Por Carlos Sánchez Fernández, Federación de Asociaciones para la Defensa de la sanidad Pública
El Gobierno ha decidido cambiar las condiciones de uso de las mascarillas en el exterior que dejan de ser obligatorias salvo en los casos en que no se pueda guardar la distancia de seguridad (1,5 metros) y/o en aglomeraciones, una medida como mínimo controvertida
Las mascarillas han demostrado su utilidad para contener la propagación del virus en la experiencia internacional de lo que ya hay bastante evidencia científica. La medida de dejar de hacerlas obligatorias en los espacios abiertos presenta bastantes problemas.
La primera es el hecho de que la incidencia acumulada(IA) de coronavirus sigue siendo elevada en nuestro país, cercana a 100/100.000 habitantes, en algunas provincias incluso muy elevada (mayor de 200), y por otro lado en los últimos días la tendencia no es a disminuir sino todo lo contrario. No parece que tenga mucho sentido suspender el uso de mascarillas en el exterior con IA superiores a 50, que solo se dan en algunos, pocos, territorios.
Las tasas de vacunación, que aumenta a buen ritmo a pesar de los agoreros, no son todavía suficientes para controlar la transmisión comunitaria lo que solo se alcanzar de seguir el ritmo actual a finales de verano. Además conviene recordar que no todas las personas vacunadas están protegidas, porque hay un porcentaje, reducido pero significativo, que no genera inmunidad, y existen indicios de que esta inmunidad es decreciente con el paso del tiempo.
La existencia de nuevas variantes, como la delta y su aumento en Europa, y lógicamente en España, son un peligro para la extensión potencial del virus, además con mayor contagiosidad y/o virulencia.
Por otro lado las vacaciones de verano van a producir numerosos desplazamientos en todo el país, también de personas que proceden de otros países con incidencia más elevada y presencia mayoritaria de las nuevas variantes que favorecen la difusión del virus. El brote reciente en Mallorca demuestra que las probabilidades de contagio ni han desaparecido ni son tan improbables como nos gustaría.
Las excepciones que se establecen para el uso de mascarillas en exteriores quedan a criterio de valoraciones subjetivas de las personas individualmente y favorecen su incumplimiento generalizado así como el que se produzcan enfrentamientos entre la población.
Finalmente anunciar la presencia de público en eventos deportivos en septiembre próximo es una declaración cuando menos apresurada y por supuesto innecesaria, ya que hay tiempo suficiente para evaluar su pertinencia en fechas mas cercanas a que se haga efectiva esta recomendación.
Parece que nos estamos olvidando del Informe de la OMS que señalaba la excesiva rapidez de la desescalada en Europa, y volvemos a iniciar una senda poco fundamentada desde el punto de vista sanitario, y potencialmente peligrosa. Es preferible avanzar más despacio que tener que realizar retrocesos como ya se ha hecho en otros países (Reino Unido, Portugal, Israel, etc) En este momento se debería de imponer la prudencia para consolidar los avances realizados
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