Acompañando a las mujeres en el ejercicio de su derecho a abortar

El aborto es desde el año 2010 una decisión individual, que no tenemos que justificar ante terceros, libre hasta la semana catorce de gestación.

Por Sonia Lamas Millán | ACAI

Me acerco a la escritura de esta tribuna con tres intenciones. De una parte, agradecer a las y los profesionales que integran los equipos de las clínicas acreditadas para la IVE su esfuerzo por hacer posible que el aborto provocado en este país sea una prestación sanitaria pública, financiada por el Sistema Nacional de Salud. Esfuerzo que ha supuesto que esta prestación sea un recurso sanitario y asistencial de calidad. Mi segundo propósito pasa por legitimar el proceso de acompañamiento como parte de la prestación sanitaria y, por último, reconocer a todas las mujeres que en algún momento se han planteado abortar el lugar que les corresponde en la lucha por este derecho, lo hayan ejercido o no. 

Hablamos de acompañar a las mujeres durante su proceso de IVE, pero ¿qué significa acompañar? Según las acepciones primera, tercera y quinta de la RAE el término “acompañar” viene “de compaña” que podría entenderse como: estar o ir en compañía de otra u otras personas, existir junto a otra o simultáneamente con ella o participar en los sentimientos de alguien.

En paralelo a esas acepciones, para quienes defendemos el derecho al aborto, acompañar tiene que significar estar presente, mostrando una actitud empática, escuchando activamente, dando un apoyo e interés sincero, sin juzgar, sin entrometernos, escuchando con el máximo respeto. Ser acompañante no es hacer por la persona, no es ocupar su lugar, sino estar a su lado en la toma de una decisión que solamente a ella pertenece y generar las defensas que necesite para su protección.

Pertenecemos a un país que impregna la maternidad de una carga moral, religiosa y patriarcal alta, en el que la mayoría de las mujeres que están embarazadas y no lo tenían previsto o teniéndolo previsto se malogra la gestación, se pueden encontrar en una situación de estrés emocional, vinculado a la decisión de continuar o interrumpir el embarazo. Dicho estrés emocional puede tener diferente intensidad dependiendo de diversas variables: del querer y no poder, de sus creencias, del apoyo a su decisión, de su edad, de su nivel cultural…Y en este contexto tan diverso, que debemos tener siempre presente, es obligado validar su decisión para ayudarles a abordar el paso con más tranquilidad.

Acompañar a las mujeres es un elemento imprescindible, transversal y multidisciplinar en el proceso de IVE. Acompañar a todas las mujeres independientemente de la razón por la que interrumpen su embarazo, si lo desearon o no y al margen de las semanas de gestación desde la que afrontan el aborto. Teniendo siempre en cuenta que son precisamente las circunstancias de la mujer las que deben graduar nuestra intervención, ya que de ese acompañamiento y su calidad va a depender la mejor o peor recuperación emocional.

Y ¿cómo tiene que ser ese acompañamiento? No nos cabe duda alguna de que debe ser un recurso empático, que tiene que producirse en un espacio saludable y específico en el que pueda minimizarse la ansiedad con respecto al aborto dando la información correcta de forma previa, así como, las pautas para las fases posteriores, proporcionadas por equipos profesionales con formación en todas las técnicas. Unidades específicas y multidisciplinares que no solo consideren la situación médica de la mujer, sino sobre todo sus circunstancias personales, proporcionando a las mujeres un espacio en el que poder hablar de sus sentimientos y emociones. Un servicio que reduzca el estigma, en el que la mujer sea el centro, la protagonista activa de sus decisiones. 

El aborto es desde el año 2010 una decisión individual, que no tenemos que justificar ante terceros, libre hasta la semana catorce de gestación. Una decisión voluntaria sea cual sea la razón, incluso en aquellos casos en los que la intervención viene motivada por una patología fetal. Estas condiciones facilitan que el aborto provocado no sea una experiencia traumática en muchas ocasiones, que las circunstancias controvertidas que lo rodean disminuyan en intensidad. Sin embargo, también puede ocurrir que en algunos abortos se produzcan fenómenos de duelo que, sin llegar a patologizarlos, no debemos convertir a las mujeres en “dolientes”, tenemos que atender y acompañar. En definitiva, es imprescindible mantener el acompañamiento a las mujeres, explorar nuestra experiencia para reafirmarnos en estrategias aprendidas que debemos consolidar, valorando también las aportaciones que las mujeres nos transmiten durante el proceso. 

Como nos indican las expertas, “los momentos previos a la IVE pueden dejar una huella en la mujer y podrá ser uno de los momentos más repasados y recordados durante el proceso de duelo”. En base a esta idea, es de suma importancia que desde el primer momento en el que una mujer se plantee abortar, el trato y la actuación por parte de los equipos profesionales esté libre de prejuicios, estigmas y tabús. Las y los profesionales de las clínicas acreditadas para la IVE tienen recorrido más de la mitad de ese camino gracias a las mujeres que un día confiaron en ellas y ellos. No perdamos los eslabones de una “tira” necesaria, imprescindible, y que debe crecer día a día en todas las direcciones posibles. 


Sonia Lamas Millán es psicóloga y portavoz de ACAI Madrid.

Se el primero en comentar

Dejar un Comentario

Tu dirección de correo no será publicada.




 

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.