Geopolítica del bitcoin y el fin del dólar

Las criptodivisas están cambiando las finanzas en Estados Unidos y en todo el mundo.

Ernesto Anzieta 

El 31 de octubre de 2008 -¡hoy hace 13 años!- Satoshi Nakamoto [1] publicaba un documento donde explica las características del bitcoin, la que sería la primera criptodivisa funcional y que nacería como respuesta a la crisis económica de las hipotecas subprime en los Estados Unidos.

Esta crisis terminó por contagiar el sistema financiero internacional y fue ‘resuelta’ con el salvataje bancario, impresión sin precedentes de dólares -emisión inorgánica- y tasas de interés que llegaron a cero y que se volvieron negativas en años recientes.

El objetivo de Nakamoto era crear dinero electrónico que permita realizar pagos de manera directa sin pasar por una institución bancaria. El bitcoin surge como una respuesta a la crisis de confianza en el sistema financiero. En un post Nakamoto explicaba:

“El principal problema con la moneda convencional es toda la confianza que se requiere para que funcione. Se debe confiar en que el banco central no degradará la moneda, pero la historia de las monedas fiduciarias está llena de violaciones de esa confianza. Se debe confiar en los bancos para que guarden nuestro dinero y lo transfieran electrónicamente, pero lo prestan en oleadas de burbujas crediticias con apenas una fracción de reserva. Tenemos que confiarles nuestra privacidad, confiar en que no permitirán que los ladrones de identidad vacíen nuestras cuentas. Sus enormes costos generales hacen que los micropagos sean imposibles”.

Para el bitcoin, después de innumerables cuestionamientos, volatilidad y una creciente atención mediática, quizá el objetivo de servir como medio de cambio no se haya cumplido del todo [2], pero ciertamente llegó para cambiar el panorama de las finanzas internacionales e inclusive se encuentra erosionando al dólar como moneda de reserva internacional.

Esta no es una simple opinión al aire. El 18 de octubre de 2021 el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos emite un reporte que evalúa la efectividad de las sanciones financieras como mecanismo de política exterior. El dictamen es contundente: las sanciones no funcionan más y las criptodivisas constituyen una amenaza tanto para el programa de sanciones estadounidense como para su política exterior y la propia posición del dólar como moneda de reserva:

“Innovaciones tecnológicas como las monedas digitales, las plataformas de pago alternativas y las nuevas formas de ocultar las transacciones transfronterizas reducen potencialmente la eficacia de las sanciones estadounidenses. Estas tecnologías ofrecen a actores malignos oportunidades para retener y transferir fondos fuera del sistema financiero tradicional basado en dólares. También empoderan a nuestros adversarios que buscan construir nuevos sistemas financieros y de pagos destinados a disminuir el papel global del dólar. Somos conscientes del riesgo de que, si no se controlan, estos activos digitales y sistemas de pago podrían dañar la eficacia de nuestras sanciones”

La política de sanciones financieras consiste básicamente en impedir a personas, organizaciones y países utilizar el sistema internacional de pagos SWIFT [3], entorpeciendo la gestión del dinero y el comercio. Si bien se la puede calificar como un mecanismo de política exterior tradicional, desde la administración Obama su implementación se ha incrementado -empezando con Irán- lo que ha generado críticas de aliados europeos y de contrapartes por igual.

La posición del dólar a nivel internacional, como moneda de comercio -60% de las transacciones internacionales- y de reserva, ha permitido al país norteamericano tener una ventaja asimétrica en el plano financiero. Las sanciones económicas a través del dólar tienen un efecto superior a mecanismos de guerra tradicional como lanzar bombas. Limitar el comercio es una herramienta políticamente más correcta que una invasión, menos costosa y -a veces- más dañina.

Esta primacía es justamente lo que el bitcoin erosiona. Le tecnología en que se basa –Blockchain [4]- permite una operación descentralizada y distribuida, lo que lo convierte en un activo prácticamente neutral, inconfiscable y desintermediado. Lógicamente, entidades financieras y gobiernos pierden influencia, dado que estas monedas están fuera su alcance.

Desde que Nixon en 1971 abandonó el patrón oro, la fortaleza del dólar se basa en dos grandes dimensiones. Por un lado está la confianza sobre la moneda, que se evidencia en la voluntad de los ciudadanos de países de alta inflación para ahorrar en ella -en busca de seguridad- o de los gobiernos de mantener líneas de crédito en dólares. Por otro lado, se encuentra la capacidad de forzar su uso y establecer sanciones a través de la fuerza. En palabras del Nobel de Economía 2008, Paul Krugman:

(…) el valor del dólar no viene enteramente de expectativas auto cumplidas: al final del día, está respaldado por el hecho de que el gobierno de Estados Unidos acepta los dólares para el pago de impuestos. Impuestos que es capaz de imponer porque es un gobierno. En cierta forma, las monedas fiduciarias tienen valor subyacente porque hombres con armas dicen que tienen valor. Transaction Costs and Tethers: Why I’m a Crypto Skeptic”, The New York Times, 31 de Julio de 2018.

En la actualidad estas dos dimensiones se ven debilitadas. Por un lado, los fallos en la cadena de suministro, inflación, crisis política interna y desconfianza en el Gobierno, hacen que muchos ciudadanos estadounidenses convierten sus dólares a criptodivisas para diversificar su riesgo y evitar lo que cada vez más se considera un futuro incierto. La confianza en el dólar se está perdiendo casa adentro. Incluso inversionistas institucionales están apostando por un mercado que está evaluado en más de dos billones de dólares (¡2,000,000,000,000! USD) y que tiene en la actualidad más de 200 millones de usuarios -BOFA Global Research-.

La posibilidad del uso de la fuerza, aquel respaldo de “hombres con armas” al que aludía Krugman, tampoco es firme. Los fracasos militares en Afganistán, Irak y Siria se suman a otros fracasos diplomáticos -como Nord Stream, AUKUS y Taiwán- que ponen en duda la capacidad de proyección estratégica del país anglosajón… y de su moneda. Las criptodivisas son de adopción voluntaria, haciendo de ellas -para algunos- un mecanismo de paz:

La posibilidad de que nazca un nuevo sistema financiero internacional o al menos uno paralelo de la mano del bitcoin y otras criptomonedas es tan real, que el Congreso de EEUU ha mantenido a lo largo de 2021 al menos cinco audiencias para analizar su papel y la posibilidad de emitir una moneda digital nacional que contrarreste a las criptodivisas [5].

En esta lógica EEUU no se encuentra solo. Si bien la mayoría de países aún mantienen una posición neutral respecto a la tecnología, muchos otros ya están estudiando sus alcances para la economía interna y las finanzas internacionales.

Existen cuatro tendencias: Por un lado están las jurisdicciones que asimilan la tecnología y la promueven -como El Salvador, no libre de traspiés-, otras que la rechazan -como la India-, una mayoría que todavía no se pronuncia y aquellos que, suspicaces de las criptodivisas abiertas, están estudiando la emisión de criptomonedas propias a través de sus bancos centrales.

En este último grupo se encuentran países como EEUU y China. Recientemente China vetó la minería de criptodivisas [6] y sus transacciones debido al uso intensivo de energía y preocupaciones administrativas, aunque se presume que la medida está dirigida a fortalecer la posición de su moneda digital -emitida por un banco central (CBDC [7])-. ¿Logrará China ‘vencer’ a las criptodivisas públicas como el bitcoin? Es una pregunta de pronóstico incierto por ahora.

Las discusiones dentro de los países no son sencillas. El empleo de criptodivisas -y más aún su implementación- requieren ciertos supuestos iniciales, como una alfabetización tecnológica e infraestructura básicas. Tampoco están libres de consideraciones más complejas en lo económico, político y técnico ¿Las CBDC deberían basarse en Blockchain o deberían contar con respaldo de la moneda nacional?, ¿existen afectaciones a la privacidad?, ¿facilitan el fraude?, ¿reducen costos de transacción?, ¿afectan la soberanía?

Estas discusiones continuarán todavía algún tiempo. Al final de cuentas, la tecnología sigue evolucionando y rápidamente. En el enorme universo de las criptodivisas el bitcoin es el rey, pero no está solo. Existen una serie de monedas con variaciones de la tecnología y con perspectivas de uso aún desconocidas.

Lo importante es reconocer que la tecnología llegó para quedarse y que constituye una realidad que corresponde gestionar. Para los países del sur económico, para aquellos que buscan independencia de los Estados y para aquellos que buscan diversificar su riesgo en épocas de incertidumbre, el bitcoin -las criptodivisas en general- son una alternativa que requiere consideración.

NOTAS:

[1] Seudónimo de una persona o un colectivo, del cual hasta el día de hoy se desconoce su verdadera identidad.

[2] Por complicaciones relacionadas con la alfabetización digital -que todavía evitan su adopción- y estructura tecnológica -que la hace menos maleable que otras criptodivisas como etherium-, el bitcoin como medio de cambio es todavía limitado. Sin embargo como depósito de valor -pese a fluctuaciones- y como unidad de cuenta, resulta una moneda funcional que se desempeña de mejor manera que muchas monedas fiduciarias estatales -por ejemplo, el bolívar-.

[3] Society for World Interbank Financial Telecommunication. Entidad que permite transacciones financieras internacionales y que, como intermediario de gran parte de ellas, funciona como mecanismo de control y de presión.

[4] Blockchain o cadena de bloques. Es una tecnología de base de datos descentralizada que no puede ser modificada y que permite realizar transacciones y registros de manera segura, incluso entre partes que no se conocen o no tienen confianza entre ellas. Las monedas que se basan en esta tecnología no son duplicables, sus transacciones no son reversibles y no existe un órgano central que modifique el sistema.

[5] https://www.banking.senate.gov/hearings/building-a-stronger-financial-system-opportunities-of-a-central-bank-digital-currencyhttps://www.youtube.com/watch?v=k5LhZ4G4s-Ahttps://www.youtube.com/watch?v=WG3N_QcHEcs&t=1shttps://www.congress.gov/event/117th-congress/house-event/113989?s=1&r=10https://www.banking.senate.gov/hearings/cryptocurrencies-what-are-they-good-for

[6] Proceso mediante el cual se obtienen las monedas y consiste -generalmente- en la utilización de capacidad computacional para mantener a la Blockchain operativa.

[7] Central Bank Digital Currency. Criptodivisas estatales que comparten características con criptomonedas públicas como el bitcoin, pero que son emitidas y controladas por los Estados.

Fuente: https://medium.com/@futurelaw/geopol%C3%ADtica-del-bitcoin-y-el-fin-del-d%C3%B3lar-73da4ca445ff

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