Agenda oculta

Por Daniel Seijo

Terror

1. m.Miedo muy intenso.

2. m.Persona o cosa que produce terror.

3. m.Método expeditivo de represión revolucionaria o contrarrevolucionaria.

De nuevo el miedo marca la agenda en el viejo continente, y tras la última serie de ataques en ParísManchester y Londres, la población europea se sumerge una vez más en una espiral de psicosis colectiva, que sin duda pone de manifiesto la escasa preparación de la estructura social europea para asumir la realidad de un mundo que las propias políticas occidentales han ayudado a crear.

Pese a que sin que me lo pueda explicar, resulte socialmente reprochable desde hace algún tiempo hacerlo, personalmente sigo siendo de esos que cuando ve el dolor de las víctimas de la barbarie en Europa, no puede evitar pensar en los miles de muertos que ese mismo odio ha producido y sigue produciendo a diario en países como IrakSiria o Eritrea. No se trata de una búsqueda emprendida con el afán de encontrar justificación o explicación a lo que no puede resultar justificable o explicable de ninguna de las maneras, ni se trata únicamente  de un sentimiento de culpa o vergüenza por lo que mis compatriotas o sus aliados hayan podido aportar a su tragedia, simplemente se trata de algo más humano, algo más simple, empatía. Empatía hacia personas que sabes que viven a miles de kilómetros y a los que en muchos casos resultaría mucho más sencillo identificar con los que aquí son los atacantes y no los atacados, bien sea porque rezan a un mismo dios, hablan un mismo idioma o tienen un mismo aspecto. Cualquier cosa, cualquier detalle en el que nos queramos fijar, por mínimo que sea en ellos, resultaría totalmente natural para cimentar el odio contra quienes también son oprimidos por quien hoy en Europa, pero desde hace ya mucho tiempo en sus hogares, continúa sembrando el terror en nombre de un dios que en el fondo desconocen.

Pedimos justicia, pedimos igualdad y libertad para sus países, lloramos a sus muertos en “sentidos” homenajes en los muros de nuestras redes sociales y quizás, durante un instante, pidamos responsabilidad a nuestros políticos por las víctimas civiles fruto de nuestros bombardeos. Nos mostramos comprometidos frente a la guerra y contra la injusticia, pero cuando el terror llama a nuestras puertas, simplemente pedimos más controles, mayores requisitos de entrada y en muchos casos, simplemente la expulsión de todos los refugiados, como si dejarlos morir en el Mediterráneo resultase mucho más humano que los bombardeos de una coalición. Las palabras de Theresa May o Donald Trump, tras el reciente atentado de Londres, pidiendo un mayor recorte en nuestras libertades para luchar contra el terrorismo, demuestra que no estamos entendiendo nada.

Resulta ridícula la pretensión occidental, que promoviendo la violencia en el planeta, pretende que en un mundo globalizado el terror sea lo único que no se expanda a través de las fronteras. Puede que resulte ya tarde para evitar totalmente el terrorismo en Europa, pero hoy todavía estamos a tiempo de que los hijos e hijas de los ahogados cada día en nuestras costas no sean los terroristas que siembren de terror nuestras calles mañana.

Las palabras de Theresa May o Donald Trump, tras el reciente atentado de Londres, pidiendo un mayor recorte en nuestras libertades para luchar contra el terrorismo, demuestra que no estamos entendiendo nada.

Asumir de una vez por todas que nuestras política exterior y nuestra supuesta pretensión de salvaguardar la paz, ha llevado al mundo a una de sus horas más oscuras de terror y migraciones forzadas, no se trata de buenismo ni de una estupidez de la izquierda, sino de humanismo y geoestrategia. Resultaría estúpido a estas alturas, no percatarse de que las bombas y la imposición de un estado policial, nunca lograrán traer la paz.

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