tenían las mercedes, los títulos de propiedad de sus tierras que les habían dado los españoles) y luego los hispanos.
Durante el proceso de investigación y de creación de “La balada de Billy el Niño”, recorriste muchos de los escenarios donde transcurrió su vida, ¿que ha quedado del mito, cien años después de su muerte, entre la gente que habita hoy en día esos territorios?, ¿realmente se reivindica como un héroe hispano?
Sí, en algunos de estos lugares, en Santa Fe, en el condado de Lincoln, incluso en las Cruces, (donde mataron a Garrett, por cierto), en Puerto de Luna, etc. Hay ahora toda una ruta turística por esos lugares, una travesía a caballo, etc. Cada vez tiene más presencia el tema hispano, pero no es algo que la cultura imperante, anglosajona, reivindique. Sí lo hace mi libro. Y algunas de esas familias lo sienten como un miembro de la gran familia. Rudolfo Anaya, un escritor novemexicano que ha muerto hace poco y que fue amigo mío, decía que para muchos hispanos, el bilito era un pariente. De todas maneras, lo que destaca por los medios de comunicación, la literatura, el cine, no es así. Lo hispano, aunque por población pudiera pensarse que va ganando terreno, es combatido por el sistema norteamericano. Y no digo nada si llega Trump a la presidencia otra vez.
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