El nuevo ejecutivo tendrá que sortear con la corrupción, que parece instaurada en los últimos gobiernos de la derecha, con una inflación galopante, que ha reducido el poder adquisitivo de su población, y con el aumento de la inmigración, especialmente de la población turca de la isla.
Por Angelo Nero
La derecha gobernara durante otros cuatro años Chipre, la pequeña nación insular del Mediterráneo, dividida desde que en 1974, el norte de la isla fuera ocupado por el ejército turco. En el sur se ha celebrado este domingo 12 de febrero la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, en las que ha salido vencedor el candidato conservador Nikos Christodoulides, que a sumado los apoyos de las fuerzas de la derecha, cómo el de su anterior partido -aunque no pidió el voto explícitamente-, la Agrupación Democrática (DISY), hasta ahora en el gobierno, con el presidente saliente Nikos Anastasiadis, en cuyo gabinete el ganador de estas elecciones fue ministro de exteriores. Su candidatura pasó de 127.305 a 204.680 votos, con un porcentaje final de 51,92%, y una ganancia con respecto a la primera vuelta del 60%. Entre los apoyos implícitos a su candidatura para ocupar la presidencia y, por lo tanto, la jefatura del gobierno y del estado chipriota, ha tenido a los liberales, los nacionalistas y los socialdemócratas de EDEK, y no es aventurado señalar que también han ido para Christodoulides los votos de la la formación de extrema derecha Frente Popular Nacional (ELAM), que se ha revelado como la tercera fuerza política del país.
Una de las primeras en felicitar al candidato de la derecha ha sido a presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, a través de su cuenta de twitter: «Enhorabuena a Christodoulides por su elección como presidente de la República de Chipre. Estoy deseando trabajar con usted», señaló. En la misma red social,dirección se pronunció la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola: «debemos trabajar juntos para afrontar los retos que tenemos por delante: la paz y la reunificación, la invasión rusa de Ucrania, la migración, la energía y la competitividad». Chipre es parte de la Unión Europea desde 2004, que no reconoce a la República Turca del Norte de Chipre (RTNC), proclamada por Turquía.
El candidato derrotado, Andreas Mavrogiannis, apoyado por el principal partido de la oposición, el comunista Partido Progresista del Pueblo Obrero (AKEL), también tuvo un importante incremento de votos en esta segunda vuelta, ganado un 61%, y pasando de 117.627 a 189.522 votos, hasta llegar al 48,08% del apoyo popular, quedando a poco más de 15.000 del candidato de la derecha a la presidencia. Tal vez haya sido determinante en la derrota de la izquierda, el que los socialdemócratas de EDEK, miembro de la Internacional Socialista y del Partido de los Socialistas Europeos, apoyaran al candidato conservador. El partido socialdemócrata liderado por Marinos Sizopoulos, apostó sin fisuras por Christodoulides, que les agradeció así su apoyo: “Seguimos con optimismo, consenso, de manera colectiva y unida para que nuestros mensajes lleguen a todos… Nos estamos acercando a todos, sin importar el origen político y partidario, porque tenemos un objetivo común para el futuro de nuestro país.”
El nuevo ejecutivo tendrá que sortear con la corrupción, que parece instaurada en los últimos gobiernos de la derecha, con una inflación galopante, que ha reducido el poder adquisitivo de su población, y con el aumento de la inmigración, especialmente de la población turca de la isla. La reunificación también es una de las cuestiones pendientes, y aunque el nuevo presidente se ha manifestado a favor de la creación de un estado federal, los apoyos de la ultraderecha, contrarios a esta solución, le harán muy difícil caminar en esta dirección.
Se el primero en comentar