En los años posteriores a 1945, la producción de automóviles se desarrolló rápidamente y se convirtió en una industria clave que hoy en día emplea a unos 750.000 trabajadores cualificados, técnicos e ingenieros.
Por Klaus Fischer | 18/09/2024
Este año podría pasar a la historia económica europea. A pesar de los síntomas evidentes desde hace algún tiempo, en 2024 no sólo la República Federal de Alemania estará en declive, sino también la industria automovilística, considerada el corazón de la industria alemana. Las ventas están disminuyendo y los beneficios son escasos o inexistentes. Los fabricantes se quejan cada vez más fuerte y anuncian despidos, traslados al extranjero o incluso cierres de plantas. En lugar de descorchar el champán, en Wolfsburgo, Múnich o Stuttgart se echa mano del lápiz rojo. Las cosas iban muy bien durante décadas.
La República Federal se puede considerar un país automovilístico. Desde que Carl Benz introdujo en 1885 el Benz Patent Motor Car Number 1, el primer vehículo de pasajeros propulsado por un motor de combustión interna, el sector experimentó un auge mundial. Con la introducción de la producción en cadena por parte del empresario estadounidense Henry Ford en 1914, se desarrolló un sector industrial que dio un impulso revolucionario a la movilidad individual y fue capaz de cerrar la brecha entre los productores de bienes y los ferrocarriles, que ya estaban en expansión, durante el transporte de mercancías.
Especialmente en los años posteriores a 1945, la producción de automóviles en Alemania Occidental se desarrolló rápidamente y se convirtió en una industria clave. Incluso hoy en día sigue empleando a unos 750.000 trabajadores cualificados, técnicos e ingenieros. Al mismo tiempo, la fabricación de automóviles contribuyó y sigue contribuyendo significativamente a que la República Federal se convirtiera en un país exportador líder y pudiera dejar atrás tanto a EE.UU como a China, toda una potencia económica emergente. Según la Oficina Federal de Estadística, en 2023 la industria también representó el 17 por ciento de las exportaciones de bienes en términos de ventas.
El buque insignia de este desarrollo siempre ha sido el Salón Internacional del Automóvil (IAA), que se celebra cada dos años. Este martes comienza la IAA Transportation en Hannover. En esta feria de vehículos comerciales prevalecerán las mismas preocupaciones que probablemente se escucharán nuevamente en la IAA Mobility en Múnich en 2025.
Estos se pueden resumir en tres puntos clave: La transformación del motor de combustión a motores alternativos como la energía eléctrica o el hidrógeno (pilas de combustible) está en proceso de fracasar estrepitosamente. Existe una inmensa brecha entre las expectativas políticas y la realidad. Los vehículos eléctricos han alcanzado un notable estándar tecnológico, principalmente gracias al fabricante estadounidense Tesla y a los ingenieros chinos. Pero no había ni hay suficientes estaciones de carga. Además, los vehículos apenas son aptos para el mercado, excepto en el rango de precios elevados para los ricos. Resultado: cada vez se producen más en reservas después de que el financiamiento gubernamental terminara abruptamente. La costosa conversión de los fabricantes a los propulsores eléctricos (e incluso a la propia producción de baterías) amenaza con convertirse en un negocio deficitario que amenaza su existencia.
Como guinda del pastel, las autoridades políticas alemanas también dieron un paso más: casi al mismo tiempo cerraron las últimas centrales nucleares, consideradas modernas y seguras según los estándares internacionales. Aunque la voladura de las torres de refrigeración fue una celebración para los opositores a la energía nuclear, no se deben restar importancia a los riesgos de esta tecnología. Sin embargo, sigue siendo un misterio por qué cada vez más centrales eléctricas de carbón se cerraron al mismo tiempo en lugar de planificar un período de transición más largo.
El paso finalmente decisivo hacia la recesión lo dieron los políticos con su apoyo irrestricto al régimen de Kiev tras el inicio de la guerra de Ucrania a principios de 2022. Esta guerra económica contra el principal proveedor de materias primas fue un veneno para la economía alemana. El precio de la electricidad aumentó rápidamente y actualmente sigue siendo significativamente más alto que los precios de los competidores de EE.UU, Francia o incluso China. Un suministro eléctrico rentable y seguro para un lugar se considera un criterio fundamental para el interés de los inversores y la rentabilidad de los productores de bienes y proveedores de servicios. La referencia al “clima” es de poca ayuda debido a la situación competitiva global.
Este artículo fue publicado originalmente en alemán en el medio Junge Welt y traducido al castellano para NR.
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