Abel Aparicio: “La poesía, como la música, el humor, son armas muy directas contra los poderosos, por eso la ley mordaza sigue en vigor”

Entrevistamos a Abel Aparicio, quien además de escritor y de cartero rural ejerce como periodista.

Por Angelo Nero | 20/11/2024

Hay oficios que interpelan al pasado, a un pasado no tan lejano, donde no había otras redes que las de los afectos, las de la solidaridad o las de pesca, y nuestras ventanas al mundo eran los libros, que habitaban aquellos templos del saber llamadas bibliotecas, y que se resisten a desaparecer, con la determinación de las ballenas. El día que las ballenas y las bibliotecas desaparezcan para siempre, el mundo habrá entrado en un punto de no retorno, que realmente no me gustaría vivir. Uno de esos oficios, que tienen un indudable poso poético, y que nos remite al pasado, pero desde el presente, es el del cartero rural. Este es el oficio del escritor leonés Abel Aparicio, y también el título de su nuevo poemario, publicado por la Editorial Marciano Sonoro.

Hablamos con Abel, que, además de escritor y de cartero rural, ejerce como periodista, durante mucho tiempo formó parte de la redacción de Nueva Revolución -esta será siempre su casa-, y ahora publica sus artículos y entrevistas en el digital iLeon.com, dirigido por Antonio Vega, y asociado a eldiario.es.

Hola Abel, un placer tenerte otra vez por aquí, para que nos hables de tu último libro. ¿Crees que, en el oficio de cartero rural, además de esa pulsión poética que puede aflorar en forma de versos o no, hay un cierto ejercicio de resistencia?

Entiendo que sí, que es una forma de reivindicar cada pueblo que sigue en pie, por pequeño que sea. Yo nací y viví en uno hasta los dieciocho años, emigré y volví temporalmente. Ahora resido en una ciudad pequeña, y cada tarde, cuando reparto por los pueblos que me corresponden, veo una realidad de la que no se es consciente en los lugares donde se toman las decisiones. Vendría bien un poco más de conocimiento del terreno.

Aunque muchos de nuestros lectores te conocerán, además de por tus artículos, por tu novela “¿Dónde está nuestro pan?”, este es tu tercer poemario, después de “’Tintero de tierra” (2011), de participar en la obra colectiva, “Esto no rima. Antología de poesía indignada” (2012), y de “Alboradas en los zurrones del pastor” (2015), ¿cuál ha sido el recorrido de tus versos durante esta última década? ¿Ese inventario de sentimientos en los que germinan tus poemas, se nutre del paisaje leonés, de su gente y de sus historias?

Rotundamente, sí. No sé si está bien decirlo, pero mis dos primeros poemarios no se los recomiendo ni a mi peor enemigo, jejeje. Con este estoy muy contento, sí. Es lo que veo y siento cada día, lo bueno y lo malo, en definitiva, lo real. Lo que me cuentan las personas a las que les entrego las cartas y paquetes y con las que hablo cuando el tiempo lo permite. Son una escuela de poesía.

Durante tu estancia en Madrid, donde creo que trabajaste como informático, eras asiduo del del Bukowski Club, pionero en organizar jam sessions de poesía y relatos en la capital, y que, desgraciadamente, cerró en 2013. ¿Se despertó allí ese dragón que, desde entonces, no dejó de alimentarse del fuego de la poesía, y que ahora ha engendrado este “Cartero rural”?

Así es, fue allí, en la calle San Vicente Ferrer, donde gracias a un nutrido grupo de personas, entre las que conservo relación con alguna de ellas, como pueden ser Gsus Bonilla o Ana Pérez Cañamares, conocí de primera mano ese vicio confesable que es la poesía. Germinó y por suerte me acompaña hasta hoy. Fue un gran descubrimiento para mí. Madrid, dentro de todo lo malo, tiene esos pequeños tesoros.

El poema, como la vida en los pueblos, tiene otro ritmo, aparece entre la niebla, entre las vías abandonadas, en las puertas abiertas y en la sombra de los campanarios, ¿también el ritmo del trabajo de un cartero rural ayuda a que ese poema vea la luz? ¿cuánto tardas, desde que te viene el eco del primer verso, hasta que crees que el poema está ya maduro, listo para cosechar?

Decía un escritor leonés, quizá de los mejores en lengua castellana que conozco, Antonio Pereira, que los libros una vez escritos, hay que dejarlos macerar en un cajón mínimo un año antes de publicarlos. Yo sigo esto como un mandamiento.

Tu poesía está impregnada de la geografía de las comarcas leonesas que recorres, tanto durante tu trabajo, como en tus ratos de ocio -sabemos que eres muy aficionado a la bicicleta, y que has recogido parte de esta geografía en otro libro “La ruta del tuerto” (2017)-. En tus versos hay un claro canto a la tierra leonesa, ¿crees que Castilla, en cierta manera, ahoga la voz de ese León rural que, pese a todo, sobrevive?

Más que Castilla, la Junta de Castilla y León, la comunidad autónoma en sí en un sinsentido. Tengo familia en Soria y viajo a esa provincia, de la que estoy enamorado, al menos tres veces al año, y cada vez que voy más claro tengo que no tenemos nada que ver. El problema viene cuando desde un centro de poder se quiere emitir una voz uniforme, como es el caso. Ni León es Castilla ni Castilla es León. Toda la cultura de los ástures, por ejemplo, mientras en Galicia o Asturias se potencia, aquí se ignora en gran medida. Se hacen campañas de alimentos con el nombre de Castilla. Es una aberración.

Comienza tu poemario con tres poemas con los que recorres las edades de las personas, donde resuena ese ¿qué quieres ser de mayor?, y quizás también una de las chispas que encendió la pradera de versos de este libro, aquella pintada que te interpeló desde uno de los muros de Astorga, “¿Eres feliz con la vida que estás viviendo?”. ¿Has intentado contestar a estas preguntas en tu libro, o todavía estás buscando respuestas en el viento?

Yo, creo que al contrario que Dylan, la encontré. Sí, laboralmente soy feliz con la vida que estoy viviendo, y personalmente, también. Hasta mis cuarenta no encontré, por decirlo de alguna forma, el trabajo de mi vida, aunque si me pagaran por no trabajar, no iría, jeje. Mi vida ya está llena en sí. Estoy contento en Correos, sí.

Un expresidente de Correos, que ahora es el líder de la oposición, motivó que aflorara también el orgullo de cartero, y le dedicaras también unos poemas a modo de defender un oficio que estaba siendo cuestionado, ¿la poesía sigue siendo un arma cargada de futuro, pero, sobre todo, una herramienta eficaz para interpretar el presente?

Sin duda. La poesía, como la música, el humor, son armas muy directas contra los poderosos, por eso la ley mordaza sigue en vigor. Como hemos visto, gobierne quien gobierne, está encantado ella. Es una vergüenza.

Tus poemas también están impregnados de esa música que te acompaña siempre en tus desplazamientos por La Maragatería, la Sequeda, la Cepeda, Vega del Tuerto. ¿Qué banda sonora tienen?

Repartiendo escucho la radio todo el rato, como suelo decir, es la mejor amiga del cartero rural. Digamos que el abanico va desde Los Chikos del Maíz hasta Marea pasando por Bruce Springsteen y Mumford & Sons. Por si esto fuera poco, un buen amigo, Javi Morán, me regaló una joya (en la que participa mi hija) titulada ¿Qué quieres ser de mayor?

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