Por Antonio Mautor
Ante una crisis sanitaria de la envergadura que estamos viviendo, no está mal alguna vez que otra echar mano del humor para poder sobrellevar tanta tragedia. Con este artículo buscamos eso, esbozar una sonrisa, y quitar un poco de hierro ante tanta desgracia.
Las mascarillas. Un elemento que se ha vuelto esencial en nuestras vidas. Quién nos lo iba a decir hace tan solo unos meses, que íbamos a tener que ir con ellas puestas casi hasta para cagar. Pero no es fácil llevarlas bien, o eso parece viendo como la gente se las pone de mil maneras a cada cual más extraña y por otra parte inadecuada.
La relación de formas de ponerse una mascarilla es verídica, es decir, mis ojos han sido testigos de estas maneras tan poco ortodoxas de ponerse este utensilio, que por otra parte te puede salvar la vida del puto coronavirus.
Ahí van, espero que solo hagáis caso a una, la buena, y las demás sirvan de anécdota sin más:
1ª La correcta.-
La recomendada por Sanidad, es decir, te lavas las manos, coges la mascarilla por el lado correcto sin tocarla, y con las pequeñas asas te las pones en tus soplillos y ya está; el virus lo tendrá más difícil para joderte la vida.
2ª La premium.-
En un alarde de extremar las precaución hasta límites insospechados, hay peña que se la pone hasta tapándose los ojos. Hombre por una parte está bien, no te entrará nada por el globo ocular, lo que si es cierto, es que las posibilidades de morir atropellado se multiplican de manera absoluta.
3ª La puesta al revés.-
Pues sí, hay peña que no lo tiene claro, y se coloca la mascarilla al revés. La parte blanca hacia fuera, y la de color, verde si es quirúrgica hacia dentro. O sea que llevas la mascarilla puesta y el virus se despolla a tu costa.
4ª La barbilla al poder.-
Caso curioso. Mucha gente va con la mascarilla puesta pero en la barbilla, dejando su careto al aire. Debe ser porque piensan que el virus se transmite por el mentón, de ahí su especial hincapié en protegerse esa zona. Son unos adelantados a su tiempo.
5ª La tocha al aire.-
Una de las preocupaciones de muchas personas es que no pueden respirar bien con la mascarilla puesta. Por una parte es cierto, es incómodo, pero claro, compensa la incomodidad al peligro de contraer la enfermedad. Hay un grupo de valientes que desafían al virus y van con su nariz fuera y la boca tapada. Vamos es como ir con pantalones y con el miembro viril fuera; toda una proeza.
6ª La Van Gogh.-
Esta me gusta mucho. Llevar la mascarilla solo colgada de una oreja, como si te hubieran amputado la otra es brutal. Es muy útil para hablar por teléfono, y tomarte una birra. Al andar produce un efecto ventilador que da un fresquito en la cara de lo más agradable.
7ª Modelo bolsito.-
Esta modalidad es muy del barrio de Salamanca. Vas andando por la calle con mucho garbo y la mascarilla a la altura del codo y el brazo doblado como si llevaras un pequeño bolsito de temporada; todo muy cool.
8ª En la mano.-
Esta modalidad es muy de machote ibérico. Vas por la calle con la mascarilla en la mano, mirando al frente como si contigo no fuera la historia. La mascarilla cogiendo todos los virus del planeta, pero tú feliz.
9ª La del western.-
Muy de película de vaqueros. En el bolsillo, doblada, esperando a que en cualquier momento desenfundes y te la pongas en tu careto por si ves venir al enemigo. Los he visto más rápidos que Billy el Niño.
10ª Mis cojones.-
Directamente NO llevo mascarilla porque no me sale de los huevos. Ahí, desafiando, a mí los virus me dan exactamente igual. Para virus todos vosotros pringaos.
Bueno hasta aquí este pequeño muestrario de maneras de llevar la mascarilla. En serio, llevar mascarilla y guardar la distancia social salva vidas y ayuda a no propagar más este desgraciado coronavirus. Haced caso a las indicaciones sanitarias. No os hagáis el héroe.
Reconozco que yo soy de las de tipo western. Sólo la saco para ponerla en lugares cerrados, porque tengo asma y bronquitis crónica, así que andar y respirar a la vez se hace imposible si la llevo puesta. Eso sí, intento mantenerme lejos de todo el mundo (3 ó 4 m) porque tampoco quiero ser un peligro