5 de marzo de 1939. El final de la Guerra

Refugiados republicanos en Francia en marzo de 1939. Foto: Robert Capa

Por María Torres

El domingo 5 de marzo de 1939 tuvo lugar en la Posición Yuste, la última sede del Gobierno republicano, el que sería también el último Consejo de Ministros de la República en territorio español.

A pesar de los repetidos requerimientos de Negrín al jefe del Ejército del Centro, coronel Segismundo Casado, éste no asistió alegando problemas de salud. Incluso se envió en su busca el Douglas del presidente para transportarle hasta Elda, pero Casado ordenó que se hiciese regresar el piloto.

Y es que Casado tenía mucho que hacer ese día en Madrid. Había decido poner fin a la Guerra con el apoyo de todas las fuerzas políticas y sindicales, a excepción del Partido Comunista. A las siete de la tarde se reunía en el Ministerio de Hacienda con los militares convencidos de que «sería más fácil liquidar la guerra a través de un entendimiento entre militares», representantes de Izquierda Republicana, Unión Republicana, Partido Sindicalista, parte del Partido Socialista Obrero Español, UGT, CNT-FAI  y Julián Besteiro. En las horas siguientes la ciudad de Madrid quedó controlada por las fuerzas casadistas.

En Yuste, entre otros asuntos, se trabajaba en el modo de lograr un alto el fuego sin represalias ni persecuciones y se había elaborado un discurso radiofónico que pronunciaría el Presidente Negrín al día siguiente 6 de marzo, en el que anunciaría una resistencia escalonada hacia los puertos de Levante, con objeto de evacuar al mayor número posible de ciudadanos.

Poco después de las doce de la noche, un funcionario informó que desde Unión Radio se estaba emitiendo un Manifiesto leído por el Coronel Casado, en el que se anunciaba la formación del Consejo Nacional de Defensa, que integrado por civiles y militares destituía al Gobierno.Una vez finalizado el Manifiesto, Negrín telefoneó a Casado. Según este último, mantuvieron la siguiente conversación:

Negrín: «General, ¿qué está ocurriendo en Madrid?»

Casado replica que él no era general sino coronel, porque no aceptaba el nombramiento proveniente de un Gobierno sin legitimidad y responde:

Casado: «Me he rebelado».

Negrín: «¿Contra quién?, ¿contra mí?».

Casado: «Sí, contra usted».

Negrín: «He oído el manifiesto y me parece que lo que ha hecho es una locura». 

Casado: «Me siento en paz con mi conciencia porque he cumplido mi deber como soldado y como ciudadano. Todos los representantes políticos y sindicales en el Consejo también están en paz, están convencidos de que han hecho un servicio a España».

Negrín: «Espero que reflexionará, porque todavía podemos llegar a una solución».

Casado: «No comprendo qué quiere decir, porque creo que ya está todo solucionado».

Negrín: «Al menos debería enviar un representante para que yo transfiera los poderes del gobierno o yo enviaré uno a Madrid con ese objetivo».

Casado: «No se preocupe por eso. Usted no puede transferir lo que no tiene. De hecho, hemos asumido los poderes que usted y su Gobierno han abandonado».

Negrín: «Entonces, ¿no accede a esta petición?».

Casado: «No».

El Consejo de Ministros continuó durante toda la madrugada y decidió la salida de España del Gobierno de la República. Antes de llegar al aeródromo de Monovar, Negrín acompañado de los generales Hidalgo de Cisneros y Cordón, se dirigió a la sede de la dirección del PCE, en la Posición Dákar, para transmitir un último mensaje a Casado:

«En aras de los intereses sagrados de España debemos todos deponer las armas y si queremos estrechar las manos de nuestros adversarios, estamos obligados a evitar toda sangrienta contienda entre quienes hemos sido hermanos de armas. En su virtud, el Gobierno se dirige a la Junta constituida en Madrid [el CND] y le propone designe una o más personas que puedan amistosa y patrióticamente zanjar las diferencias. Le interesa al Gobierno, porque le interesa a España, que en cualquier caso toda eventual transferencia de poderes se haga de una manera normal y constitucional. Solamente de esta manera se podrá mantener enaltecida y prestigiada la causa por que hemos luchado. Y sólo así podremos en el orden internacional conservar las ventajas que nuestras escasas relaciones aún nos preservan. Seguros de que al invocar el sentimiento de españoles de esa Junta prestará oído y atención a nuestra demanda, le saluda. Negrín»

En la mañana del 6 de marzo todos los partidos políticos y organizaciones del Frente Popular, excepto el Partido Comunista de España hicieron públicos manifiestos y declaraciones apoyando el golpe de Casado y quedaba constituido oficialmente el Consejo Nacional de Defensa bajo la presidencia del general José Miaja (Besteiro había rechazado el cargo); y Defensa: coronel Segismundo Casado; Estado: Julián Besteiro (PSOE); Hacienda: González Marín (CNT); Gobernación: Wenceslao Carrillo (PSOE); Justicia: Miguel San Andrés (Izquierda Republicana); Instrucción Pública: José del Río (Unión Republicana); Comunicaciones: Eduardo del Val (CNT); Trabajo: Antonio Pérez (UGT).

La Guerra terminó en la madrugada del 6 de marzo de 1939. No hubo paz «digna y honrosa» como prometió Segismundo Casado. Lo que vendría después sería la inmensa tragedia de miles de republicanos derrotados, abandonados a su suerte. La tragedia de una población civil que se agolpaba en los puertos. La tragedia de una represión brutal con la que tendrían que malvivir una parte de los españoles los siguientes cuarenta años.

Pero esto a Casado ya le importaba muy poco. El 30 de marzo abandonaba España por el puerto de Gandía, dicen que con la ayuda del ejército franquista y la marina británica.

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