Por Ricard Jiménez
«Vivimos de lo que matamos». – Rafael Chirbes; ‘En la orilla’ (2013) |
Si el año 2008 significaba para España el inicio de una crisis que asolaría la opulencia fingida de las décadas previas, aún quedaba un escalafón por denostar a la sociedad civil.
En 2012, como señal, muestra y reflejo del capitalismo, con sus ropajes financieros, llegaría el momento de rendirse a los designios de Sheldon Adelson, el magnate de los Casinos de Las Vegas.
¿Parece una paradoja, verdad? Tras una crisis productiva y su posterior burbuja especulativa, la economía quedaba en manos de un megaproyecto al todo o nada, la supuesta democracia, no a subasta, si no a la ruleta.
En aquel momento, el tejemaneje político entre España y Cataluña, se debatía en la lucha por el proyecto del multimillonario sionista: EUROVEGAS.
“Aunque Madrid va con ventaja para convertirse en la próxima conquista del magnate estadunidense de los casinos Sheldon Adelson para construir la meca del ocio Eurovegas, los vecinos de Viladecans ya imaginan que las luces de neón de los casinos, discotecas y varias atracciones turísticas les salvarán pronto de la crisis y del paro”, se publicaba en La Razón. Esto nunca fue del todo cierto, pero refleja las sinuosas líneas políticas de la época.
El proyecto de Eurovegas se ganó rápidamente el apoyo del Partido Popular, con Esperanza Aguirre a la cabeza, pero desde la Generalitat no se quedaron atrás, eso sí, entre bambalinas, por lo menos de entrada.
Si se le quiere añadir algún anacronismo más al asunto, que parece ya tan lejano, cabe recordar que uno de los puntos claves en la negociación entre el Gobierno Central, presidido por Mariano Rajoy, y Adelson discurrían entorno al debate sobre la normativa antitabaco, impulsada por Zapatero.
En Madrid Alcorcón debía ser el emplazamiento. En Cataluña el parque agrario del Baix Llobregat fue la propuesta inmejorable… Cerca del Mar, del puerto, del aeropuerto… ¿Quién da más?
Finalmente Adelson se decantaría por Madrid, pero los agasajos lisonjeros del Govern, empresarios y alcaldes del PSC en el Baix Llobregat no cesaron: “Eurovegas es compatible en el Baix Llobregat, aunque habría que modificar el suelo agrícola protegido”, expresaba Balsera, alcalde de Gavà por aquella época, aludiendo a aquello que tanto gusta a progresistas reformistas y conservadores de todo pelaje, la recalificación.
Al final tampoco fue Madrid y Barcelona se limitó a contraprogramar el entuerto con la presentación del BCNWorld. Punto, aparte y no fue rojo, negro, par o impar.
Al parecer nadie quedó conforme con aquello de dejar atrás la época del pelotazo, no hay más que citar algunos perspectivas horizontales y verticales posteriores, como lo fue (o es, aunque ya no se hable) Chamartín o como lo siguen siendo los PDU (Planes de Desarrollo Urbanístico) del entorno metropolitano. La zona roja de Barcelona pretende ser ahora carmesí de tocho y gris de conglomerado.
Desde aquello tres sentencias han sido emitidas por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) contra este tipo de intervenciones urbanísticas en zonas agrícolas y parques naturales.
En este empecinamiento y juegos, ya no de casino, dos sentencias han sido interpuestas contra el PDU Gran Via-Llobregat, propuesto por el Ayuntamiento de L’Hospitalet y la Generalitat, que afecta la zona de cultivos, Cal Trabal, situada junto al hospital de Bellvitge y “considerada el último reducto agrícola de la segunda ciudad catalana más poblada”, como explica El Mundo.
La otra fue contraria afecta al PDU de los Ámbitos de Actividad Económica del Delta del Llobregat, que afecta a Gavà, Viladecans y Sant Boi.
Aún así esto no es todo, los PDU actualmente latentes y en marcha atentan también contra otras zonas de cultivo, más de 200 hectáreas de montaña, humedales protegidos, etc.
Dentro de este amontonamiento gentrificador amparado tanto por los ayuntamientos de PSC y de los comunes, como por la Generalitat, han surgido, a todo lo ancho y largo del Baix Llobregat, 53 entidades, reunidas ahora en la plataforma SOS Baix Llobregat, con decisión de defender los espacios naturales, arquitectónicos, históricos y en lucha contra la especulación urbanística.
En los últimos meses las movilizaciones, reuniones y propuestas de moción han sido una constante en las distintas localidades de la comarca. Salvem el Calamot, Ni un pam de Terra, Salvem Oliveretes, Salvem la Colonia Güell… Aunque en frente la AMB (Área Metropolitana de Barcelona) se ha comprometido a dinamizar estos PDU. Este pasado martes en un comunicado de dicha institución se afirmaba que “la anulación de los planes supone el paro temporal de importantes sectores de desarrollo económico de la metrópolis de Barcelona”.
La lucha está servida, la baraja, como en los casinos, está marcada, pero la esperanza, tras años y años de contienda no desfallece.
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